Una valija con rueditas (“usada pero aún funcional”), una jirafita de paja decorativa (“de su cuarto de invitados”), platos y más platos de porcelana, alfombras, candelabros, una escalera de pintor, un tope de puerta y hasta un estéreo están enlistados entre los cientos y cientos de objetos del célebre escritor Philip Roth (1933-2018), disponibles para que cualquier aficionado al que le sobren unos billetes los compren. Un nuevo cénit para la fetichización posmórtem, amén de casi 800 objetos del ganador del Pulitzer a disposición. Finalmente, ¿para qué recordarlo por títulos como La conjura contra América, La mancha humana o Pastoral americana, si se pueden abonar los 13 figurines de peltre de personajes coloniales que guardaba en su ático? La subasta online comenzó ayer, sábado 20, organizada por la casa de Litchfield County Auctions, de Connecticut, Estados Unidos; y no han faltado las voces que criticaron la perturbadora cantidad de cosas y cositas a la venta. “Si bien es perfectamente comprensible el deseo de poseer, digamos, la Olivetti con la que Roth debió escribir Goodbye Columbus o El lamento de Portnoy (la mera idea de tocar esas teclas pone los pelos de punta), es por lo menos inquietante el nivel de fetichización de subastar prácticamente todos los bienes del autor”, apunta críticamente The Guardian, haciendo una petite salvedad: al menos, no se subasta su inodoro (el del pobre JD Salinger, vale mencionar, sí se trató de vender por 1 millón de dólares añitos atrás). Quienes no suscriban al comentario, pueden desembolsar entre 400 y 600 dólares por su set de muebles de jardín; entre 100 y 150 por algunas de sus muchísimas lámparas de pie; a razón de 100 por algunas cucharas y tenedores pequeños que, posiblemente, el escritor tocó alguna vez. O, en fin, hacerse de bandejas, pastilleros… Hay de todo, como en botica.