Las denuncias en la provincia de Buenos Aires por abuso sexual con acceso carnal aumentaron un 15,6 por ciento el último año. Otros delitos contra la integridad sexual, casi un 30 por ciento, según estadísticas oficiales del Ministerio Público bonaerense. La última Encuesta nacional de Victimización reveló que el 87,4 por ciento de las personas que dijeron haber sido víctimas de violencia sexual en 2017 no radicaron la denuncia (ver aparte). Después de los pedidos de soborno, éste es el segundo delito menos denunciado. ¿Se está resquebrajando ese cerco de silencio que mantuvo callada e impune la violencia sexual que mayoritariamente afecta a mujeres y es cometida por varones del entorno familiar o cercano? Movimientos como el #YaNoNoCallamosMas impulsado por denunciantes de abusos sexuales por parte de músicos de rock y, más recientemente, la acusación de la actriz Thelma Fardín --acompañada por el colectivo de Actrices Argentinas-- contra Juan Darthés, empujaron a muchas mujeres a animarse a hablar. En una extensa entrevista, la psicoanalista infanto juvenil Susana Toporosi, integrante del área de Salud Mental de Adolescencia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, de la ciudad de Buenos Aires, alertó sobre el déficit de recursos en el sector de salud para dar respuestas ante la avalancha de consultas que están recibiendo, y la falta de capacitación en la Justicia para romper con la impunidad en este delito y comprender la particularidad de los casos que involucran a niños, niñas y adolescentes, su posibilidad de expresar los abusos padecidos y dejar de considerar que “mienten”. Toporosi destaca 14 claves sobre el abuso sexual en la infancia y la adolescencia, las madres que no pueden proteger a sus hijas, los casos en que el perpetrador es un profesor o un ídolo de la víctima, los adolescentes que tienen conductas abusivas con chicos o chicas, la posibilidad de recuperación, y las herramientas para prevenirlo, entre otros ejes.
“Lo que vemos después de la denuncia de Thelma es que empezaron a salir a la luz cantidad de relatos, e incluso la pregunta de si eso que habían sufrido de chicas había sido o no abuso”, destacó Toporosi. Al mismo tiempo, contó que recibe cada vez más adolescentes varones de escuelas secundarias porteñas, públicas y privadas, “que están pidiendo atención porque --escrachados o no-- empiezan a notar de que sus amigas les señalan un montón de cosas, que en cualquier momento van a quedar afuera de algo y están angustiados:”. También, señaló que en el hospital aumentaron las consultas de adolescentes que tuvieron conductas abusivas con chicos o chicas menores que ellos. Toporosi es autora del libro En carne viva. Abuso sexual infanto juvenil (Editorial Topia, 2018).
--¿Qué impacto social observan que tuvo la denuncia de Thelma Fardin?
--La denuncia de Thelma Fardin y el colectivo de Actrices Argentinas fue un acontecimiento que marcó un antes y un después en relación a trasmitir que uno no está solo, en este caso, solas, y que se puede romper con esta muestra fundamental del patriarcado que es la dominación de un adulto sobre niñas, niños, adolescentes a través de una apropiación de su sexualidad, de empujarlos a ingresar a una situación en la no están listos y que no es de esa manera. Cuando entrevistamos a adolescentes o a niñas en el hospital nos encontramos también con historias de sus madres y de sus abuelas, que nunca antes habían sido contadas, y que lo cuentan en la consulta a partir del abuso de una niña. Sabemos es que esto hace muchos años sucede, y nadie se animaba a relatarlo porque pensaban que nadie les iba a creer. En provincias con modelos muy conservadores, todavía sucede que una chica que trabaje en una casa pueda ser abusada por el dueño de casa y si llegara a quedar embarazada huiría creyendo que es quien provocó la situación, que es la culpable y de ninguna manera puede considerarlo como un abuso. En esa asimetría de poder, no hay como escapar de esa situación. Lo que vemos es que después de la denuncia de Thelma empezaron a salir a la luz cantidad de relatos, incluso la pregunta de si eso que habían sufrido de chicas había sido o no abuso.
