La explicación del blakout que afectó al país hace unos días puso claramente sobre el tapete la fragilidad del robusto sistema eléctrico argentino. Acostumbrados a confiar en él, el fenómeno traduce las fallas ocultas que ahora, por diversas razones, salieron a la luz.

El relato reparte culpas sobre todos los actores del sistema, generadores, distribuidores y en especial sobre la empresa central del transporte en alta tensión, el nervio de la energía eléctrica, privatizado parcialmente y totalmente en su operación. Pero como todo sistema, éste funciona en base a una organización, a la existencia de reglas complejas que lo justifican y lo garantizan. Y a una pirámide de autoridades y responsabilidades. Esas reglas existen, o existían, lo que no está claro del relato es como se reparten las responsabilidades de cumplimiento y control de las mismas. Por eso debemos reconocer ahora la fragilidad de nuestro sistema eléctrico.

Cammesa, administradora del sistema argentino de interconexión, está a cargo de esa organización, bajo la autoridad y supervisión de la Secretaría de Energía, o sea del Gobierno Nacional. La Secretaria le define a Cammesa las pautas de funcionamiento general, y a menudo particular, del sistema eléctrico: reglas generales del despacho, alternativas del mismo, inversiones en las instalaciones, etc., nombrando su autoridad principal al efecto. Más allá que el funcionario conozca o no algo de la cuestión eléctrica.

Cammesa, con el fin de hacer posible un funcionamiento adecuado del complejo eléctrico, además de establecer numerosas reglamentaciones para todos los actores antes mencionados, delega en varios de ellos la aplicación de algunos dispositivos de esta actividad. Lo que no puede hacer Cammesa es desentenderse del cumplimiento y control de los mismos, ya que no existe otra institución o dependencia estatal que lo haga: el ENRE solamente analiza cuestiones formales de algunos actores, conflictos internos entre ellos y aplica multas a los transportistas sobre la base de la información de Cammesa. Por lo tanto en la pirámide del control de cumplimiento de todo el sistema está la Secretaría de Energía y su brazo ejecutor, Cammesa. Más allá de su especial configuración institucional heredada de la década del 90.

Que el cortocircuito haya ocurrido en el ámbito de Transener, y directamente de su controlada LITSA, no implica que sus debilidades y las de los cientos de actores eléctricos mencionados en el relato, hayan sido los únicos responsables del apagón. No resiste el análisis, ni el sentido común, que un sistema preparado para aislar una falla, o varias, tenga como responsables a casi todos los generadores, a todos los distribuidores, y a Transener. No es lógico. Hay un sistema de protecciones que acciona en el sentido de aislar la falla, que funciona habitualmente. No puede ser que hayan fracasado todos, que los rotores, las frecuencias, y todas las técnicas muy bien contadas hayan fracasado en Transener, que sí ocurrió, y también en todos los demás actores del sistema. Algo no funcionó bien en el sistema mismo, más allá de las torpezas en el transporte, en el diseño del despacho, y en algunas protecciones: un accidente es una suma de factores que ocurren todos al mismo tiempo, y aquí hay que agregar la ausencia de un sistema de control y actualización de los propios sistemas de protección. La ausencia de una organización que garantice el funcionamiento de las protecciones adecuadas con los medios adecuados. Y aquí también está la ausencia del Estado, que es la Secretaría de Energía, que debe asumir la responsabilidad del apagón, quizás a través de su brazo ejecutor, Cammesa, en lo que le toca, o reconocer sino que el sistema no tiene un control adecuado y eficiente para el conjunto. Lo que sería grave. Sabemos que el cuerpo profesional de Cammesa es de prestigio, pero algo no está funcionando bien en su dirección política, fruto de directivas erradas de su conducción jerárquica, en un aspecto que incide en la seguridad nacional. No es suficiente poner la responsabilidad en un solo actor, o en todo el conjunto: falla la autoridad responsable, el Estado.

Resolver el tema implica reconocer sus obligaciones, y modificar la organización, y quizás la participación de algunos actores privados, porque el Estado no puede delegar su protagonismo ante un desafío de esta magnitud. Superando así la fragilidad y la ausencia de control eficiente de todo el sistema eléctrico.

* Ex Director del Enre // Integrante del IESO.