No extraña que los gobiernos duros de Israel odien tanto a Hezbollah
, porque fue una política dura de Israel que inventó a Hezbollah. Como dijo el ex premier israelí Ehud Barak, la invasión del Líbano de 1982 fue uno de los grandes errores políticos de Medio Oriente y culminó con una ocupación israelí de una franja en el sur. Era una franja chiíta, y los clérigos comenzaron a organizar la resistencia a la ocupación, consiguiendo algo de apoyo de la todavía flamante Revolución Islámica en Irán. Hay todo un debate académico sobre si Hezbollah, el Partido de Dios, fue fundado ese mismo año o fue una red más o menos informal de grupos armados hasta la fundación formal en 1985. En ese año comenzaron a llegar grupos de Guardias Revolucionarios iraníes para entrenar a los combatientes, con anuencia siria y usando bases en territorio discretamente cedido por los sirios. Esta pata siria casi nunca es mencionada por israelíes, ingleses o americanos.
El rejunte original de grupos armados creció en las dos guerras civiles libanesas, la de 1982-1983 y la de 1985-1986, en el combate a la presencia norteamericana en Líbano y en la feroz resistencia a la ocupación israelí. En el camino, Hezbollah fue pionero en crear una dureza extraordinaria de ataques suicidas, asesinatos políticos, toma de prisioneros para intercambiar, secuestros y simples ejecuciones. Que Siria haya ocupado buena parte del Líbano también ayudó a Hezbollah, que se colocó bajo su paraguas político y aceptó ser su frente en el combate con Israel.
Para 1990, Hezbollah comenzó a participar en las elecciones libanesas, aunque el ex secretario general de la organización se abrió con un grupo minoritario que rechazaba entrar en el juego electoral. Con la aprobación del Líder Supremo iraní Alí Khamenenei, el grupo ganó los doce asientos legislativos disponibles geográficamente. Así comenzó la virada hacia la política, con Hezbollah creando inesperados lazos con los cristianos libaneses y proponiendo una plataforma de libertades políticas, culturales y religiosas como algo “santificado”, aunque no para los grupos que considere cómplices de Israel. Fue notable cómo una organización armada, al comienzo confesional, comenzó a crear legitimidad política hacia el interior del Líbano.
En su frente interno, Hezbollah tuvo tres fracasos importantes. Uno fue convencer a alguien de que se había transformado en un partido político separado de la organización armada Organización de la Yihad Islámica. Hasta en sede judicial, en Estados Unidos, se descartó que esta OYI fuera algo separado de la organización madre. Otro fiasco fue la idea de crear un frente polirreligioso armado, que no despegó ni entre los cristianos más cercanos. Y el tercero fue apoyar armas en mano al acosado régimen de los Al Assad en Siria luego de la rebelión de 2012. Al comienzo, muchos entendieron que así se pagaba una deuda política importante, pero los años de guerra civil desgastaron la imagen, cuidadosamente construida, de que Hezbollah fuera más político que sectario.
Mientras tanto, en los territorios que controla hacia el este y al sur, Hezbollah funciona como un gobierno, manteniendo servicios sociales, cuidando el orden, barriendo las calles, pagando jubilaciones. Hasta ofrece salidas laborales, porque como fuera armada hace tiempo que es mayor y más fuerte que el ejército nacional del Líbano. La organización además mantiene cuatro hospitales, doce escuelas y doce clínicas.
Pero no son los servicios sociales los que preocupan a los enemigos de Hezbollah sino su fuerza militar. Con más de sesenta mil combatientes, la organización tiene decenas de miles de cohetes de corto alcance, los Katyusha 122 rusos, y cientos de misiles de mediano alcance. Los israelíes ya los vieron usar drones, al parecer de fabricación local, y saben que la organización tiene excelentes defensas digitales en sus extensas redes de computadoras. Sus centros operativos de comando están protegidas por baterías antiaéreas de misiles rusas SA-6. Las famosas “fuentes de inteligencia” especulan sobre cuántas armas antitanque le vendieron los rusos. En estos meses, Hezbollah está recibiendo un aporte invaluable a su poder militar con la vuelta de cientos de militantes endurecidos y entrenados por años de guerra en Siria. Esta capacidad para la guerra convencional es una novedad que puede cambiar el rol de Hezbollah en la región. Su capacidad de realizar atentados comenzó con ataques a bases norteamericanas ya en 1982 y ya costó cientos de vidas. La organización hasta envió combatientes y entrenó tropas bosnias musulmanas durante la guerra civil de Yugoeslava.
Pero lo que puso a Hezbollah en el centro de tantas tormentas es su capacidad y su voluntad de atacar a Israel. En los largos años de la ocupación israelí del sur libanés, Jerusalén lanzó repetidas ofensivas para erradicar a la organización, pero terminó retirándose en 2000. Hezbollah organizó un desfile militar de triunfo y subió enormemente en popularidad. Siguieron repetidos ataques a través de las fronteras que dejaron a la organización en el curioso rol de ser el único grupo capaz de pasar las fronteras israelíes, aunque sea brevemente. En 2006, Israel lanzó un fuerte ataque de represalia contra Hezbollah, la organización lanzó cientos de misiles contra el norte israelí y las batallas terminaron con combates para tomar bunkers de la organización.