GENTLEMAN JACK

Con un final para secarse las lágrimas usando el rollo de cocina completo, finalizó hace pocos días la primera temporada de “Gentleman Jack”, y las promesas de su continuación ya están deambulando por toda la web. Coproducida por la BBC y HBO, la tira se propuso -y logra- visibilizar la historia real de la inglesa Anne Lister, terrateniente, escritora y lesbiana adelantada por años luz a la primera mitad del siglo XIX que le tocó vivir. La serie, ambientada en aquella época y escrita por Sally Wainwright, recorre y recrea las historias, anécdotas, deseos y reflexiones que se encuentran en los “Diarios” de Lister, en los cuales se describen preocupaciones cotidianas y financieras pero, sobre todo, se detallan sus relaciones lésbicas que recién hace cuatro décadas fueron descifradas, debido a que Lister, en los pasajes más ardientes de sus textos, había encriptado sus palabras mediante un código que combinaba el lenguaje del idioma griego antiguo con complejas ecuaciones de álgebra. Mediante sus primeros 8 capítulos la producción hace buen uso del material disponible y ubica, entre otras cosas, en primer plano a la discriminación que sufrió "la primera lesbiana moderna" en su pueblo y, a su vez, la libertad encontrada en sus viajes por Europa, con una progresión narrativa que nunca abandona el humor ni las situaciones complejas que vivió junto a su compañera y amante Ann Walker. La segunda temporada, prometida para el 2020 y compuesta nuevamente por 8 episodios, continuará, acorde a su creadora, fiel los escritos de Lister: “hay mucho material en los Diarios y apenas inventé cosas, unas pocas licencias poéticas aquí y allá. Tuve que tomar decisiones muy difíciles sobre el material que no pude incluir. Hay mucho más que podríamos hacer". Sin fecha de estreno aún, se espera que los nuevos episodios exploren con profundidad la convivencia de la pareja, los vaivenes de la vida en la ciudad inglesa de Halifax y las reacciones de la familia de Ann ante la libertad innegociable con la que ambas decidieron escribir sus propias vidas, en una época plagada de obstáculos para alcanzar la felicidad. A.D.

Disponible en HBO

HISTORIAS DE SAN FRANCISCO

"¿Cómo ha cambiado la ciudad de San Francisco desde los años setenta?", le pregunta una documentalista a Anna Madrigal, la anciana trans que hace décadas construyó un refugio para la comunidad LGBT en la calle Barbary. Producida por Netflix, "Historias de San Francisco" regresa en forma de serie en streaming para que nos reencontremos con antiguos amigos y con personajes desconocidos que habitan hoy los cuartos al final de cada escalera empinada. Protagonizada por la imponente Olympia Dukakis, hoy con 88 años, y por Laura Linney, en el papel de Mary Ann, el relato de esta tercera secuela mantiene una constante del programa televisivo original de 1993: los secretos y las extorsiones que se esconden en cartas y postales, objetos pesados que marcan el ritmo del culebrón. "No ha cambiado mucho. Seguimos siendo personas. Tenemos defectos, somos narcisistas y hacemos lo que podemos", le contesta Anna Madrigal a su entrevistadora. Sin embargo, más allá de seguir vigente el carácter luminoso y colorido del famoso escritor queer estadounidense Armistead Maupin, esa nueva visita a la calle Barbary se manifiesta con grandes diferencias. La primera: en las temporadas anteriores los personajes estaban preocupados por el reconocimiento y la aprobación de un otro, mientras que en la historia de 2019 los personajes están más interesados en reconocerse, percibirse, y aprobarse ellos mismos. La segunda, y todavía más importante, es que, como soñó Maupin alguna vez, los personajes gays y trans están interpretados por fin por actores que no son héteros. Ellen Page, reconocida no solo como actriz sino también como activista, se encarga de edificar el retrato de una lesbiana lejos de clichés y exageraciones caricaturescas. Quienes viven en este hogar que supo ser una disco de travestis con camareros y prostitutas en los 40, y una disco sadomaso de latinos, ya no son los mismos que antes. Tampoco su representación. Pero hay algo que, como señala Anna, no cambió: cómo una comunidad amorosa y contenedora puede ser una familia. M.D.

