Madrugada en Río Gallegos. Desde hace dos semanas los únicos dos vuelos que llegan desde Buenos Aires por Aerolíneas Argentinas lo hacen entre las 2 y 3 de la mañana. Es 18 de julio pero no es un jueves cualquiera. Los médicos y especialistas del Centro de Medicina Nuclear de la Patagonia Austral (Cemnpa) aguardan el arribo de la droga llamada Flúor Deoxi Glucosa (FDG) utilizada para las tomografías por emisión de positrones (PET por sus siglas en inglés) que permiten reconocer el metabolismo de un tumor (desde la medicina nuclear) y su exacta ubicación anatómica para luego tratar la enfermedad con precisión milimétrica. El Cemnpa es uno de los 11 establecimientos del Plan de Medicina Nuclear planificado durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner y uno de los pocos que funciona plenamente en la actualidad.
Como ocurrió con muchas otras obras en Santa Cruz, Cambiemos mantuvo prácticamente cerrado el Centro durante casi tres años, cuya primera etapa había sido inaugurada en octubre de 2015. El enorme edificio de 3500 metros cuadrados con paredes de 2 metros de espesor albergó durante ese período más de 128 millones de pesos en equipos de última tecnología: tomógrafos, dos aceleradores lineales, resonadores magnéticos, braquiterapia y el PET-CT, equipo que inauguró la etapa de la medicina nuclear en dicho Centro.
“Esto mejora la calidad de vida de las personas y permite que aquellos que padecen enfermedades oncológicas no tengan que trasladarse a centros urbanos para ser atendidos. Estos equipos que estamos instalando en Oro Verde y Río Gallegos permiten que en minutos te hagan las aplicaciones y tu mamá, tu papá, tu hermano, tu marido o tus hijos te estén esperando en la puerta y puedas irte a tu casa a seguir curándote junto a tu familia”, sostuvo Cristina Kirchner en 2015, durante una conferencia de prensa realizada en la capital santacruceña. A su lado estaban Alicia Kirchner y Carlos Zannini.
Casi cuatro años después, la candidata a la vicepresidencia recorrió las instalaciones del Cemnpa junto a las autoridades locales. Para saldar el abandono, la provincia negoció con Nación la cesión del Centro y se constituyó una Fundación integrada por distintos sectores de la sociedad civil. “Era un crimen que el Centro estuviera parado y los pacientes tuvieran que trasladarse a Buenos Aires”, sostuvo a PáginaI12 el ex senador de la UCR Freddy Martínez, actual tesorero de la Fundación. “Estas son las cosas que deben ser una política de Estado y que el mérito se lo lleve quien corresponde, la Gobernadora (Alicia Kirchner) y la ministra de Salud (Rocío García)”, agregó.
De los 11 Centros de Medicina Nuclear planificados hasta 2015, Cambiemos canceló dos (Jujuy y Santiago del Estero) y hay cuatro que tienen diferentes niveles de desarrollo: casi nulo en La Pampa y con un avance relativo en Formosa y el de la Universidad Nacional de San Martín. Los tres que están cumpliendo sus objetivos son el Centro de Bariloche, Pergamino y Río Gallegos.
Medicina nuclear
Es lunes 15 de julio cuando desde Aerolíneas Argentinas le informaron a los médicos del Centro que se habían suspendido los vuelos que llegaban a las 8.30. El dato no era menor. En cuatro días tenían programado el primer PET-CT. “Este estudio es una tomografía que emite positrones y necesita un contraste que emite radiaciones. Este contraste nos llega desde Buenos Aires en avión y a las dos horas tiene que estar en el cuerpo de la gente. Como nos cambiaron los vuelos, tuvimos que abrir el centro a la madrugada”, explicó Pablo Pesce, director médico del Cemnpa.
Los primeros dos pacientes para este estudio de diagnóstico concurrieron de madrugada. El Boing 737 aterrizó cerca de las 3 y personal habilitado para transportar las sustancias peligrosas (el flúor 18) fue la responsable de recorrer los 10 kilómetros que separan el aeropuerto del Cemnpa. La droga tiene una vida media de 110 minutos. El vuelo entre Buenos Aires y Río Gallegos dura 3 horas. La Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear, ubicada enfrente del Hospital Roffo en Buenos Aires, es la encargada de sintetizar la droga. “Para que llegue en la cantidad y calidad necesaria para el tratamiento hay que estimar lo que se pierde en el camino. Si hay que usar 10 mci (mili curie), se producen 100”, explicó Vanesa González, magíster en física médica.
Toda esta logística podría suplirse con la puesta en funcionamiento del ciclotrón (un acelerador de partículas que sirve para sintetizar las drogas que se utilizan en los estudios como el PET), adquirido como parte del Plan de Medicina Nuclear antes de 2015. “Fue un hecho histórico. Hay pocos estudios de estos en el país y que se hagan acá incluso es un hito para toda la región”, aseveró Nora Díaz, médica cardióloga clínica y nuclear. El Cemnpa y la provincia de Santa Cruz están por cerrar un convenio con Chile para que los habitantes de la zona sur del país vecino puedan atenderse en el sur de la Argentina.
El Centro estuvo inmovilizado por el Gobierno nacional por casi tres años. Desde septiembre del año pasado, 1500 pacientes oncológicos ya tienen su historia clínica, se realizaron 980 sesiones de quimioterapia y 40 tratamientos de radio terapia. Con esta infraestructura se evitan 50 derivaciones al mes. La semana pasada se cerró el círculo del proyecto original con la inauguración del sector de medicina nuclear.
Las paredes del CEMNPA muestran la dureza de esos dos metros de ancho de hormigón para contener –según parámetros y protocolos internacionales- las radiaciones de los equipos para hacer diagnósticos y tratar los diferentes tipos de cáncer y otras enfermedades de manera precisa. En la superficie de esas paredes están los testimonios de quienes pasaron por un tratamiento, mujeres que ponen en palabras el valor (en su sentido más amplio) de contar con un Centro de estas características diagramado durante los años “populistas” del kirchnerismo. “Sos sobreviviente en el sentido más literal de la palabra”, dice Sara Delgado, periodista, que con 36 años y 4 hijos tuvo que viajar lejos para tratarse y volvió.
“Tenemos tecnología para desarrollar tratamientos de primer nivel y para que nos transformemos en un polo científico académico. Desde acá podemos desarrollar los recursos humanos necesarios para investigar nuevas modalidades terapéuticas”, indicó a este diario Emilio Astiz, jefe del Servicio de Radioterapia.
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