"El Cairo es una sala hermosa, de las más lindas del país. Tiene además una pantalla muy grande, algo que no se ve frecuentemente en otras salas. Es un cine de los de antes, tan bien conservado, pero también actualizado tecnológicamente. Una sala tradicional, con una proyección de la más alta calidad. Es un lujo y un privilegio", le dice Alberto Romero a Rosario/12. Su película, Infierno grande, se exhibe por estos días en El Cairo Cine Público. Durante la función del jueves pasado, Romero acompañó la proyección y dialogó con el público asistente.

Ópera prima en el terreno de la ficción, Infierno grande "es una road movie que transcurre en la provincia de La Pampa. Cuenta la historia de María (Guadalupe Docampo), una maestra que está embarazada, casi a punto de ser mamá. Vive con su marido (Alberto Ajaka), un personaje bastante violento. Un día decide escapar y comienza una especie de relato de cacería, en donde ella se dirige al pueblo de su infancia, Naicó, en el sur de la provincia. En el camino se encuentra con personajes extraños e inquietantes", sintetiza el realizador.

Los personajes extraños que cruza María, camino a Naicó, están en sintonía con la extrañeza que asume la película, mientras asume una relación plena con las locaciones elegidas. Al respecto, Romero refiere tener "un vínculo muy cercano, de carácter familiar, con la provincia de La Pampa. Siempre viajé a los lugares donde transcurre la película, y noté que están poco retratados en el cine, no hay muchas películas con esos paisajes".

"La película tiene personajes típicos de los pueblos: el cura, el policía, la maestra. Siento que los conozco mucho".

--Lo visto da cuenta de un rodaje nada fácil.

--Hubo secuencias bastante dificultosas, sobre todo en cuanto a los traslados. Para algunas escenas tuvimos que viajar hora y media por caminos de tierra, meternos por campos. Fue un rodaje bastante duro. En el medio del rodaje tuvimos una tormenta de tierra, algo que pasa sólo en La Pampa, no lo vi en ningún otro lado. El viento levanta polvo y hay que meterse en la casa porque la atmósfera se vuelve medio irrespirable.

--Y de paso ganarse así la confianza del grupo. Dada su entrega, pienso en Guadalupe Docampo, ¿cómo fue la relación con ella?

--Sobre ella, de hecho, descansa la película, está en casi todas las escenas. Al momento de buscar la actriz, además de atender a las capacidades artísticas, busqué también una compañera, alguien que pudiera aguantar un poco esas circunstancias un tanto adversas, y en un rodaje que fue bastante corto y apurado en el tiempo. Había que correr un poco, y ella no dejó que nada la distrajera. Es una actriz con una capacidad de concentración absoluta. Además, una de las cosas suyas más lindas es el compromiso que asume. Es increíble.

--Su personaje es un desafío al patriarcado. Y esto se conecta, dado que es mitad indígena, con la pregunta por sus orígenes.

--Una historia que por lo que ella cuenta le fue un poco arrebatada en su infancia. Es por eso que decide, en este momento importante de su vida, volver a ese origen para intentar entenderse a sí misma y descubrir cuál es su destino, cuál es la vida que le toca finalmente.

--En este sentido, se nota una empatía entre vos y ciertos personajes.

--De tantos años de ir a La Pampa conozco muchos sus pueblos y personajes arquetípicos. La película tiene personajes típicos de los pueblos: el cura, el policía, ella es la maestra. Siento que los conozco mucho, así como sus idiosincrasias. En ese sentido, me parece que hay un cruce con mi historia y mi experiencia que es muy importante. En relación al tema indígena, en esa zona hasta hace no mucho había habitantes de los pueblos originarios, y la relación con ellos era de marginación total por parte de la sociedad occidental. Yo he visto a indios medio linyeras dando vueltas por allí.

El director Alberto Romero conoce bien el paisaje.

--Evidentemente, Naicó existe tal como aparece en la película: un pueblo abandonado.

--Es un pueblo abandonado, si bien hasta hace poco vivía una señora en la estación de tren. Pero está abandonado. Fue muriendo en varias etapas: primero cuando terminó la actividad de tala del árbol de caldén, que es el árbol de esa zona. Se fueron todos los hacheros y con ellos el movimiento de esa actividad económica. El tiro final fue cuando dejó de pasar el tren. A ese pueblo le pasó lo que a muchos, sin el tren quedó aislado y se fue muriendo.

--Trabajaste el documental en Carne propia (2016), ahora la ficción. ¿Por qué?

--Ya había algo de ficción en mi trabajo anterior, Carne propia; allí el personaje narrador era un viejo toro, que contaba historias de la ganadería. Pero esta película tiene elementos un poco fantásticos; esta vez quería jugar a fondo con estos elementos, y en el contexto del documental eso es más difícil.

--Chucho Fernández se la pasó en grande haciendo de cura.

--¡Sí, me encantó! De hecho, hay elementos de vestuario y objetos que fueron propuestas suyas. Cuando hice el casting, él vino completamente caracterizado, con objetos para jugar. El casting de Guadalupe (Docampo) fue igual, vino con una panza de embarazada, un rifle de aire comprimido (escondido en la cartera), y un vestido muy parecido al que tiene en la película. Dije, "bueno, ya está, ¿cómo puedo ir con otra actriz?". De alguna manera, en ese casting ella me impuso una lectura que luego entendí que era la mejor posible. Me gustan esos actores que vienen decididos a ser el personaje. Por otro lado, esta película tiene un gran riesgo, que es el tema del tono, el tono de actuación y de construcción de la ficción. Todos los actores creo que están justo en el tono indicado, siento que no son ni demasiado exagerados ni demasiado minimalistas. Están en un punto justo, que es el que yo buscaba.