El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estudia nombrar a uno de sus aliados, el multimillonario neoyorquino Stephen Feinberg, para liderar una revisión profunda de las agencias de inteligencia, según publicó ayer el diario The New York Times.
Según fuentes de la Administración citadas por el periódico, el posible nombramiento de Feinberg para analizar el estado de las oficinas de inteligencia se encontró con una oposición importante entre los miembros de estas agencias, ya que temen que podría mermar la independencia de las mismas. En concreto, esta resistencia se debe a que la presencia de Feinberg se considera como un intento del presidente de infiltrar a uno de sus partidarios en las agencias de inteligencia, que fueron fuertemente criticadas por el presidente durante los últimos meses. Además, algunos de los actuales altos cargos de la inteligencia estadounidense advierten de la posibilidad de que Feinberg se esté preparando para convertirse en uno de los directores de estos departamentos.
Al parecer, Feinberg, cofundador de la firma Cerberus Capital Management y miembro del consejo empresarial de Trump, anunció ya en su compañía que se prepara para unirse al gobierno, aunque hasta la fecha su designación no se ha hecho pública. Feinberg, estrechamente relacionado con Stephen Bannon, jefe de estrategia de la Casa Blanca, y Jared Kushner, yerno de Trump y uno de sus principales asesores, no quiso confirmar a los medios su nuevo puesto, y tampoco la Casa Blanca, apuntó The New York Times. Bannon y Kushner, según actuales y antiguos funcionarios de inteligencia, habían considerado en un momento determinado a Feinberg como director de inteligencia nacional o como jefe del servicio de la Agencia Central de Inteligencia, roles generalmente reservados para oficiales de inteligencia de carrera, no “amigos” del presidente.
Feinberg carece de experiencia en el universo de la seguridad nacional y su mayor proximidad con estas cuestiones procede del control que tiene su empresa, Cerberus Capital, sobre dos fabricantes de armas y los jugosos contratos que cerró con el Departamento de Estado.
Trump criticó duramente la efectividad y el funcionamiento de la CIA y el FBI tanto durante la campaña electoral del año pasado como durante sus primeras semanas como presidente. Recientemente las señaló como culpables de las filtraciones a los medios de comunicación sobre las conversaciones de su asesor en seguridad nacional, Michael Flynn, con Rusia, que el miércoles forzaron su dimisión.
El presidente afirmó ayer que encontrará a quienes hayan filtrado a la prensa información de su gobierno y que pagarán un gran precio. “Vamos a encontrar a los responsables de las filtraciones y van a pagar un gran precio por haber filtrado información. Las filtraciones, e incluso las filtraciones ilegales de asuntos clasificados, han sido un gran problema en Washington durante muchos años”, dijo Trump en respuesta a una pregunta de un periodista durante una reunión con miembros del Congreso en la Casa Blanca. “Por fin se está prestando atención a los desgraciados que filtran información. ¡Les cazaremos!”, escribió Trump luego en un tweet. “El fracasado New York Times (y otros) debe disculparse”, señaló en otro tweet. El mandatario advirtió que la prensa está fuera de control por las últimas acusaciones periodísticas contra su gobierno y su presunta conexión con Rusia.
Las tensiones en torno a las filtraciones parecen haber empeorado la ya tensa relación de Trump con los servicios de inteligencia del país, que, según informó ayer el diario The Wall Street Journal, le están ocultando algunos datos sensibles por miedo a que salgan a la luz. Y no lo hacen en venganza por los ataques que reciben de su jefe supremo, sino por temor a que este pueda filtrar datos de la seguridad nacional. La llegada de Stephen Feinberg como enviado presidencial, cuyo cargo no está aún determinado, es vista por los afectados como el aterrizaje de un censor. Alguien que impondría los puntos de vista presidenciales y, que buscaría reducir las discrepancias entre los informes de las agencias y la visión del mundo de Trump.
En una serie de cuestiones (incluyendo el acuerdo nuclear de Irán, la utilidad de la OTAN y la mejor forma de combatir la militancia islámica) gran parte de la información y análisis producidos por las agencias de inteligencia estadounidenses contradice las posiciones políticas de la nueva administración. La división es más dura cuando se trata de Rusia y el presidente Vladimir Putin, a quien Trump ha elogiado repetidamente mientras rechazaba las evaluaciones de inteligencia estadounidenses de que Moscú buscaba promover su propia candidatura.