Un sujeto que no figura en la causa judicial supuestamente entró en la Argentina a principios de 1992 y enterró explosivos en Parque Centenario para perpetrar el atentado contra la Embajada de Israel. Parte del explosivo quedó enterrado hasta 1994, cuando lo desenterraron para el atentado a la Amia. Todo fue decidido en una reunión en la ciudad sagrada iraní de Mashad en la que estuvo presente un ayatolah fallecido tres años antes. En la Embajada hubo un suicida, algo que nunca figuró en la causa, mientras que en la AMIA el suicida fue un hombre sobre el que se hicieron estudios genéticos a partir de sangre entregada por dos hermanos. Esos análisis dieron negativo y están en el expediente. Estas son algunas de las inexactitudes y contradicciones que figuran en dos notas que publicó Clarín por el 25 aniversario del atentado contra la AMIA y en el marco del vals que bailan el gobierno argentino y el de Estados Unidos .
La historia, originada en servicios de inteligencia --según relata el propio firmante de las notas Nicolás Wiñazki-- intenta entregar como un paquete cerrado una versión de los atentados que en su mayor parte no figura en el expediente ni en la acusación formulada en su momento por el fiscal Alberto Nisman. Son aportes de inteligencia en las que se entonan las melodías de interés geopolítico de Washington, Jerusalén y la Casa Rosada: fue Hezbollah, fue Irán. Todo indica que se intentará una jugarreta parecida a las perpetradas por el falso abogado Marcelo D'Alessio. La mecánica es la siguiente. Se publica un texto de servicios de inteligencia en Clarín y, a continuación, el fiscal (Sebastián Basso, un hombre designado por el gobierno de Macri), lo blanqueará incorporándolo a la causa como si fuera una evidencia.
Página/12 resume el relato de Clarín señalando lo que está y lo que no está en el expediente y una serie de incongruencias que resultan hasta asombrosas:
1.- Clarín afirma que un hombre llamado Hussein Ibrahim Mohammad Suleman Abu Abas llegó de Brasil a principios de 1992 y enterró cinco kilos de C4 y TNT en el Parque Centenario.
El nombre de Abu Abas nunca figuró en las listas de capturas ni fue mencionado siquiera por el fiscal Nisman. El perito oficial en explosivos en el caso de la Embajada y perito de parte en la AMIA, comandante retirado de la Gendarmería Osvaldo Laborda, le dijo a este diario: "no tiene ningún sentido enterrar explosivos. Uno se expone dos veces, cuando entierra y desentierra. Algo tan valioso queda expuesto a que cualquier persona vea donde se entierra. Se esconde, pero en lugares privados, no públicos. Que sepamos, no hay un caso en el mundo en que haya ocurrido así".
2.- Dice Clarín sobre los cinco kilos de C4 y TNT enterrados en Parque Centenario. El material fue usado como detonador en los dos atentados.
"Respecto del explosivo --explica Laborda--, nunca se incorporó semejante información. Ese material no sirve de detonador, es la carga explosiva. Pero no alcanza ni remotamente. Nosotros y los expertos internacionales coincidimos en que en la Embajada se usaron entre 65 y 130 kilos de trotyl/hexógeno y pentrita. En el caso AMIA fueron unos 300 kilos de nitrato de amonio y trotyl, amonal". El diario habla de amodal, pero tal vez los servicios de inteligencia cometieron un error de tipeo. Es curioso que saben exactamente de los cinco kilos, pero no de dónde salieron los 300 del amonal.
3.- Clarín afirma que todo fue decidido en una reunión en la ciudad iraní de Mashad, en un encuentro de las máximas instancias del régimen de Teherán.
Según consta en la causa --con información proporcionada por la oposición iraní y nunca verificada-- el cónclave tuvo lugar el 14 de agosto de 1993, o sea que nunca pudo decidirse allí el atentado contra la Embajada de Israel, ocurrido un año antes. Nisman sostenía que en Mashad se resolvió el atentado contra la AMIA.
4.- Clarín sostiene que estuvo en aquella cumbre el "ayatolá Ruholla Jomeini" (sic)
Es algo imposible ya que el ayatola Jomeini murió en 1989, tres años antes del ataque a la Embajada y cuatro antes de la supuesta reunión de Mashad. Pero, además, afirma el diario que de esa cumbre participó Hashemi Akbar Rafsanjani, que --según consigna la nota-- era el presidente de Irán. En realidad, Rafsanjani asumió la presidencia de Irán en julio de 1989, después de la muerte de Jomeini (3 de junio de 1989). O sea que nunca co-existieron Jomeini líder y Rafsanjani presidente. Los iraníes siempre dijeron que aquella cumbre salió en los diarios de Irán, de manera que no fue secreta, y consignan que se hizo en Teherán y no en Mahsad, ciudad a mil kilómetros de la capital iraní.
5.- Clarín dice que quien armó el explosivo fue un tal Malek Obeid,
El nombre nunca figuró en las órdenes de captura pedidas por los jueces y por Nisman. Tampoco se consigna ninguna entrada o salida del país. Al menos hasta el momento.
