Acusado de una seguidilla de abusos sexuales que comenzó el 9 de enero pasado, Pablo Nicolás B., de 24 años, fue imputado por ocho hechos y quedó en prisión preventiva por el plazo de ley. La fiscal Alejandra Raigal le achacó los delitos de robo, abusos sexuales (dos, con acceso carnal), exhibiciones obscenas y privación ilegítima de la libertad. También detalló cómo dieron con el detenido luego de advertir, en mayo pasado, que había causas con patrones y descripciones comunes con respecto al atacante. La funcionaria judicial adelantó que hay otros dos casos en investigación, con características similares. Y habló de una premeditación, ya que advirtió que B. "estudiaba los lugares y las personas", antes de perpetrar los hechos. El dato de la patente de la moto que una de las víctimas le acercó a Raigal fue clave para encontrarlo.
Con las manos cruzadas sobre el escritorio y al lado de su abogado, B. esperó que la sala comenzara a llenarse, en el segundo piso del Centro de Justicia Penal. Si bien, como dijeron las víctimas tras la rueda de reconocimiento, tenía la barba más crecida, se podía ver una cicatriz a lo largo de la mejilla izquierda. Afuera estaban algunas de las víctimas, pero no todas quisieron entrar. También estaban allí la hermana y el hermano del acusado. Se trata de la dueña de la moto y del muchacho que estuvo demorado con Pablo, el viernes, hasta que las víctimas lo descartaron en rueda de reconocimiento.
Frente a las preguntas de la jueza Trinidad Chiabrera, B. se presentó como cadete (trabajaba para una pizzería) y cocinero, por la noche. También dijo que tiene un hijo de dos años y medio.
Tras la formalidad, Raigal describió los hechos uno por uno: el primero fue el del 9 de enero, en un local de Buenos Aires al 3400, donde una joven de 21 años "fue obligada a meterse en el baño, le ató las manos y pies con precintos y tras robar 1500 pesos de la librería, le pidió que bajara el short. Ella le rogaba que no le hiciera nada. Se sentó en forma de bollo" y el agresor practicó exhibiciones obscenas frente a ella.
El 15 de abril, a las 13, "entró al comercio de productos de limpieza de Rodríguez al 1200, donde le dijo a M. que era un hecho de robo, la amenazó y la dirigió al pasillo que da al baño; la ató y le robó dinero y el celular". Le pidió que se baje los pantalones, pero la chica gritó.
La fiscal Alejandra Raigal pidió que se tenga en cuenta la "repercusión social de los hechos y la gravedad para la ciudadanía de que ocurran".
Un tercer hecho de la saga ocurrió en Pasaje Blanque y Mitre, a las 13.15 del 14 de mayo. La víctima subía a su auto cuando el agresor le exhibió un arma y le dijo que se corriera al asiento del acompañante. "La obligó a practicarle sexo oral".
El 20 de mayo, a las 19, entró a la librería de Sarmiento al 4300, haciéndose pasar por cliente. "Hizo preguntas para luego decir que se trataba de un robo. La hizo meterse adentro, le colocó precintos y le provocó lesiones. Tomó la plata de la caja, le dijo que se bajara la calza y abusó de ella, tras amanazarla con ahorcarla".
El 24 de junio, en otro local de Uruguay al 1100, dijo que iba a robar, le pidió un beso a la mujer que estaba dentro y "que le muestre los senos".
El 26 de junio, en un comercio de Londres al 3300, se apoderó de entre 5 y 6 mil pesos con un arma de fuego y ejerció violencia sobre la víctima.
Al día siguiente, un nuevo hecho se dio en una veterinaria de calle San Nicolás al 3600. Simuló ser cliente y preguntó por un producto, se fue y volvió para pedir sacar una foto de una colchoneta. Cuando la víctima se agachó, la amenazó con un arma. "Dame todo porque me pongo loco", le dijo. Cuando ella le entregó la plata, la llevó a la habitación, la golpeó, la ató con los cordones y la tocó por debajo de la ropa. Cuando intentó el hecho de abuso, ella logró zafarse, agarró una tijera y lo echó.
En tanto, el 10 de junio, "entró a una juguetería de España 3800, donde con un arma pidió la plata de la caja, pero como el local recién abría, solo se llevó 100 pesos de la chica y su celular. También, se llevó dos juguetes de alrededor de 5000 pesos, que fueron encontrados en una de las viviendas allanadas: eran personajes de Toy Story, en sus respectivas cajas.
En los procedimientos también se encontraron prendas de ropa, que la propia pareja del agresor entregó como lo que él usaba para ir a trabajar. También fue secuestrada la moto con la que hacía reparto en la pizzería y el casco que las víctimas describieron con una calcomanía en la parte de la nuca.
Frente a la jueza, la fiscal habló de una "misma mecánica y modus operandi en todos los hechos". Y destacó: "Siempre tiene visualizados los negocios y en todos, con anterioridad a este ingreso, ya había ido antes haciendo un ofrecimiento de servicio de seguridad o alarma; o para consultar sobre algún producto de los que se vendían, con el fin de analizar quién se encontraba y comprobar si había cámaras. No actúa al azar, elige a las víctimas", dijo Raigal. También dijo que "es común el uso de precintos para reducir a las víctimas, el accionar violento, el ajustarles en el cuello, lo que a algunas las dejó con lesiones".
La fiscal intervino por primera vez en el caso por los hechos del 14 y el 20 mayo, cuando pidió análisis el fotofit y el experto encontró similitudes en la confección. "El mismo mencionó que se presentó hace poco con descripción similar. Desde entonces, comenzaron a suscitarse nuevas denuncias penales", dijo.
Al mismo tiempo, reveló que se llegó a la moto a partir de los datos que dio una víctima sobre lo que pudo anotar su madre, cuando el acusado volvió a presentarse en el negocio. La mujer sospechó que era la misma persona y tomó nota de los números de la patente. También se pudo mejorar la imagen de una de las cámaras que tomaron la moto, en todos los hechos, circulando por lugares cercanos, a la hora que manifestaron las denunciantes. Al ser consultados en el registro, saltó un "único resultado posible" y se llegó al nombre de su hermana; y Pablo, como autorizado.
Finalmente, la fiscal pidió que se haga una extracción de sangre al acusado para cotejar con las muestras tomadas a las víctimas y con material biológico encontrado en algunas escenas. Además, pidió a la jueza que tenga en cuenta la "repercusión social de los hechos, la gravedad para la ciudadanía de que ocurran estos hechos con una frecuencia pocas veces vista: en una semana llegó a haber tres hechos", lamentó.
Otro. La detención e imputación del acusado se dio después de que el 11 de julio pasado, cuando ya circulaba el identikit de la persona que estaba siendo buscada, fue arrestado un hombre de 33 años que no fue señalado por ninguna de las denunciantes en rueda de reconocimiento. Por esos días, la organización Veterinarias Unidas, en el acompañamiento de una de las víctimas, exigía respuestas para que no le pasara a nadie más.