 

Disponible en Netflix

PAQUITA SALAS

"Paquita tiene una pena/Paquita quiere más/Con el mundo por montera/Maneja la ciudad", cantan Alberto Jiménez y Rosalía presentando a Paquita Salas, protagonista de la serie española que se convirtió en tal furor en su país que terminó atrayendo los colmillos de Netflix. Nacida como una webserie de bajo presupuesto, Paquita Salas, creada por la pareja profesional y amorosa de Javier Calvo y Javier Ambrossi, dibuja con una puesta en escena bien kitsch la rutina de una representante de actores que se quedó en el tiempo. Brays Efe se tiñó el pelo de rubio y se calzó los vestidos y accesorios pesados de su propia abuela para, casi por accidente, darle vida a este personaje avasallante, inspirado en la imagen de Terelu Campos. "Júntate a mi lado y habrá éxito", es el lema de PS Management, sin embargo a esta mujer cabrona y adicta a los churros con exceso de aceite le llueven los fracasos y su carta de representados está vacía.

La reciente tercera temporada abre el debate sobre la poca visibilidad que hay del colectivo trans en la industria audiovisual. "Hasta que una mujer transexual no sea la protagonista del 'Médico de familia' de nuestra era o de un 'Madre de familia' y referente para todos, tienen todo el derecho del mundo a exigir que al menos los papeles de transexual los hagan ellos", declaró uno de los guionistas de la serie. En ese gran capítulo, emotivo y salvaje, varixs activistas que trabajan en el COGAM twittean en contra del proyecto que lidera Paquita, donde una mujer hace de un transexual de origen peruano poniéndose un bigote postizo. Cuando Paquita increpa a una artista trans, acusándola de no ser una actriz por no estar protagonizando nada, esta le responde: "No tenés ni puta idea lo que es ser trans. ¿Sabes cuántos años estudié interpretación? Diez años. ¿Sabés cuántos castings he hecho? Uno, para hacer de puta trans y figurante. Lo siento mucho por luchar por mis derechos, pero es lo que hay", le responde. Paquita descubre en ese intercambio que ella tampoco es, para muchxs, una representante, porque ya no representa a nadie. Porque no hay lugar para ella. De eso se trata Paquita Salas, del dolor de ser excluidxs. Una serie con tonos tan almodovarianos que el mismo director encaró en una entrega de premios a Brays Efe, confesándole que quiere trabajar con él. Paquita Salas ya es parte de nosotrxs, como los churros con exceso de aceite.

MD

Disponibles las tres temporadas completas en Netflix

EUPHORIA

Recientemente estrenada y producida por la cadena HBO, todo comienza desde el mismísimo útero de la madre de Rue Bennett, una joven afrodescendiente (encarnada por la cantante y actriz estadounidense Zendaya Maree Stoermer Coleman) que protagoniza una tira de sexo y violencia explícitas en torno a un grupo de adolescentes y su relación con las diversas sexualidades, adicciones, bullying, corporeidades y masculinidades en un ambiente hostil y socialmente disfuncional. Narrada en gran parte por la voz en off de Rue, en un recurso que habilita un acceso íntimo al devenir de su propia conciencia, la trama gira en torno a su relación con las drogas, los fallidos procesos de rehabilitación y la inmediata fascinación experimentada desde el instante en que conoce a Jules Vaughn, la nueva chica recién llegada al pueblo, interpretada por la súperestrella trans Hunter Schafer, que obtuvo su primer papel televisivo gracias a su experiencia como artista, activista lgbtiq y modelo de Christian Dior, Tommy Hilfiger, Vera Wang, Helmut Lang y Marc Jacobs, entre otras marcas. Creada por Sam Levinson y basada en una tira israelí sobre el femicidio de una adolescente a la salida de un boliche, “Euphoria” recurre al lenguaje propio y descontracturado de la generación retratada en pantalla que, en su estética, tópicos y búsqueda de golpes de shock recuerda a películas como “Kids”, dirigida por Larry Clark y producida por Gus Van Sant, aunque apelando aquí a una óptica original y no trillada en cuanto al abordaje de tópicos como la diversidad sexual y de género, algo que las propias declaraciones de Hunter Schafer confirman en torno a su personaje: “Interpretar este papel, en el cual el género no es una lucha, es emocionante. Es necesario que haya más roles en los que las personas trans no solamente se dediquen a ser trans, porque, como se refleja aquí, se está siendo trans mientras se tratan muchas otras cuestiones, dado que somos mucho más complejas que solo una cuestión de una identidad". Luego de los seis episodios de su primera temporada, HBO confirmó que la serie seguirá dando que hablar.

AD

 

Disponible en HBO.