6.- Clarín afirma que el suicida en el caso de la Embajada fue Muhammad Al--Din Nur Al--Din.
Es también un nombre desconocido en el expediente. Pero lo más serio es que en esa causa no se concluyó que hubo un suicida. Dice el perito Laborda: " no existe en esa causa un solo indicio de un conductor suicida comprobado, es decir, no se encontraron restos orgánicos cuyo ADN no fuera compatible con los fallecidos o los heridos".
7.- Dice Clarín --siguiendo a informes de inteligencia en los que se apoya-- que en la Embajada hubo 29 muertos.
La investigación de ese atentado fue un bochorno protagonizado por la Corte Suprema. El máximo tribunal naufragó en la investigación y finalmente designó al secretario penal de la Corte, Esteban Canevari, a la cabeza del expediente. Este realizó un minucioso análisis y el 23 de diciembre de 1999 se firmó una acordada de la Corte en la que oficialmente se determinó la cantidad de muertos: 22. La lista de los nombres, exactos 22, está en la placa de la plaza seca de homenaje a las víctimas. No se encontraron más cuerpos que esos y nadie reclamó por fuera de esas 22 personas.
8.-Clarín afirma que después del atentado contra la Embajada de Israel todos los terroristas salieron del país.
La cuestión no figura en el expediente. El diario menciona al "ingeniero" Obeid y al organizador Samuel El Reda . Dos años después --según la nota-- volvieron y se afirma que "El Reda volvió con su hermano Samuel". Seguramente fue una confusión del informe de inteligencia o el autor de la nota, pero remite al problema de identificación del sujeto ya que son numerosos hermanos, entre ellos uno que se llama Salomón y otro que se llama José. Este último estuvo detenido en Rosario por falsificación de billetes. Los fiscales post--Nisman primero determinaron que el verdadero nombre del individuo sería Salman Raouf Salman , y además le tomaron declaración a un hermano que dijo que Salman vive en El Líbano. Lo que no hizo fue confirmar que fuera de Hezbollah. Según parece, el fiscal Basso estuvo recientemente en Estados Unidos y le tomó declaración a un detenido que tienen en ese país y que habría dicho que Salman era su jefe. Como se ve, tanto el diario como la investigación por ahora únicamente transita el carril de los informes de inteligencia. Hasta el momento, no hay constancia judicial alguna de las salidas y entradas del país.
9.- Clarín transcribe del informe de inteligencia que Ibrahim Berro fue el suicida en la AMIA.
Fue la hipótesis que puso en marcha Nisman, incluso después de un viaje a Chicago donde declararon dos hermanos de Berro, Hassan y Abbas. El fiscal dijo ante los medios que ambos confirmaron que Ibrahim fue el suicida, pero en la declaración judicial ambos negaron que haya estado en Buenos Aires y que haya sido el suicida. Dijeron que murió en El Líbano. Más importante que eso fue que los fiscales post--Nisman, Roberto Salum, Santiago Eyerhabide y Leonardo Filippini, por primera vez usaron los avances de la genética en la causa, algo a lo que se había negado Nisman. De esa manera, cotejaron los restos que no tenían compatibilidad con los familiares de las víctimas, con la sangre aportada por los dos hermanos de Berro. El resultado, que está en el expediente, fue negativo. Berro no fue el suicida, al menos según la causa AMIA.
10.- Clarín transcribe que el objetivo del atentado no era la AMIA sino una sinagoga o un centro deportivo. Fue Rabbani el que resolvió que fuera contra la mutual judía.
Nada de esto figura en el expediente y es de imposible comprobación. Resulta curioso todo lo que supuestamente se sabe, incluyendo que Abu Abas entró al país y tenía los cinco kilos de C4 y TNT en una valija Samsonite en la que había ocho paquetes de chocolates y cinco de shampoo y galletita. Sin embargo, lo más grueso, lo más decisivo se desconoce: de dónde salió todo el trotyl, de dónde salieron casi 300 kilos de amonal, dónde armaron la camioneta con los explosivos, qué es lo que prueba que tal persona entró y salió del país. En 2004, el Tribunal Oral Federal número 3, después de cuatro años de juicio, demolió la investigación señalando que se hizo "al servicio de políticos inescrupulosos". En Londres, un tribunal puso en libertad a Hadi Soleimanpour, quien fue embajador de Irán en la Argentina en la época del atentado. Se mandaron 400 páginas de evidencias y el tribunal consideró que no había pruebas.
Ahora se difunden informes de inteligencia, cuyo origen ni siquiera está claro, para tratar de darle un cierre a la cuestión del atentado con conclusiones justito a la medida de la política belicista de Washington y que, al menos hasta ahora, no se condicen con buena parte del expediente judicial. Nada resulta fácil a 25 años, pero las víctimas y los familiares merecen que la investigación sea seria, discreta, y que las conclusiones se hagan públicas después --sólo después-- de que se encuentren pruebas que se puedan incorporar a la causa judicial.