¿Le hubiera gustado al innovador artista Lucio Emilio Fontana (Rosario, 1899; Varese, 1968) visitar Lucio Fontana. Los orígenes, la exposición que en su homenaje se inaugura hoy a las 15 en el hall central del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Bv. Oroño y Av. Pellegrini) de su ciudad natal? ¿Qué habría sentido el creador del Espacialismo al ver enmarcados y exhibidos al público sus bocetos, sus scherzos, sus pequeñas bromas privadas como el Papa afeitándose, los monstruos y las modelos que dibujaba para aflojar la mano y las tensiones?

Si bien el valor de la mayoría de los dibujos exhibidos consiste ante todo en cómo revelan los procesos de trabajo, un artista moderno del siglo XX como Fontana (tabicado entre lo comercial y lo auténtico, lo mayor y lo menor, la obra y el ejercicio), si viviera se avergonzaría de ver mostrados a todos los íntimos bosquejos que su viuda Teresita donó veinte años después de su muerte al Centro Studi e Archivio della Comunicazione de la Universidad de Parma, especializado en la catalogación y estudio de los documentos de procesos artísticos.

Organizada por la Societá Dante Alighieri

de cuya sede rosarina en 1910 participó

el escultor Luigi Fontana, padre de Lucio.

Sin embargo la muestra, que además de una excelente sección documental con fotos asombrosas, incluye las tres esculturas y el óleo perforado de Fontana que integran el patrimonio del Museo, en su aspecto diplomático representa un punto alto en las relaciones entre los dos países del artista. Está organizada por la Societá Dante Alighieri, de la fundación de cuya sede rosarina en 1910 participó el escultor Luigi Fontana, padre de Lucio. En 1913, Luigi hizo un Dante Alighieri para la entrada principal del colegio de ese nombre, frente al cual (en el cantero central del bulevar Oroño) se luce otro busto del poeta florentino esculpido por su talentoso rival Erminio Blotta.

Andres Macera
Concepto espacial. Oleo, detalle (1951).

Desde Italia, la Societá es una de las instituciones que participan en programas del Ministero per i Beni e le Attivitá Culturali para difundir la cultura italiana en el mundo. Este año es la primera vez, desde su fundación en 1889, que la Societá Dante Alighieri celebra fuera de Italia su congreso, eligiendo como sede a Buenos Aires. Las curadoras Chiara Barbato y Valentina Spata despliegan una valiosa investigación en el elegantísimo libro catálogo bilingüe, que se continúa y resume en una pared de cronología donde el equipo gráfico del Museo rosarino demostró estar a la altura de la Madre Patria del diseño mundial. El exquisito óleo rojo del Concepto Espacial (1951) que con el bronce Muchacho del Paraná (1942) compite por el estrellato de la muestra, no sólo es el color heráldico emblema de toda la gráfica, sino que gracias a las vistas laterales del audaz diseño arquitectónico original de 1937 por Hernández Larguía y Newton (restaurado hace dos años en el octogésimo aniversario del Museo) suma a la gala tres rojos vanguardistas que resuenan: una estructura de Noemí Escandell, el gesto de una pintura por Eduardo Favario y un móvil de Julio Le Parc que arroja luces al lustrado piso. Una fiesta de rojos que se hacen muy buena compañía: es que la singularidad de Fontana radica en su lugar único entre el Modernismo y la vanguardia.

De esta y otras cosas informa el catálogo ilustrado que será lectura ineludible para quien estudie la obra de Lucio Fontana. Allí, en su ensayo "Un destino sudamericano", Alessandro Massi reescribe una cita del "Poema conjetural" de Borges para presentar esta rara biografía de un ir y venir entre Argentina e Italia, e Italo Tomassoni analiza la influencia modernista en Fontana de su maestro Adolfo Wildt. Abre así la puerta a una revisión (que aún es preciso hacer en Argentina) sobre el rol del neoclasicismo modernista del siglo XX en la plástica. Las dos piezas patrimoniales pequeñas de la muestra (el retrato de Julio Vanzo y la Mujer peinándose) se valoran aún más a esta luz.

Escriben también Andrea Ricciardi y Amadeo Lombardi (Presidente y Vicepresidente de la Societá Dante Alighieri), Rosanna Binacchi (Directora de la Secretaría General, Servicio III y Relaciones Intenacionales del Ministero per i Beni e le Attivitá Culturali), Francesca Zanella (Presidenta del Centro Studi e Archivio della Comunicazione de la Universidad de Parma) y el director del Museo Castagnino, Raúl D'Amelio, además de por supuesto las curadoras. Chiara Barbato explora las implicancias estéticas de su vínculo de profunda amistad con el pintor Julio Vanzo, y Valentina Spata se adentra en la compleja relación que sostuvo el artista con su padre.

Párrafo aparte merecen las fotos, que ilustran el amor de Lucio por Italia: la medalla al valor que luce sobre su uniforme de soldado heroico en la Primera Guerra Mundial, los baúles de 1947 que parecen decir "ci portiamo via tutto!" o su recorrido por las ásperas ruinas de posguerra que con estoicismo deploraron los poetas italianos de entonces, Ungaretti y Montale, tan influyentes en los de en Rosario.

No es la primera vez que tiene lugar en Rosario una exposición de esta índole, que presenta material documental sobre los comienzos de Lucio Fontana y familia en su ciudad. El pintor Miguel Ballesteros curó una en 1999, con abundante material epistolar, en el hoy Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, conmemorando el centenario de su nacimiento; hubo otra en 2010 donde se valorizaba el rol artístico de su tío y de uno de sus hermanos. La del 2010, con curaduría de Emilio Ghilioni, inauguró la sala de exposiciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, cuya alegoría de la Justicia es obra del antiguo estudio de los Fontana.