“Es sustentable pero con una probabilidad baja (is sustainable, but not with high probability)”. El Fondo Monetario Internacional usa estas palabras para resumir la incertidumbre que produce el futuro de los pagos de la deuda externa de los argentinos. El planteo describe a la perfección la sensación de los inversores. Pocos creen que la Argentina enfrenta una situación de default por delante aunque nadie se anima a descartar ese escenario.

El precio del dólar genera sentimientos parecidos. El tipo de cambio en torno de los 43 pesos puede sostenerse en los próximos meses pero resulta poco probable . ¿Por qué podría mantenerse? El Banco Central se blindó a partir de abril para intentar defender la divisa de cualquier ataque especulativo. Tiene margen para subir en 16 puntos la tasa de interés, salir a vender contratos de futuros por más de 3000 millones de dólares, usar reservas en el mercado cambiario y subastar dólares a cargo del Tesoro.

Esto no implica que el escenario de dólar estable tenga una posibilidad elevada. Pocos creen que la divisa se mantenga quieta hasta las elecciones por más que nadie lo descarta. Las herramientas para adelantarse a los acontecimientos son una de las maravillas de los seres humanos. En 1654 Fermat le propuso a Pascal la solución a un juego que dio sustento a los cálculos de probabilidad y con ello a unos de los instrumentos más potentes para preocuparse no sólo del pasado y el presente sino del futuro.

La intuición del mercado con el dólar incorpora la originalidad de Fermat. La probabilidad de que la divisa se sostenga es baja porque los inversores consideran que los eventos que pueden disparar una nueva corrida ponderan más que los eventos que pueden contenerla. La lista de factores que empiezan a presionar sobre el tipo de cambio es larga. Los principales elementos que suman tensión en la plaza cambiaria son sencillos de identificar.

El dólar quieto y la inflación mensual cercana al 3 por ciento no son compatibles. Las reservas internacionales netas por abajo de 20 mil millones de dólares y casi 900 mil millones de pesos en el mercado con potencial para dolarizarse tampoco parecen consistente. El patrimonio neto del Central es otro de los tema de preocupación. Los pasivos de la entidad son muy importantes. El endeudamiento de corto plazo en Leliq ya supera a la base monetaria. Todos los días se renuevan más de 200 mil millones de pesos de estas letras y hace meses que se ofrece una tasa de interés cercana al 60 por ciento anual.

Los desequilibrios que acumula la autoridad monetaria son muchos. Pero existe un elemento que pesa más que todo lo anterior: el balance de gestión del organismo es para el olvido . La credibilidad de los inversores en la pericia del Central para sostener el dólar está desgastada. La inflación y el crecimiento son las dos prioridades de cualquier Banco Central en el mundo. El último informe de la consultora de Carlos Melconian deja en evidencia el desorden provocado por las políticas monetarias.

En los últimos cuatro años la inflación acumulada fue del 240 por ciento y el retroceso del PIB fue del 3,2 por ciento. En los cuatro años anteriores la inflación acumulada había sido de 186 por ciento y el PIB había marcado un avance del 1,5 por ciento. El resultado de estos últimos 8 años arroja una inflación acumulada de 866 por ciento y una caída del PIB del 1,7. En el mismo período Latinoamérica acumuló una suba de precios del 31 por ciento y registró una expansión del Producto Interno Bruto de 29 por ciento.