Mientras el cardenal Mario Poli pidió en la Catedral de Buenos Aires que los candidatos trabajen por el "sueño de un gran encuentro fraterno de los argentinos", en Tucumán, el arzobispo de esa ciudad, Carlos Sánchez, sostuvo que "la inequidad social también es violencia", y lamentó que los argentinos "nos hayamos acostumbrado" a esta situación que "se instaló en todos los rincones de nuestra Patria". Ambos obispos hablaron en los actos religiosos de acción de gracias (Tedeum) celebrados en sus respectivas diócesis. En ninguno de los dos lugares estuvo presente el presidente Mauricio Macri. En la catedral metropolitana el representante oficial fue el vicejefe del gobierno porteño, Diego Santilli, y en Tucumán asistió el gobernador Juan Manzur.
En Río Cuarto, el obispo Adolfo Uriona pidió por un país solidario, justo y que busque el consenso y el diálogo. El arzobispo de Luján-Mercedes, Agustín Radrizzani, demandó construir "puentes de diálogo", respetar y valorar al que piensa distinto porque "en la medida que no podemos considerar al otro, que no acepamos su alteridad, no podremos dialogar". Las intervenciones de los obispos mantienen en todos los casos la línea argumentativa que viene sosteniendo el episcopado católico en sus manifestaciones públicas recientes, reclamando diálogo y encuentro entre los argentinos, por una parte, y advirtiendo sobre la gravedad de la situación social, por otra.
Según Poli, la Casa Histórica de Tucumán "es un lugar de encuentro, de diálogo y de búsqueda del bien común" y es "un símbolo de lo que queremos ser como Nación". Porque, argumentó, "los congresales nos ofrecieron el ideal de una gran familia, pero la independencia declarada hace dos siglos no siempre se tradujo en paz y prosperidad para todos los argentinos".
Dijo también el cardenal, en referencia al escenario electoral, que en estas circunstancias "aparecen las empresas que miden intenciones de votos, otras comunican y crean subjetividades, denostando y descalificando a las mujeres y hombres públicos de un lado y del otro, sembrando dudas sobre su moralidad y capacidad para el cargo que aspiran", advirtiendo que "no pocas veces sus impactos mediáticos logran instalar confusión y desaliento". Y haciendo suyas palabras del obispo mártir Enrique Angelelli, el arzobispo porteño afirmó que "votar es hacer y construir nuestra propia historia argentina y provincial. Es poner el hombro para que como pueblo no se nos considere solamente en las urnas, sino el gran protagonista y actor en la reconstrucción de la Patria".
Por su parte, el arzobispo tucumano alertó sobre los riesgos de la "inequidad social" y dijo que "parece ser que el hecho de haber nacido en una zona más próspera que otra otorgue más derechos que a los que les ha tocado ver la luz en zonas más inhóspitas, sin poder disponer de los bienes de la sociedad".
Sánchez también lamentó que "una franja cada vez más amplia, generaciones enteras, parecen condenadas a vivir con menos de lo mínimo, sin trabajo, sin acceso real a la educación, a la salud, a la vivienda digna, sin acceso a la justicia".
Y en una referencia vinculada con la coyuntura electoral, el arzobispo tucumano agregó que "hoy más que nunca, dadas las prácticas deleznables de la mala política y de la corrupción, no vemos la pobreza como una desgracia o una maldición sino como la decisión de unos cuantos que instrumentalizan cruelmente esa condición para mantener o acrecentar el poder".
En la misma línea del cardenal Poli, el arzobispo Sánchez pidió promover un diálogo que sea "claro, afable, confiado y prudente", recuperando "la pasión por el encuentro y la paz de los argentinos" para de esta manera "llevar en nuestro corazón y en nuestra vida los rostros concretos de los hermanos que sufren esta cultura del descarte en la que estamos sumidos". Porque "es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones", subrayó el arzobispo Sánchez.