--¿Qué efecto tiene el abuso sexual en niñas, niños y adolescentes?
--Algo muy importante para entender esta temática es comprender qué implica lo traumático, qué efecto tiene el abuso sexual sobre subjetividad del niño, niña o adolescente. Cuando decimos traumático nos referimos a que aporta un exceso de excitación que desborda al Yo de esa nena, y está todo el tiempo presente. Como cuando alguien vive alguna situación muy violenta y no se la puede sacar de la cabeza. Al principio es así. Luego ese chico o chica empieza a tratar de hacer algo para poder seguir viviendo con eso y aparecen ciertos mecanismos que muchas veces llevan a que esa vivencia quede encapsulada, y no la recuerden. Pero para encapsular eso, el Yo de esa persona tiene que usar muchísima energía y entonces se queda bastante empobrecido, incluso para identificar situaciones que pudieran estar ligadas a eso traumático.
--¿Por esa razón puede ocurrir que una madre que sufrió en su infancia situaciones similares no pueda proteger a una hija de un padre o abuelo abusador?
--Exacto, y no es que sean malas madres --aunque, claro, hay madres perversas que pueden ser cómplices-- pero en muchos casos vemos que son madres que también estuvieron atravesadas por una vivencia traumática de ese estilo, lo han encapsulado para que eso no retorne, y es como si no pudieran pensar que a su hija o su hijo les puede pasar algo similar y no pueden detectar las señales. Si ellas pudieran contar eso, se desarmaría ese encapsulamiento. Con la denuncia de Thelma empiezan a aparecer personas que tenían esto como apartado; su relato por algún lugar se conecta con algo propio y surgen muchísimos síntomas en mujeres que piensan que podrían haber sido abusadas. Es el cuerpo el que registra lo traumático, siente los impactos y empieza a traer recuerdos y escenas. En los días posteriores la cantidad de consultas fue muy importante. Es valioso que esto esté sucediendo después de años de silenciamiento. Algo silenciado desde un poder que trabaja para que eso no salga a la superficie, no se conozca, para que las personas no hablen, no se junten. Por eso fue tan importante la denuncia de Thelma.
--La antropóloga Rita Segato advierte que la violación es un crimen del poder, en el que no hay deseo sexual. ¿Qué mueve al abuelo a abusar de sus nietas, o al padre o padrastro de la hija, a Cristian Aldana de sus fans…?
--Coincido con Rita Segato. No se trata de disfrutar con la sexualidad. Tiene que ver con un goce con el poder de someter y dominar a otro y el arma es la sexualidad. No cualquiera puede hacer esto. Podríamos decir en general que son sujetos perversos, que tienen en su aparato psíquico mecanismos que les permiten gozar sometiendo a otro desubjetivándolo, sin conectarse con el sufrimiento del otro. Esa es la conexión. Pero la persona perversa utiliza justamente la posibilidad de esa asimetría entre un adulto y un niño, y la cercanía y familiaridad que tienen con él para poder estar a solas, y poder ejercer ese dominio sobre el otro. Es una persona que no se angustia y cuya sexualidad necesita repetir el abuso cada vez con mayor frecuencia.
--¿Cómo juega la impunidad en su accionar?
--Para que un sujeto perverso despliegue su condición tienen que haber ciertas condiciones de impunidad en el entorno. Puede ser que alguien pueda empezar con esto, pero si se va a encontrar con una serie de consecuencias, probablemente va a ser diferente el modo en que se va a desplegar.
--Usted trabaja hace varios años con adolescentes que han tenido algunas conductas sexuales abusivas con chicos o chicas más pequeños. ¿Qué tienen en común?
