Hubo un tiempo en que el feminismo era mala palabra y eran pocas las que se animaban a identificarse con ese movimiento. En los 70’s y 80’s hubo mujeres que se sumergieron en las disputas que planteaba esta segunda ola feminista en el país. Y hoy, porque parecieran un tanto olvidadas y porque todo movimiento emancipatorio está obligado a conocer su pasado para sostenerse colectivamente, tres académicas decidieron bucear en los registros de la época para no olvidar. “No es un ejercicio de mera nostalgia, sino que es la posibilidad de ver las continuidades y descubrir, con asombro, que muchas veces nuestras antecesoras ya reflexionaron y llevaron a la práctica cuestiones que creemos invenciones recientes”, dicen Mónica Tarducci, Catalina Trebisacce y Karin Grammático, las autoras del libro Cuando el feminismo era mala palabra. Algunas experiencias del feminismo porteño de reciente aparición. El libro, editado por Espacio Editorial, es una bandeja abierta de temas a seguir explorando por quienes lo deseen.
La entrevista con las autoras transcurre en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, del cual Tarducci es directora y en el que Grammático y Trebisacce son investigadoras. Tarducci es doctora en Antropología y desde 2006 dirige la Maestría Poder y Sociedad desde la Problemática de Género en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Trebisacce también es doctora en Antropología y docente de la UBA. Grammático es egresada de la carrera de Historia de la UBA y profesora de la Universidad Arturo Jauretche.
-¿Con qué objetivos se plantearon esta investigación?
M.Tarducci: -Pensamos que había un desconocimiento general de lo que habían sido las luchas anteriores. Entonces se hablaba de problemáticas como la violencia, desconociendo que era un tema que ya había estado presente desde la apertura democrática, por situarnos en la recuperación de la democracia y el feminismo en las calles. Entonces me parece que hubo un cierto descuido en un principio en no reconocer lo que se había hecho y por qué no, y hablo por mí, un poco de indignación respecto del no reconocimiento del pasado. Me parece que no había un conocimiento entonces quisimos hacer un libro en un lenguaje accesible pero bien documentado, con rigor en cuanto a las citas y demás, que se hable de todo el periodo que va desde los 70 a los 90.
Grammático: -A mí más me entusiasmaba esta apuesta por la transmisión y ese fue también el gran desafío de la escritura. Hubo todo un trabajo para que fuera accesible.
-¿Quiénes fueron las grandes olvidadas? ¿A quiénes fue importante nombrar?
G: -Más que nombres propios es recuperar ese activismo colectivo.
MT: -Un movimiento es un proceso, es por definición algo social, algo colectivo. Entonces, lo que se va a ver leyendo el libro es más que los nombres, los lugares de encuentro, como los encuentros de ATEM, Lugar de Mujer, los 8 de marzo… esa necesidad de juntarse con ese mensaje nuevo que revolucionó la política de ese momento. Era abordar temáticas que no eran políticas hasta ese momento aparentemente porque plantear un 8 de marzo que la violencia no es un problema privado, de personas locas o enfermas, sino que era un problema social, hablar del patriarcado… son términos muy políticos. No son conceptos analíticos muy rigurosos pero tienen una potencia política…
-Es muy impresionante la cantidad de folletos, frases, slogans que recuperaron.
MT: -Yo tenía mis propios papeles y Atem, Magui Belloti y Marta Fontenla, me prestaron su archivo. En ese momento no éramos conscientes de que escribíamos la historia (ríe) y tal vez no le poníamos fechas. Costó mucho ubicar los documentos. Para mí que soy de esa época fue como volver a vivirlo.
C.Trebisacce: -Yo trabajé en los 70 y con el archivo de Sara Torres. Y con retazos de textos que aparecían en alguna revista de izquierda, que estaban desperdigadas… en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) también.
G: -También hay que hacer un reconocimiento a Silvia Chejter con la revista Travesías un trabajo pionero de recopilar, con fotografías, con las voces de las propias protagonistas…
-¿Cómo sintetizan lo que caracterizó al feminismo de esos años?
