Desde Madrid
La política española no encuentra la forma de salir del bloqueo, y las posibilidades de que los ciudadanos acudan por segunda vez en el año a unas comicios para elegir al presidente del Gobierno, no son pocas. La sesión de investidura del candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, dejó en evidencia la negativa de las fuerzas de derecha a abstenerse para permitir que sea investido, y las diferencias con Unidas Podemos (UP) para alcanzar un acuerdo de Gobierno en coalición.
Al comienzo de la presentación de un programa progresista centrado en el feminismo, la urgencia del cambio climático, la precariedad laboral y la desigualdad social, Pedro Sánchez instó a las diferentes fuerzas políticas a prestar su apoyo al PSOE para dar rápida formación a un Ejecutivo. “Los españoles, señorías, votaron por un Gobierno progresista y una oposición responsable. Ahora somos nosotros quienes tenemos que ser útiles para servirles desde esta Cámara. Y esa tarea comienza por desbloquear la formación del Gobierno”, dijo el presidente del Gobierno en funciones.
La respuesta de la Cámara no fue precisamente favorable. Desde las fuerzas de la derecha, Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), respondieron que no lo apoyarían, sobre todo, por su posición hacia el conflicto soberanista de Cataluña, en un discurso que utilizó la misma pirotecnia de la campaña electoral.
“¿Cómo voy a abstenerme? Si al final con quien usted quiere pactar es con quienes tienen un proyecto de ruptura con España”, dijo el líder popular, Pablo Casado, a propósito de que el PSOE pudiera recibir la abstención de fuerzas soberanistas de Cataluña y del País Vasco. Por su parte, el jefe de Cs, Albert Rivera, acusó a Sánchez de realizar un “truco en la tribuna”, y un “pacto en la habitación de al lado con Podemos y los golpistas”.
Más allá de los llamados de Sánchez a su responsabilidad institucional y al desbloqueo político, PP y Cs se mantuvieron en su tesitura, advirtiendo que las elecciones están a la vuelta de la esquina, y conviene ir reforzando su discurso.
Con la fuerza de Pablo Iglesias, UP, el intercambio durante el debate de investidura fue más extenso y complejo. Aunque el viernes, el secretario general de la formación morada había renunciado a integrar un eventual Gabinete para acercar posiciones con el PSOE, las diferencias permanecieron. Ni las reuniones del fin de semana, ni las de este lunes entre dirigentes de las dos fuerzas, limaron asperezas.
“Renunciamos a los Ministerios de Estado, pero necesitamos competencias y responsabilidades de Gobierno acordes con nuestro peso electoral. Respeten a los 3,7 millones de votantes”, afirmó Pablo Iglesias durante su intervención en referencia a una supuesta oferta del PSOE que, según el dirigente morado, convertiría a su fuerza en un “decorado” del Gabinete.
Para responderle, Sánchez mencionó las divergencias respecto a cómo abordar asuntos de Estado como la crisis en Cataluña, y enumeró las concesiones de su partido para un Gobierno de coalición, que en un primer momento de las conversaciones se limitaba a una cooperación parlamentaria sin el ingreso de dirigentes morados en el Consejo de Ministros. “Yo no renuncio a ponerme de acuerdo con Unidas Podemos, pero si no llegamos a un acuerdo, ¿cuál es la situación? ¿Cuál es?”, le preguntó el candidato socialista a Iglesias.
Este martes se producirá la votación de investidura para saber si Sánchez logra una mayoría absoluta de 176 diputados que le permita formar Gobierno. De lo contrario, tendrá una segunda oportunidad este jueves, aunque le bastará con obtener más apoyos que rechazos. Si tampoco lograra ser investido, se abriría un periodo de incertidumbre con opciones de una nueva votación de investidura, o un llamado a elecciones para noviembre.
Según palabras de Pedro Sánchez, su mano está tendida hacia UP para encontrar una fórmula de consenso. Resultaría curioso que acercaran posiciones después de un debate marcado de reproches y palabras de desconfianza, en el que Iglesias defendió el ingreso de su fuerza para constatar que se cumpla lo pactado, y que Sánchez describió con sorna como un “policía jurado” en el Consejo de Ministros. Sin embargo, ninguna opción está descartada hasta el jueves.
Mientras los dirigentes se enfrentan para destrabar el bloqueo institucional, la realidad sufre la ausencia de la política. Las medidas urgentes que Sánchez defendió en su discurso para frenar la violencia machista permanecen en el papel, impotentes ante una epidemia que, en las últimas cuarenta y ocho horas, dejó en el país dos nuevos asesinatos de mujeres a manos de hombres.