No confundir, ni de lejos, con el trapero argentino. Es más, los Malajunta uruguayos incluso creen que es un grupo chileno y les divierte la situación. “Cuando usamos el hashtag y lo seguimos... ¡aparecen muchos culos y tetas! Pero nos gusta tanto el nombre que nos apegamos a él. Al fin y al cabo, las malas juntas siempre son extremas, ¿no?”, se ríe y se pregunta esta yunta mala dedicada al tango, e integrada por Adriana Filgueiras, en voz; Jorge Alastra, en guitarra; y Juan Rodríguez, en violonchelo y acordeón. “En nuestro caso, el nombre no está relacionado directamente con el tango de De Caro y Laurenz, como podría suponerse. Más bien se trata de una guiñada a todos los tangueros. Vamos más por el concepto de la palabra así escrita de corrido, como una idea muy rioplatense: cuidarse de las malas juntas, de lo que las malas juntas provocan. A veces son ellas las que te llevan a ese borde, a esa orilla donde podés ver paisajes que tu abuelita no te hubiera mostrado”, asegura Filgueiras, antes de adelantar piezas de Tango Infinito hoy  21 de julio a las 21 en Circe (Córdoba 4335).

Tal disco, a punto de publicarse, será el tercero de una saga que arrancó en 2012 (dos años después del origen del grupo) con Baldosa floja, y continuó en 2015, con la edición de Dar. “Tango infinito es como una declaración: para que el tango sea infinito -y lo será- necesita recibir otras miradas, otras tímbricas y otras historias. Y por ahí vamos… Nos adscribimos más claramente a una especie de subgénero del tango que en Montevideo hemos llamado 'tanguez'”, sostiene la cantora, acerca del adn de un disco que debe su nombre a un poema del anarco español Salvador Puig. “Lo musicalizamos y elegimos que nombrara al disco por esa intención que tenemos de insistir para que el tango sea infinito… Salir de la noria de la eterna repetición, quiero decir. Es un riesgo, y nos encanta”.

-¿Cómo se respira el tango, hoy, en Montevideo?

-Montevideo está despertando al tango en una especie de nueva y refrescante ola de vigor. Finalmente, luego de muchos años, parecemos estar apropiándonos de este género que compartimos con los argentinos, y mucha gente está interpretando, probando formaciones osadas, componiendo, arriesgando y estudiando. Es un buen momento, con el surgimiento de nuevos festivales, recitales compartidos con colegas, emprendimientos desde lo público pero también desde lo privado con buena recepción del público y de buen nivel artístico. Igual, venir a Buenos Aires siempre es una bocanada de aire. Venimos de una hermosa ciudad, es cierto, pero chica y con un circuito cultural más chico aún. Esa es una diferencia, sí, pero en la sensiblidad somos muy parecidos. El tango es una patria común que tenemos entre ambos países.