El “service charge” es, sin dudas, uno de los asuntos más espinosos de la venta de entradas. La investigación en los sitios web de las principales “ticketeras” de la Argentina (las oficiales; la cuestión de los nuevos sitios de reventa amerita otra nota) arroja resultados similares, con algunas leves diferencias. En general, el costo extra que se le agrega a los tickets va del 12% al 15%, con variaciones relacionadas con el tipo de artista y espacio.
En Ticketek , compañía australiana fundada en 1979 que concentra buena parte de la oferta artística en vivo, el service charge es en general del 12%: las entradas para Jorge Drexler -26, 27, 28 y 29 de septiembre en el Teatro Gran Rex- van de $2700 + $325 a $850 + $105. El mismo porcentaje se verifica en otro show internacional como el de The Raconteurs, el 12 de noviembre en el Gran Rex, con entradas de $3500 (service charge de $420) a $1400 ($170). El recargo se estira un poco con ofertas nacionales: Mimi Maura, 20 de agosto en el Gran Rex, tiene un recargo del 15% ($500 + $75); el Dúo Coplanacu, que actuó el viernes en Niceto, cotizó a $550 + $85, algo más del 15%.
El service charge es similar en otra gran ticketera como TicketPortal , que aplica un 12% a los boletos de King Crimson (8 y 9 de octubre en el Luna Park; $4000 + $480 la más cara) y Patti Smith (21 de noviembre en el Luna; $4400 + $530 las mejores ubicaciones). En su caso no hay distinción con los artistas nacionales, ya que Ciro y Los Persas (15 de agosto, Luna Park; $1900 + $230 la más cara) o Luciano Pereyra (4, 5 y 6 de octubre en el Luna; $2500 + $300) tienen el mismo porcentaje de recargo. En todos los casos, cuando ese 12% da –por ejemplo- $102, se redondea hacia arriba y se fija en $105. La Ley de Redondeo 25.954 solo habla de centavos .
El sitio de TuEntrada resulta menos claro: algunos shows se ofrecen con un precio fijo que no discierne el recargo, pero Vicentico, que actuó el jueves y viernes pasado, se anunció “desde $1000 + service charge”, y al entrar a la compra de entradas el precio más bajo era de $1300, lo que establece un record del 30%. La organización del Lollapalooza, que la semana pasada vendió la friolera de 150 mil entradas en un día sin anunciar aún su cartel de artistas, tiene su sistema de expendio de tickets a través de AllAccess , en el que el porcentaje es invariablemente del 15%. El Early Bird (ya agotado) cotizaba $3600 + $550; la Preventa 1 a $4990 + $750; la Preventa 2 a $6500 + $975, y la Preventa 3 a $7500 + $1125. Basta poner “service charge” en Twitter para comprobar lo que opina el público de un recargo de más de mil pesos en una entrada (o en este caso pulsera) de por sí onerosa: no son pocos los que apuntan que si el costo es fijo no hay razones para "atarlo" al precio de la entrada.
Hasta allí las cifras, pero lo que muchos usuarios se preguntan es qué es lo que están pagando. El service charge ofrece la comodidad de adquirir las entradas desde un escritorio o desde el celular (TicketPortal suma $40 por entrada cuando la compra se realiza por vía telefónica), pero el retiro de las entradas se hace efectivo en puntos físicos o el mismo lugar del recital (para lo cual se recomienda que al asistente que, en caso de retirarlas el mismo día, asista con tiempo para evitar filas y aglomeraciones). En caso de requerir el envío de tickets por correo aparece un segundo recargo, del cual solo TicketPortal da precisiones, entre $80 (para retirar en una sucursal de correo), $150 y $180 extra según la velocidad de entrega que se elija.
Se da por sentado que uno de los items que justifica el service charge es la fabricación e impresión de entradas... pero todo manager y organizador de conciertos sabe que la ticketera también le traslada ese gasto –o una parte- al artista o sus representantes, además de otros impuestos. De cualquier manera, la negociación entre ticketera, dueño del local, manager y organizador posee tantas aristas que resulta imposible resumir aquí. Sí puede decirse que a veces hay que hacer ingentes esfuerzos para que la sangre no llegue al río.
Por último, pero no por ello menos importante: las ticketeras no son responsables por el show. Todos los apartados de “Términos y Condiciones” lo dejan bien claro: “Si un evento es suspendido, cancelado o reprogramado debido a cualquier causa, incluso las que respondan a caso fortuito o fuerza mayor, no existirá derecho a efectuar reclamo alguno contra esta empresa”. La responsabilidad por el evento es de los organizadores, y la expendedora de tickets no tiene nada que responder ante el usuario: es el organizador quien debe informar cuándo y cómo se procederá a la devolución del importe en caso de ser necesario. Solo en caso de cancelación del artista se devuelve el service charge: si un usuario quiere devolver la entrada por razones propias, ese recargo no tiene devolución.
Tampoco conviene dejar volar la indignación: en Estados Unidos, Ticketmaster aplica un “fee” fijo de 19 dólares, que dependiendo del valor de la entrada ronda el 25%. Puede elegirse tener la entrada solo en PDF, pero aquellos que gustan de coleccionar tickets deben oblar otros U$S 4,50 del servicio postal (los conocedores afirman que es un precio excesivo de acuerdo a las tarifas del correo; puede retirarse la entrada en un local, pero también se cobra). Y Ticketmaster ofrece un seguro con el cual, en caso de devolver la entrada, el usuario recibe el monto total. Por supuesto, ese “insurance” se paga aparte.
Llama la atención, también, la diferencia entre estas cifras y las que se manejaban en la época del conflicto entre Pearl Jam y Ticketmaster : por lo visto, la inflación no es un fenómeno exclusivamente argentino.