Especialistas en seguridad informática advirtieron que detrás de “FaceApp” -la aplicación que es furor en las redes sociales porque permite agregar o quitar años del rostro a partir de una simple foto- existen motivaciones que poco tienen que ver con el entretenimiento de los usuarios. “Estas aplicaciones con imágenes personales son usadas por empresas o gobiernos para mejorar los algoritmos de reconocimiento facial. Cuanto más información les proporcionamos, más precisos se vuelven los algoritmos y mejores se vuelven los sistemas de reconocimiento”, advirtió Enrique Chaparro, especialista de Fundación Vía Libre.
La aplicación es muy fácil de usar. Después de descargarla en el celular, hay que subir una foto o tomarse una selfie y aplicarle el filtro que más te guste: agregar anteojos, cambiar el color de pelo, agregar maquillaje, poner o quitar barba y quitar o sumar edad. Este último, el de agregar varias décadas al rostro, fue el más utilizado en la última semana.
“Desde los tiempos más antiguos, a los seres humanos nos ha ilusionado la posibilidad de saber qué será de nosotros en el futuro. Por eso los horóscopos, los tiradores de cartas”, dijo a Página|12 Enrique Chaparro, especialista en seguridad informática de Fundación Vía Libre. “Pero una cosa es el uso que hacen los usuarios y otra la que hacen los desarrolladores o las empresas o gobiernos que les compran esa información”, advirtió.
FaceApp, según explicó su creador, el desarrollador ruso Yaroslav Goncharov, utiliza redes neuronales (inteligencia artificial) para escanear los rostros de los usuarios, cruzarlos en bases de datos y modificarlos con distintos agregados como más o menos edad, barba o cambio de género, entre otros filtros.
Este tipo de aplicación, más allá del uso que le dan los usuarios, se utiliza para “entrenar a algoritmos de inteligencia artificial y lograr que hagan un mejor reconocimiento de imágenes”, advirtió Chaparro. Según explicó el especialista, entrenar ese tipo de algoritmos “lleva grandes cantidades de datos, procesos intermedios, y mucho prueba y error” y es por ello que “cuanto más información le proporcionamos, más precisos se vuelven los algoritmos y mejores se vuelven los sistemas de reconocimiento”.
Los sistemas de reconocimiento facial que se utilizan en la actualidad, a partir de cámaras ubicadas en la vía pública, suelen tener un gran margen de error. “Son imágenes dinámicas, donde la posición del rostro no es la ideal, el ángulo de la cámara tampoco”, detalló. Para mejorar ese margen de error, se trabaja permanentemente en el algoritmo de reconocimiento "a partir de imágenes sacadas de este tipo de aplicaciones o de internet", advirtió Chaparro.
Los desafíos que suelen circular por las redes sociales del tipo “10 year challenge” también están orientados -para el especialista- al mejoramiento del algoritmo. “Para los usuarios puede ser muy divertido, pero hay alguien que juntó millones de fotos de personas en la actualidad y de esas mismas personas hace 10 años y puede mejorar con ellas el algoritmo de envejecimiento", advirtió.
Estos mecanismos de reconocimiento facial, para el especialista, son herramientas que en las manos equivocadas pueden representar un gran peligro para la seguridad. “¿Qué hubiese pasado si durante la dictadura se hubiese utilizado el reconocimiento facial? En vez de 30.000 desaparecidos, lamentaríamos el triple. No hay que darle a nadie herramientas de poder más allá de los controles democráticos, porque el que las utiliza ahora puede estar inspirado en las mejores intenciones, pero no sabes quién las va a usar en el futuro y para qué”.
Este uso indebido de la aplicación, aclaró, “no tiene que ver con una conspiración universal” sino que consecuencia de “una dinámica del uso del dato personal propia de nuestro tiempo”, de una “concepción de la seguridad pública como vigilancia microscópica” y de una “fisura entre el mundo real y el mundo virtual, a partir de las redes sociales, donde nos convencieron que nuestro espacio privado carece de valor y que poner en público nuestro espacio privado tiene recompensas. Y eso, en realidad, tiene que ver con la posibilidad de monetizar y generar beneficios económicos en el mundo virtual”.
Los riesgos de FaceApp también fueron advertidos por otros especialistas. Para Cristian Borghello, director de Segu-Info, "es todo medio gris" porque "se supone que hay una persona detrás de FaceApp, pero es totalmente desconocida" y "puede ser cualquiera: una empresa, un gobierno", dijo el Licenciado en Sistemas, que también sugirió que "podrían usar la información que estamos subiendo para, por ejemplo, identificación biométrica".
"Pensemos si cada vez que salimos a la calle alguien nos pide una foto nuestra. Probablemente no se la daríamos. Pero con estas aplicaciones estamos haciendo eso mismo y cedemos nuestras imágenes para entrenar algoritmos", reflexionó Alexis Sarghel, consultor en seguridad informática. "Estamos entrenando gratis inteligencia artificial, estamos alimentando gratis una base de datos de origen desconocido", concluyó.