"Esta muerte no termina con Toretto, este es solo un capítulo más de la guerra entre Alvarado y los Cantero, a través de terceras personas. Es como la guerra fría donde cada uno tiene su Corea", confesó ayer uno de los principales pesquisas del caso del asesinato a manos de sicarios de Carlos Ariel Señuque, cuyo alias remite al protagonista de la saga fílmica Rápido y Furioso. Aunque parezca una ironía su vida fue así: en la última década pasó de barrio Tío Rolo a Pichincha, marcando un ascenso fugaz y un final abrupto. La ligazón de los investigadores para sumarla como un nuevo enfrentamiento entre las dos bandas con mayor poder de fuego en Rosario es a nombre de quien estaba el contrato de aquiler temporario por un año, que habitaba Señuque: es un miembro de la familia Maradona, un clan ligado históricamente a la otra familia poderosa de La Granada. Los Maradona construyeron su poder primero como hábiles hombres de armas, que después podrian haber crecido en el negocio ligado al mundo narco. Sin embargo algunos de sus miembros se fueron refinando, y uno de ellos en especial, fue el que deambuló en la misma mañana del crimen entre los cronistas apostados en el lugar reproduciendo la primera versión del crimen, a punto tal que hasta el propio fiscal debió salir a relativizarla: la misma aseguraba que Señuque había discutido con alguien en la puerta de un boliche rato antes de ser asesinado. Así, ingresó la primera pista que distraía a los pesquisas del fondo real de la cuestión.
Los investigadores rápidamente entendieron la situación cuando ingresaron al quinto piso de Brown 2857: sobre una de las paredes estaba enmarcada la camiseta de futbol con la que Angel Correa jugó en San Lorenzo. Como se sabe el pase del jugador pasó por las manos de la familia de Las Flores, y se lo identifica con los mismos. "Esto no es menor, para nosotros fue mucho" confió a este cronista uno de los pesquisas.
El segundo elemento de análisis que se arrojó sobre la mesa fue el decomiso de lo hallado en la caja fuerte ubicada en la misma propiedad: allí se encontraron algo más de 2.000 dólares, unos 200 euros y 20 gramos de cocaína. A media mañana llegó al lugar el real locatario, que tuvo que dar explicaciones ante el fiscal Miguel Moreno sobre el motivo por el cual tenía firmado un contrato de alquiler por un año a su nombre mientras el inmueble lo estaba ocupando la víctima.
Y aquí viene el principal dato que terminó de cerrar la principal hipótesis de los investigadores judiciales: este hombre de mediana edad es un miembro de la familia Maradona, históricamente apuntada en el sur rosarino con negocios poco legales y ligados a las distintos jefes de la comisaría 19. En rigor, mano de obra calificada , asociada al clan Cantero.
"En los últimos años cada comisario que llegaba a la 19 terminaba preso y seguro en alguna causa con los Maradona" confió la misma fuente de la pesquia, para graficar el peso específico de este grupo, que vale destacar tuvieron un ascenso económico que les permitió dejar el barrio que los vio nacer.
La sospecha de los investigadores es que este grupo podría estar en el negocio de las fiestas electrónicas y todo lo que gira en torno de las mismas como la provisión de todo lo que se consume en las mismas.
El caso tiene alguna arista particular por la joven que esperaba en el departamento del quinto piso: Agostina T. una joven de 19 años que de acuerdo las explicaciones que dio era solo una visita ocasional, y que solía instalarse en su casa por un par de días, pero no eran pareja.
La joven había sido detenida hace solo unos meses en la estación de servicio de Rioja y España junto a Mario Pereyra, con 13 kilos de marihuana retirados minutos antes del Correo Argentino ubicado enfrente.
Pereyra fue procesado por el juez Vera Barros por el caso, y curiosamente también se presentaba como relacionista público de boliches, la misma actividad con la que lo definieron al asesinado Señuque.
El magistrado federal entendió que el rol de Agostina era menor y le dio la libertad bajo una fianza de 50 mil pesos. La medida sin embargo caducó luego de esta muerte, tras la cual fue indagada por el juez federal quien además ordenó que quede detenida.
Pereyra fue gerenciador y relacionista público de boliches. Fuentes judiciales afirmaron a fines de abril cuando cayó preso que habia comandado en los últimos tiempos los destinos de los bares Faxion y Nenina. Este último cambió de nombre meses atrás a Alabama (Ricchieri entre Brown y Güemes) y es el mismo cuyo frente fue atacado a balazos días antes, un sabado por la noche, cuando también recibió un disparo el frente de otro bar, Blacklist, ubicado a menos de cien metros.