Para el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el escenario en materia de seguridad sigue siendo complejo de armar y gobernar. Luego de una agitada semana en la que manifestó no tener “confianza” en la CIA y después de que el Consejero de Seguridad Nacional renunciara por haber mentido sobre sus contactos con la diplomacia rusa, su candidato a ocupar ese puesto vacante le dijo que “no”.
“No puedo comprometerme”, fue la frase con la que el oficial retirado de la Marina norteamericana Robert Haward dejó de plantón al titular de la Casa Blanca. A través de una carta que a los minutos de ser despachada llegó a las redacciones de todos los medios, Harward dijo que "no podía comprometerse" porque ese trabajo exige una dedicación “de 24 horas al día, siete días a la semana y un compromiso para hacerlo bien”. Por razones “familiares y financieras”, entonces, lo rechazó.
Si bien el ex Navy Seal alegó razones domésticas, lo que trascendió fue que no se le dieron las garantías suficientes para conformar su propio grupo de trabajo. Sin un equipo confianza, su capacidad de influencia en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN), la oficina que define las políticas en esa materia de la principal potencia del mundo, sería casi nula.
El rechazo del ex vicealmirante deja a la administración de Trump sin remplazo para Michael Flynn, quien fue la primera baja en el Gabinete del nuevo gobierno republicano a menos de un mese de haber asumido el poder.
La reorganización de este influyente círculo que aconseja al presidente en materia de seguridad, supuso que el jefe del Estado Mayor del Ejército y el director de la inteligencia estadounidense quedaran en parte excluidos, y ya no siempre participan en las reuniones del CSN.
El plan B del gobierno de Trump es ofrecerle ahora el cargo a otro hombre de su confianza: el ex director de la CIA David Petraeus. Pero, según se reveló, este ex espía fue condenado en 2015 a dos años de prisión en suspenso y una multa de 100 mil dólares por divulgar secretos de Estado.
Este fue otro de los motivos por el cual el rechazo de Harward cayó como un baldazo de agua fría en la Casa Blanca. Sobre todo, tras la intensa semana de reveces que tuvo el mandatario.