--En primer lugar quiero decir que no hay que nombrarlos como abusadores, porque tenemos que diferenciar su sexualidad de la de un adulto. Nombrar a alguien como abusador tiene efectos muy fuertes para que alguien termine siéndolo. No es lo mismo decir que alguien tiene conductas que decir que es un abusador porque la adolescencia es un período de construcción de identidad. ¿Qué tienen en común? Encontramos el antecedente de que algunos vivieron situaciones de abuso sexual en su infancia y otros, no, pero vivieron otro tipo de abusos emocionales y situaciones muy dolorosas como por ejemplo, muchas ligadas a figuras paternas: un papá que se fue y no lo vieron más, y de repente lo ven en Facebook con otra familia y otros hijos, o un papá que después de muchos años vuelve de visita y habla con su hermano mayor y a él no le dirige ni una palabra. Trabajo con un sector social que ha vivido muchos desamparos y maltratos. Encontramos el efecto de lo social sobre la ruptura de lazos familiares, progenitores con conductas que han provocado mucho dolor. Son adolescentes que se sienten muy desvalorizados y tener un gesto de domino y poder sobre alguien considerado más débil en la sociedad de pertenencia, que sería un niño o niña, sería de alguna manera intentar reconstruir una sensación de mucha desvalorización propia, y a la vez hacer algo para ser reconocido en la comunidad de varones. Aunque a veces no se lo cuentan a otros chicos, dentro de su propia cabeza funciona. En relación a Aldana, hay que entender que nuestro Código Penal actual establece que hasta los 13 años aunque una chica diga “yo estoy enamorada”, no hay posibilidad de considerar ningún tipo de consentimiento. Y entre los 13 y los 16, cuando se trata de una persona mayor de edad no se puede tampoco dar el consentimiento.
--¿Hay diferencias entre un abuso cometido por un compañero y cuando se trata de un adulto?
--Haría primero una distinción: en las relaciones entre pares pondría una palabra clave que es el consentimiento y cuando hay un adulto, la palabra clave es responsabilidad. La cría humana necesita mucho tiempo, requiere de muchos años de dependencia con el adulto hasta el final de la adolescencia. La relación entre un adulto y una adolescente es siempre en asimetría. Un adolescente puede parecer muy independiente pero necesita todavía del mundo de los adultos. El que está en el polo adulto de esa asimetría tiene responsabilidad siempre de quien está en el otro polo. Eso sirve para pensar situaciones como la de un profesor y una alumna que se llevan pocos años, incluso en una universidad, donde podríamos no encontrar muchos años de diferencia. Pero la relación docente-alumna genera una serie de fenómenos de transferencia, de idealización. Hay que pensar esas relaciones desde esas asimetrías de poder, donde quien está en ese polo tiene responsabilidad sobre el otro. No están en igualdad de condiciones. Después del manifiesto de las alumnas del Colegio Nacional de Buenos Aires e incluso antes, empezaron a aparecer un montón de situaciones con distinta gradación en el mundo adolescente. Entre ellos, la palabra “abuso” circula como agua. Me parece que es complicado por lo mismo que no nombraría abusador a un adolescente que tuvo una conducta abusiva, no porque no lo considere una situación seria, y que ese chico necesita un tratamiento, y organismos de derechos se involucren, porque ahí hubo una transmisión de legalidad que no se produjo, y hay algo que debe instalarse. Ese adolescente necesita un trabajo de construir responsabilidad. La responsabilidad se construye. La adolescencia es un momento clave para construir responsabilidad.
--¿Qué resultados están observando con el abordaje terapéutico de adolescentes que han tenido conductas abusivas?