CT: -Encontrar que en plena década de mucha agitación política (del 70 al 76) que hubo un feminismo que se nucleó más por lo que tenía en común en torno a la problemática de las mujeres, poniendo en suspenso algo de un feminismo más político. Sorprende encontrar a estas mujeres que politizaban otros campos como la vida cotidiana, lo cultural, lo massmediático. Después tenés otro feminismo, tal vez más pequeño, político proveniente de las llamadas nuevas izquierdas que hacen el ensayo de probar qué es eso del feminismo. Tienen experiencias hermosas, perlitas, con mucha potencia. Después viene la dictadura y si bien las militantes no dejan esos procesos se interrumpen. Van más hacia adentro.
-¿Qué pasó en la dictadura?
G: -Lo más interesante fue ver qué es un feminismo que está retraído, que circula en las catacumbas pero que sin embargo resultó menos opaco de lo que uno podría suponer. Sobre todo a partir del ‘80 con la campaña de la reforma de la patria potestad donde las feministas piden el ejercicio indistinto de la patria potestad me parece que aparece un germen que ayuda a entender por qué el 8 de marzo de 1984 tenía cinco mil mujeres.
MT: -Con la apertura democrática todo estaba por hacerse, entonces las feministas tenían en sus manos transformaciones que no se habían soñado antes. Por un lado había una presión social de modernizar al país, con leyes acordes a democracias… como el divorcio. Por otro lado, las feministas empujaban los límites de la política. Empezaron a aparecer en la esfera pública temas que no eran considerados políticos. Es importante eso. Empezar a interpelar al Estado, a la sociedad, a los medios de comunicación. Ese fue el gran desafío de los 80; que la violencia no era algo que había que tolerar, el machismo en los medios, hubo todo un movimiento que trató de cambiar los medios durante el gobierno de Alfonsín.
G: -Un desafío también para el propio movimiento feminista. Cómo pasamos de la concienciación o concientización a convertirnos en demandantes de derechos al estado.
-¿Cuál es su mirada con su perspectiva histórica de los logros y las cuentas pendientes?
G: En el '75 se sanciona una ley de patria potestad indistinta, algo que decís cómo pasó. Pero después Isabel (Perón) la vetó. Cuando se arma la campaña en el ‘80, se pide la patria potestad indistinta. Se convierte en un movimiento en el ‘83. Se sanciona la ley y es como la peor versión, es la patria potestad compartida. Y recién en la reforma del Código Civil del año 2015 lo que queda establecido es lo que pedían las feministas en el año ‘70.
-Llevó casi 50 años…
MT: -Es que hay poderes que han permanecido intocables. Como la Iglesia Católica, por ejemplo. Que cuando una lee cómo se opuso a la ley de divorcio, donde no hay discusión de vida de por medio y sin embargo era de tal ferocidad. Hasta yo que soy una atea confesa y militante me asombraba porque me había olvidado del embate del ‘87 cuando salió la ley. Hacían misas en la calle, agredían al presidente Alfonsín que estaba de acuerdo.
-¿Cómo lo compara con lo que sucede ahora con el aborto?
MT: -Era tan virulenta como la del aborto. Porque aparte apelan a ese fin de la historia, el fin de la familia, los tiempos tenebrosos por venir que es el mismo que cuando hablan del aborto.
G: -En todo caso lo comparable es el poder de la iglesia en cada momento histórico. Y ahora quizás también se ponga más complejo con el tema del evangelismo, que es una vuelta de rosca que en los '80 no estaba.
MT: -Yo tenía la idea de un camino hacia el progreso indefinido de nuestros derechos. Y no, está probado que se puede volver atrás. Son efímeras también las conquistas. Por ejemplo en el campo del trabajo se han perdido conquistas de los años '50.
CT: -También aparecen nuevas demandas. Se pluraliza el feminismo, se van multiplicando los actores y también los deseos, los horizontes emancipatorios, las demandas. Entonces, también es difícil poder decir que hay ciertas demandas que se cumplieron y otras que no. Hay otras que otras militantes feministas no las desearon e incluso se oponen. Porque no necesariamente todo el feminismo contemporáneo está pensando una misma agenda de demandas.
MT: Hay puntos básicos como el aborto que nos unifican, que no hemos logrado.