A la par de la caída en las encuestas del oficialismo con respecto a sus números de hace dos años, también se achicó la oferta de funcionarios que pasaron a ser candidatos. En 2017, Mauricio Macri envió a buena parte de su gabinete a competir: marcharon el ministro de Educación, Esteban Bullrich; el de Defensa, Julio Martínez; el titular del Plan Belgrano, José Cano. "Los ministros tienen que salir a la cancha", fue el mandato en ese momento de la cúpula del PRO. Hoy la oferta es más bien magra: el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, es el único que va en busca de un cargo electivo, como candidato a intendente en La Matanza. El viceministro de Interior, Sebastián García de Luca, fue incluido en la lista de Diputados bonaerense. A diferencia de en 2017, ninguno se tomará licencia.
Era 2017, previo a la crisis económica que comenzó a horadar la imagen de Macri desde 2018 hasta acá. El Gobierno todavía estaba en sus primeros años y, pese al ajuste del primer año, las variables económicas parecían tener una leve recuperación. El macrismo se sentía fuerte y buscó jugar a varios de sus ministros en la elección de medio término. La orden fue clara: todos tenían que estar dispuestos a jugar. Algunas fueron consideradas como candidatas, pero Macri prefirió dejarlas en su cargo como Carolina Stanley, la ministra de Desarrollo Social. Otros cedieron su lugar ante una interna radical, pero terminaron igual fuera del Gabinete, como el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile.
Quién debió enfrentar la principal batalla fue Esteban Bullrich, que debió abandonar el ministerio de Educación para enfrentar nada menos que a Cristina Fernández de Kirchner (a quien superó, luego de una campaña en la que lo ocultaron y mostraron como candidata a María Eugenia Vidal). Por el mismo camino de Bullrich debió seguir Julio Martínez, entonces ministro de Defensa. Fue a competir a La Rioja y luego fue reemplazado por Oscar Aguad. José Cano partió hacia Tucumán y dejó el Plan Belgrano, que nunca pareció pasar de la promesa.
En las segundas líneas hubo otros funcionarios que ocupar un lugar importante en las elecciones, como Gladys González, titular de Acumar hasta entonces, quien acompañó a Bullrich en la batalla bonaerense. También jugaron Ezequiel Fernández Langan, quien era subsecretario de Asuntos Electorales y fue en la boleta bonaerense y la secretaria de Asuntos Municipales, Aída Ayala, luego complicada por causas judiciales en Chaco.
Comparado con esa cantidad de candidatos, hoy se nota la diferencia en los números de aprobación: Macri pone en juego a poca parte de su gabinete. De los ministros, solo Finocchiaro va por un cargo electivo y en un distrito difícil para el macrismo como La Matanza. El viceministro del Interior, Sebastián García de Luca, fue incluido en la lista de diputados bonaerenses (en el puesto 10), pero no queda claro si no es una estrategia del jefe de Gabinete, Marcos Peña, para reemplazarlo por alguien más cercano, dada la afinidad de García De Luca con el sector de Emilio Monzó.
Y, además del reducido número de candidatos, hay una diferencia fundamental: ninguno de los actuales funcionarios se tomará licencia durante la campaña. Durante 2017 fue una regla obligada. Macri mismo llegó a decir que no se podía hacer campaña y ocupar un cargo a la vez. Bullrich, por ejemplo, se tomó licencia y luego renunció para ocupar la banca de senador. Finocchiaro, en cambio, no suspenderá sus tareas como ministro de Educación mientras pelea por la intendencia de La Matanza. En su entorno, lo explicaron así: "No veo el paralelo con la situación de 2017. Esas fueron elecciones de medio término, en las cuales el espacio quiso dejar muy en claro que no había candidaturas testimoniales. Nada que ver con 2019", sostuvieron. "Hablamos acá de un nuevo período para todos los cargos puestos en juego. Está claro que todos los candidatos ejercerán los lugares por los compiten si alcanzan la victoria", indicaron.
En otras áreas de Gobierno, el razonamiento es el mismo: no se puede comparar una elección legislativa con una ejecutiva. También están los que consideran que el criterio de licencias de 2017 no fue el mejor. En la Ciudad, tampoco se tomará licencia la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, Guadalupe Tagliaferri, quien deberá dividir su tiempo entre la atención de personas en situación de calle y el proselitismo para ser senadora. No lo hará tampoco la ministra de Salud porteña, Ana María Bou Pérez, que es candidata a legisladora.
En el gobierno de María Eugenia Vidal tampoco seguirá el criterio de hace dos años el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, que seguirá al frente de su cargo mientras compite en la cabeza de la lista de diputados. Tampoco lo hará el ministro de Desarrollo Social, Santiago López Medrano, que compite en San Martín. Todos seguirán en sus cargos hasta el final.