--Esos chicos nunca fueron escuchados ni considerados como sujetos. El espacio terapéutico donde son alojados, a través del vínculo que se arma, les muestra que hay alguien que está disponible para intervenir y escuchar en un vínculo de confianza: eso es lo que repara. Por eso mismo está clarísimo en los casos de adultos que son perversos las condiciones de la cárcel --como están pensadas en nuestro país-- son absolutamente contrarias a las que necesitaría una persona de esas características para poder recuperarse, que es conocer lo que es un vínculo de confianza. Muchas veces, la terapia resulta la primera vez donde alguien los espera, los escucha, cree lo que dicen, porque no tuvieron adultos con quien armar ese vínculo de confianza. Cuando esa experiencia se da, esos chicos realmente salen en otras condiciones. Por supuesto también es muy importante lo social, que pasa en su casa, porque si sigue en condiciones adversas es muy difícil. Y hay otras cosas importantes: los sistemas de salud, los recursos, las políticas, porque estamos viviendo en un momento en que se considera la salud como un gasto inútil que hay que recortar. Son pibes que necesitan por lo menos uno o dos años de trabajo familiar, y para eso hace falta terapeutas y capacitación y estamos con un sistema de salud que está explotado y cada vez da respuestas más acotadas, más breves porque todo el mundo está más desbordado.
--Más allá de las situaciones de abuso, ¿está recibiendo consultas vinculadas a situaciones que tienen que ver con cómo rearmar las pautas culturales, los códigos de levante, la manera de pensar las masculinidades, entre adolescentes?
-- Lo que veo en las consultas de los adolescentes de colegios secundarios públicos y privados de la Ciudad, es que están pidiendo atención porque se encuentran con que fueron escrachados, o no, pero empiezan a darse cuenta de que sus amigas les empiezan a señalar un montón de cosas, y que en cualquier momento van a quedar afuera de algo, si ya no lo hicieron, y están angustiados. Muchos varones tienen muy naturalizada una conducta avasallante, más narcisista de no tener tan en cuenta al otro y todo esto que está sucediendo los está dejando mal parados en grupos. Esto es lo que los mueve a la consulta.
--¿Hay diferencias en cómo se puede procesar un abuso sexual ocurrido en la infancia cuando se trata de una chica o de un varón?
--En ambas situaciones son traumatismos de alto impacto. Pero el procesar una situación traumática no depende solamente del hecho ocurrido entre ese chico o chica y el adulto que los abusó, sino de muchísimos otros factores relacionados con el entorno. Que una situación no se silencie y se denuncie tiene un efecto muy importante en el procesamiento psíquico individual de cada uno de los que vivieron ese traumatismo. No es lo mismo que en la sociedad quede dicho públicamente quién fue el que provocó el daño y quién el dañado, que si nadie lo dice: ya en el decir colocás en el lugar a cada uno y con eso comienza la posibilidad de procesamiento para el psiquismo individual. Fíjense lo que pasó con la Guerra de Malvinas: Cuando volvían los ex combatientes nadie les preguntaba qué les había pasado y no tenían posibilidad de contarlo. Como no quedó dicho en la sociedad lo grave de lo que esos chicos habían atravesado, terminaron suicidándose más que los que murieron en el campo de batalla. Lo que pasa a nivel colectivo tiene un impacto muy importante a nivel individual. Muchos varones no han denunciado los abusos porque es vivido como algo mucho más vergonzante, la idea de que probablemente va a ser homosexual hace que seguramente ellos hayan vivido más en soledad la situación de abuso que las chicas.
--¿En chicas que han sido abusadas queda como secuela una dificultad de acercarse amorosamente a un varón?
--Formo parte de un equipo de investigación sobre este tema en la UBA. La primera exploración fue cualitativa, sobre sobre los efectos en la apropiación de la genitalidad de chicas que fueron abusadas sexualmente en su infancia. No podría responder estadísticamente pero vimos que en la gran mayoría de las chicas, además de una gran dificultad para conectarse con su propio placer en el cuerpo, tenían dificultad para acercarse a los varones. Es una situación que deja una marca en relación a mucha desconfianza hacia el otro en general.
--Pareciera que un abuso va gestando otro… ¿Cómo se puede cortar esa rueda?
