En una hipotética galería de “locas de antaño”, el sacerdote español Pedro Badanelli, debería ocupar, sin dudas, un lugar destacado. La ausencia de este extravagante personaje en las historias de la homosexualidad, tanto en España como en Argentina, llama la atención cuando se recorren su vida y su obra, marcadas desde el comienzo por el escándalo

Una de las mejores fuentes para adentrarse en su trayectoria es la biografía de  José Carlos García Rodríguez, Pedro Badanelli. La sotana española de Perón (2008), aunque está más enfocada en el Badanelli “político” (el conflicto de Perón con la jerarquía católica es el telón) que en el Badanelli “homosexual”, aspecto que no omite pero en el que tampoco profundiza.

Nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), Badanelli estudió Derecho primero, y luego, cumpliendo el deseo de su madre, se ordenó sacerdote. También tuvo tiempo para hacer el servicio militar, doctorarse en Derecho Civil y Filosofía y Letras y escribir artículos para periódicos. Aunque su parroquia estaba en Cádiz, desde 1927 fueron cada vez más frecuentes sus escapadas a Madrid, en las que comenzó a frecuentar a la bohemia de la época y a codearse con escritores que admiraba, como José Mª Vargas Vila, Jacinto Benavente o Álvaro Retana. Retana, amo y señor de los cenáculos “gais” madrileños, había publicado novelas polémicas como Las locas de postín (1919) o Mi novia y mi novio (1923). 

Badanelli no tardó en seguir sus pasos y en 1929, publica Serenata del amor triunfante, novela que cuenta un triángulo amoroso entre una joven, su hermano y un atractivo marinero deseado por ambos, con desenlace previsiblemente trágico: enterada de la pasión que une a su hermano con su novio, la mujer asesina a este último. Todo bañado de brillos decadentes y frases rimbombantes que rozan la cursilería.

Inhallable durante décadas, la novela fue reeditada en España en 2016 con un notable estudio preliminar de la investigadora Nöel Valis ( Universidad de Yale). Aunque leída hoy resulte más bien pudorosa en su retrato del amor entre varones, en su momento causó revuelo y disgustó considerablemente a la familia de Badanelli. Pero el problema no era tanto que fuera un sacerdote homosexual, señala Valis, sino un sacerdote homosexual que había escrito una novela como esa. 

Ese  escándalo parece haber sido la causa principal de que en noviembre de 1930 el cura se embarcara hacia Argentina, país donde residiría hasta su muerte.

EL CURA DEL ESCANDALO SE HACE PERONISTA

La biografía esencial de Badanelli en nuestro país indica que pasó sus primeros años como párroco en las localidades santafesinas de Suardi y Felicia. Sus extravagancias y gestos de rebeldía no tardaron en alarmar a sus superiores y en 1950 le fueron retiradas las órdenes ministeriales.y pronto obtuvo un puesto como profesor de Derecho en la Universidad Nacional del Litoral. Para entonces, Badanelli ya era un ferviente peronista desde la primera hora. 

Se reunió varias veces con el presidente y escribió libros y folletos defendiendo la doctrina justicialista, entre ellos Perón, la iglesia y un cura (1958) y Comunismo y justicialismo (1951), cuya segunda edición incluye una carta enviada por el General desde el exilio madrileño. El sueño, largamente acariciado, de liderar una iglesia “peronista” se materializó en 1973, cuando fue ordenado obispo de la Iglesia Católica Apostólica Argentina No romana (ICAA). En ese cargo permanecería hasta su muerte, si bien los años de la dictadura militar lo encontraron recluido voluntariamente en una quinta de San Vicente que había sido propiedad de Perón.

Poco se sabe de la vida “marica” del sacerdote más allá de lo que escribió en sus libros y de algunos datos aislados. Se sabe que llegó a Argentina en compañía de un apuesto secretario; que las animadas tertulias nocturnas con muchachos jóvenes en la casa parroquial de Felicia despertaban habladurías entre los vecinos, o que sus clases en la Universidad Nacional del Litoral giraban insistentemente en torno a temas sexuales. Su biógrafo relata también que Badanelli acogió en Suardi al uruguayo Alberto Nin Frías (1878-1937), autor de novelas que celebraban la belleza de los efebos y de dos tratados pioneros en la defensa del amor entre varones, Alexis o el significado del temperamento urano (1932) y Homosexualismo creador (1932). Nin Frías había escrito también un libro, Ensayo sobre tres expresiones del espíritu andaluz (1935), en el que estudiaba las obras de Federico García Lorca, Badanelli y Juan F. Muñoz Pabón. Como comenta Hugh Hagius, biógrafo de Nin Frías, “el espíritu andaluz resultó ser muy gay”. 

CON LA PLUMA Y LA PALABRA

Además de Serenata del amor triunfante, Badanelli se ocupó de la homosexualidad en un ensayo teológico-jurídico: El derecho penal en la Biblia. El onanismo, el aborto la homosexualidad (1957). También escribió dos curiosos libros de sexología, Perversiones sexuales: sadismo y masoquismo (1965) y Los cuatro sentidos sexuales (1966). Parece difícil reconciliar en una misma figura al autor de estas polémicas obras; al sacerdote que, en definitiva, nunca dejó de ser y al ferviente militante justicialista, y quizá no valga la pena hacerlo. 

El interés que puede suscitarnos hoy el díscolo cura español reside precisamente en sus ambivalencias y contradicciones. Y si hubiera que rescatar uno solo de sus aportes al archivo LGTB/queer argentino, ese sería sin duda El alba sobre Sodoma, una pieza dramática menor, pero que realiza un gesto inaudito para la época: imagina el momento en que los homosexuales dejan de ser perseguidos y hasta se crean cátedras universitarias específicamente destinadas a educar en esa materia.

El mismo año que en Estados Unidos las revueltas de Stonewall lanzaban a la primera plana internacional la lucha gay-lésbica, el estrafalario Badanelli proyectaba desde Buenos Aires su propia utopía marica. Si en 1929 había tenido que disculparse púbicamente por escribir una novela “gay”, 40 años más tarde se daba el gusto de poner en escena a un grupo de locas muy orgullosas de serlo: “¿No es verdad que, bien vistas las cosas, el Mundo es nuestro? ¿Cuándo, por ejemplo, nos aburrimos nosotros? Nosotros no nos aburrimos nunca. Siempre hay tela para cortar, y para cortar a carcajadas… porque nuestro mundo es tan pintoresco y tan regocijante que he estado siempre por creer que el odio que nos tienen, o dicen tenernos, los demás, en el fondo no es otra cosa que envidia. Sí, que envidia. Una envidia que ellos no saben explicarse; una envidia por un mundo que no conocen… pero que intuyen, por una especie de misterioso olfato, que debe ser un mundo divertidísimo”.

Badanelli, con sus luces y sombras, invita a repensar las genealogías de lo “queer” y el modo en que interpretamos tanto el pasado como el presente. “Puto” y “peronista” mucho tiempo antes de “Putos peronistas”, el cura español rompió los esquemas de su época. Tal vez no era un gran escritor, pero sí un notable agitador: que su rastro se haya casi perdido, a un lado y a otro del Atlántico, es buena prueba de que necesitamos refrescar urgentemente nuestra memoria “marica”.