Por diversos motivos, el tratamiento de la deuda externa será un tema central para la la política económica del gobierno que asuma el 10 de diciembre. Argentina iniciará el nuevo período presidencial hundido en una crisis externa y de divisas agarrado de una única cuerda para demorar su caída en default (cesación de pagos): un crédito del FMI condicionado a un estricto programa recesivo y de sumisión al capital financiero internacional. El economista, coordinador del IPyPP y ex diputado nacional por Unidad Popular Claudio Lozano acaba de publicar el libro La Deuda Ilegítima, en el que plantea que sin una discusión sobre el origen y las responsabilidades en este proceso de endeudamiento, no va a haber salida. “Al no asumirlo como una cuestión política, negociación tras negociación se volvió siempre al mismo punto, a una situación de crisis y default”, advirtió Lozano al conversar con PáginaI12 sobre este trabajo. “Hoy Argentina vive una situación de default encubierto; el que defolteó es Macri, aunque quieran trasladarle esa responsabilidad al próximo gobierno. No estamos de acuerdo ni con el pago de todo lo que se le reclama al país sin beneficio de inventario, ni con la propuesta del No Pago de la deuda. Las deudas hay que pagarlas, las estafas no. Y para distinguir unas de otras, hay que investigarlo”.
–¿Por qué publicaron La deuda ilegítima en este momento?
–Porque el próximo gobierno, que esperamos que sea el representado por el Frente de Todos, deberá enfrentar una crisis externa en una situación de default encubierto, una economía en la que la primacía del capital financiero produjo estragos, y una serie de ataduras y limitaciones dadas por el acuerdo con el FMI, que sólo el proceso político futuro dirá si estamos en condiciones de modificar. Y lo que hicimos en el libro es historiar sobre el origen de la deuda externa, uno de los legados centrales de la dictadura (1976/83), y una clave central del proceso de reestructuración capitalista desde mediados de los 70. Si se le agrega la creciente dolarización, una fragilidad fiscal y externa también en aumento y una dinámica inflacionaria de los últimos años que corre en paralelo a la dinámica alarmante del proceso de endeudamiento, se entiende por qué la deuda es una cuestión política, y no financiera, central a resolver en esta etapa.
–¿Qué se propone el libro, mostrar la ilegitimidad de la deuda y, por lo tanto, no pagarla?
–El libro alumbra sobre las limitaciones que la experiencia democrática argentina ha encontrado a la hora de asumir ese legado de la deuda. Pero esas limitaciones no fueron resultado de la casualidad. Este material exhibe el vínculo y la complicidad del sistema político dominante con aquellos actores económicos que fueron promotores y beneficiarios del proceso de endeudamiento. Desde la recuperación de la democracia se ha insistido sobre la necesidad de llevar adelante una auditoria parlamentaria sobre el proceso de endeudamiento de la dictadura, para determinar su legitimidad o ilegitimidad. El criterio de que las deudas se pagan, pero las estafas no, se aparta tanto de la propuesta que ha sido dominante de “pagar a ciegas y a como dé lugar”, como la de “no pagar” sin brindar los elementos que permitan sostener una decisión semejante.
–El debate actual se orienta a discutir entre “renegociar vencimientos” o sostener la situación actual esperando que lluevan capitales para equilibrar la cuestión externa. ¿Es así?
–Que se insista en buscarle una solución financiera es grave, porque no hay solución así y supone esquivar el abordaje político, que es lo que se requiere. Hubo intentos, Alfonsín con Grinspun (Bernardo, ministro de Economía, 1984), cuando una comisión recomendó no pagar esa deuda heredada de la dictadura, pero el departamento de Política Económica del Banco Central, con Carlos Melconian a la cabeza, recomendó pagar. En 2014, el gobierno de CFK convalidó la formación de una comisión de investigación y seguimiento del origen y pago de la deuda, que encabezó Eric Calcagno. Eran tiempos en que el gobierno se enfrentaba a las decisiones del juez Griesa, de Nueva York, que trabó los pagos a los adherentes al canje de deuda para favorecer a los fondos buitre. Aquella negociación de la deuda fue la mejor de estos 40 años por lejos, pero no logró romper la matriz controlada por el capital financiero. No puso en discusión la legitimidad de los acreedores. La profundización de la tarea de la comisión de seguimiento hubiera puesto al desnudo las irregularidades y la ilegalidad del proceso. Pero no hubo decisión política de hacerlo. El libro rescata y expone los elementos que se acumularon en esa investigación.
–Si hoy hubiera decisión política, ¿qué posibilidades reales habría de encarar un camino así?
–La intención de este libro es demostrar que cualquier renegociación o acuerdo que mantenga al país atado a los condicionamientos de la deuda, vuelve siempre al mismo punto: una crisis al borde del default. Macri y Prat Gay (Alfonso, ministro de Economía) firmaron el acuerdo de pago a los buitres en 2016 y dos años después, estábamos otra vez en default. Con el FMI apareciendo para evitarlo, pero a costa de un programa económico durísimo y regresivo. Pero eso es importante entenderlo para buscar una respuesta política, que señale la responsabilidad del FMI, que encubre el default provocando un estrago económico y social como el que estamos viviendo. Una respuesta que suponga llevar a las Naciones Unidas, de la cual depende el FMI, la denuncia por las irregularidades cometidas por ese organismo en colaboración con un gobierno, el de Macri, que actuó de espaldas al pueblo, sin aval del Congreso. A partir de negocios entre privados de los cuales después se hizo cargo al Estado, como los 60 mil millones de dólares fugados al amparo del acuerdo con el FMI. Políticamente, hay posibilidades de plantear una estrategia diferente a partir de 2020. Y lo primero, es reunir los elementos políticos, los antecedentes, sistematizados. Es el aporte que hacemos con La deuda ilegítima.