--Es fundamental la imprescriptibilidad del delito de abuso porque las personas que lo sufrieron hablan años después. El tema de que lo que cada uno trae en la cadena es muy complejo: si un chico fue sobrecargado con sexualidad adulta en un abuso, tiene esa sobrecarga: es como si lo picó un mosquito --voy a usar una metáfora--, el mosquito ya no está pero tiene la roncha que le pica en el propio cuerpo. Esa sobrecarga excitatoria es algo que está en el propio cuerpo, que es un exceso, que necesita una descarga, entonces va a buscar muchas veces a otro chico, que puede ser un par, para hacerle lo que le hicieron, pero no solo por una descarga física sino por una posibilidad de repetir algo para ver si puede entender, tramitarlo de alguna manera para que no le siga dando vueltas a la cabeza. Como en la metáfora de la roncha y el mosquito, ya no necesita más que esté el abusador, ya está dentro del propio sujeto, y eso lo impulsa a repetir y se van formando esas cadenas. Es fundamental la Educación Sexual Integral. En esos casos hace falta que un adulto intervenga.
--¿Se sigue apelando al falso Síndrome de Alienación Parental en causas judiciales para garantizar impunidad a abusadores?
--El llamado SAP es un invento que se le intentó dar un cariz científico pero que ya fue descalificado por la OMS y otros organismos. En nuestro país tuvo un auge en los años 2000 y generó un fenómeno en los juzgados donde fueron tomadas esas ideas y hoy día siguen siendo muy pregnantes. De cien denuncias penales a abusadores, cuando el vínculo es el padre, hay uno o dos que quedan condenados. Todos lo demás quedan absueltos y con esa sentencia empiezan a reclamar en lo civil la re vinculación con los hijos, que en la mayoría de los casos no los quieren ver. Y muchas veces las madres son consideradas, por jueces, juezas, fiscales --hay muchas mujeres que son más defensoras del patriarcado que los varones--, como mentirosas.
--¿Cómo actúa la justicia?
--Parte de la idea de que mienten. Los chicos tienen que hablar y contar lo que les hicieron en Cámara Gesell: alguien que fue traumatizado por su padre le tiene que contar a un entrevistador al que ve por primera vez, que no conoce, con palabras, lo que le hicieron, y es algo que no lo puede pensar en su cabeza, aquello no se lo puede decir a nadie, ni siquiera a la mamá, pero lo tiene que decir con palabras porque si no, no se lo considera prueba. Se lo trata como un adulto. No se entiende que un niño se expresa de otras maneras. Cuando alguien vivió un traumatismo lo que más afectado queda es el cuerpo. El chico tiembla, se larga a llorar de golpe, empieza con palpitaciones, está en alerta ante cualquier ruidito, en la entrevista está mirando para atrás, en actitud vigilante. Son todos modos de expresiones corporales. Siempre habla el cuerpo más que las palabras en lo traumático. Y se le está pidiendo a un chico que hable con palabras para que eso valga como prueba para poder condenar al adulto abusador. Además, a los chicos les hacen la prueba de credibilidad del relato, cosa que no existe con los adultos y es el que más podría mentir. El niño no puede mentir sobre una situación de sexualidad adulta si no la hubiera vivido porque la sexualidad infantil no tiene nada que ver con lo genital.
--¿Cómo se puede trabajar en la prevención?
--Uno de los elementos es el de la obediencia de los niños a los adultos. Obedecer tiene esta contracara. Es importante incluir la idea de que si hay algún adulto obligándole a hacer algo que no les gusta pueda desobedecer. Primero saber de antemano qué es un abuso y saber que se puede apoyar en un colectivo que le puede decir que no a un abuso.
* La entrevista fue realizada en el marco del curso de Comunicación, Género y Sociedad, del Área de Comunicación y Cultura de Flacso Argentina, coordinado por las autoras.