Hasta fines de octubre el Malba presenta una exposición antológica retrospectiva de veintiuna instalaciones de Leandro Erlich, producidas entre 1996 y el presente, seleccionadas por el norteamericano Dan Cameron, curador de la muestra.
La obra de Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973) pone en cuestión la percepción del espectador porque interroga la cotidianidad y la naturalización de los espacios habituales.
En una muestra de 2007, el artista citaba un texto tomado del libro Lo infraordinario, del escritor francés Georges Perec (1936-1982), que sirve como manual de instrucciones para comprender el trabajo de Erlich:
"... Interrogar lo habitual. Pero justamente a ello estamos habituados. No lo cuestionamos, no nos cuestiona, no pareciera presentar un problema, lo vivimos sin pensar. [...] Lo que hace falta interrogar es el ladrillo, el cemento, el vidrio, las maneras en la mesa, los utensilios, nuestro empleo del tiempo, nuestros ritmos. Hace falta interrogar aquellas cosas que parecen haber dejado de sorprendernos..."
Este tipo de interrogación de la vida cotidiana, del automatismo y de los rituales diarios, funciona como estímulo para la obra de Erlich. En principio, su mirada se dirige hacia los hábitos de vida y los espacios de intimidad urbanos.
La muestra, que lleva por título "Liminal", comienza, precisamente, antes de entrar al museo, con una obra en la explanada y otra en la fachada. La obra de la explanada consiste en una escalera de bomberos apoyada a una única pared sobreviviente de una casa precaria (véase la foto), en la que hay una ventana, ropa de trabajo y unos tachos de pintura. La obra, que parece suspendida en el aire, cuestiona la (ley de) gravedad y el equilibrio, de la materia y de la economía. Se trata de una nueva versión de Window and Ladder (ventana y escalera) que el artista realizó en relación con las consecuencias del destructivo huracán Katrina, que arrasó la ciudad norteamericana de Nueva Orleans y alrededores. Mientras la pared de aquella obra tenía ladrillos a la vista, la nueva versión muestra los ladrillos sin revoque de una vivienda precaria y un pequeño sector de trabajo. El tema de esta nueva versión de la obra, adaptada localmente, sigue siendo lo ferocidad de los huracanes, sólo que aquí se trata de la catástrofe social que está dejando el huracán económico macrista.
Bajo el imperio de las fake news, que se fabrican para atacar a la oposición política y para no hablar del empobrecimiento planificado por el huracán macrista, la otra pieza que desde la ficción artística habla muy verosímilmente de la economía local es el cartel que anuncia la venta del edificio del museo, por intermedio de "Erlich propiedades". No resulta difícil creer que, con la violenta transferencia de recursos de abajo hacia arriba, un millonario se vea obligado a venderle a un billonario un edificio como el del Malba.
Por otra parte, el cartel de Erlich remite a otro cartel de la historia del arte argentino, aquel en el que Liliana Maresca escribió "Espacio disponible todo destino" para ofrecer, desde la ficción artística, su propio espacio de exhibición al mejor postor, como una crítica al neoliberalismo del menemato. En aquella muestra ("Espacio disponible", Casal de Catalunya, 1992), quien firma estas líneas la acompañó escribiendo el texto de presentación.
Entre las obras incluidas en la antología retrospectiva de Erlich, está La pileta (1999), que el artista presentó en la Bienal de Venecia de 2001. En aquella oportunidad, desde la muestra veneciana, este cronista escribió en Página 12: "Erlich montó la instalación "La pileta" en el patio cubierto central del histórico edificio Fondaco dei Tedeschi, del Correo Veneciano. La obra remite inmediatamente al agua y a Venecia, pero esa relación está mediada y resulta engañosa, al estilo de Erlich: el puro artificio de un trompe l'oeil contemporáneo. La pileta es una gran caja montada en el patio que simula ser el interior de una pileta de natación a la que el público tiene libre acceso. En realidad sólo se trata de unos centímetros de agua que cubren la totalidad de la superficie. El agua se mueve gracias a un dispositivo y logra el efecto de profundidad. Desde las plantas superiores del edificio es posible ver a los visitantes que entran y salen de la pileta, pero la sensación es que están sumergidos. La obra de Erlich es una construcción destinada a cuestionar la relación rutinaria y automática que suponen las situaciones cotidianas […] En el patio central se percibe la sorpresa y la curiosidad del público, mientras circula o se dirige a estampillar sus cartas. Hay colas en las ventanillas postales y también en la entrada de la pileta, para sumergirse en el arte contemporáneo".
Algo muy parecido sucede en esta nueva versión, colocada en la planta baja del Museo y visible desde las demás plantas del edificio.
Otra versión de esta obra fue instalada de modo permanente en el 21st Century Museum of Contemporary Art, de Kanazawa, Japón.
"A lo largo de las últimas dos décadas --dice Dan Cameron-- Erlich ha creado un cuerpo de esculturas y grandes instalaciones en el que la apariencia arquitectónica de lo cotidiano funciona como una especie de trampa perceptiva: conduce al espectador desprevenido a una paradoja visual que desafía los presupuestos del orden y las reglas del mundo materia".
En la obra "La vereda", incluida en la antología (que el artista presentó en la galería Ruth Benzacar hace doce años), el espectador entra a un recinto en el que se transita por una vereda con baldosas, cordón y alcantarilla. Al borde del cordón, por supuesto, el asfalto. Junto al cordón y sobre el asfalto, un charco irregular formado en el asfalto refleja la vida nocturna en los edificios de departamentos de la cuadra. Al observar ese nítido reflejo, comienza también a aparecer la vida y la intimidad dentro de cada departamento. Es una obra de gran complejidad, en donde van de la mano la realización perfecta, con las ideas que sustentan los mecanismos visuales de Erlich. Y esos mecanismos pueden servir para pensar, incluso desde el corazón de Palermo Chico, que el arte tiene la capacidad de transformar la realidad. Hasta tal punto, que la exposición anuncia su cierre el día de la votación general. Ese 27 de octubre comienza el momento liminal, previo al paso hacia otra realidad.
* "Liminal" de Leandro Erlich, en el Malba, hasta el 27 de octubre, en Avenida Figueroa Alcorta 3415. De jueves a lunes, de 12 a 20 hs; miércoles, de 12 a 21; martes, cerrado. Entrada general: $200. Estudiantes, docentes y jubilados: $100.
El artista también está presentando, hasta el 20 de julio, la exposición "Próximamente" en la galería Ruth Benzacar, en Juan Ramírez de Velasco 1287, de martes a sábado, de 14 a 19, con entrada gratuita.