El padre de una niña que sufre en carne propia los efectos del glifosato en su salud se encadenó en las puertas de ingreso de un galpón donde se acopian agroquimicos en la localidad de Bernardo de Irigoyen, a unos 100 kilómetros de Rosario.

La nena de tres años lucha desde hace más de dos años contra el mal que la aqueja. Según los estudios que le realizaron tiempo atrás, tiene glifosato en la sangre. A pesar de las denuncias penales y los reclamos ante la Comuna local, su familia no logró que se cierre definitivamente o se traslade un depósito de agrotóxicos ubicado a 30 metros de su vivienda, en medio de un área residencial.

Según publicó el portal Info Más, su padre Waldo tomó una drástica decisión y se encadenó al galpón donde se encuentra el veneno y las maquinarias. "Está clausurado desde el 11 de agosto por un juez pero se utiliza igual. El juez local ahora dice que están autorizados a trabajar. Acá son todos cómplices y hay plata de por medio", afirmó indignado Edelmiro, el abuelo de Ludmila. La niña debe utilizar barbijo y este año empezó el jardín de infantes.

"Se lo detectaron cuando tenía un año y ocho meses -contó el abuelo- y desde entonces le debieron hacer tres transfusiones de sangre. Ella ya sabe, capta el veneno a la distancia. Cuando están fumigando o trabajando y se descompone".

El 10 de abril pasado sufrió una descompensación importante y debió ser trasladada al Samco de Barrancas. El diagnóstico es contaminación por químicos. La nena sufre pérdida de peso, vómitos y dolores de cabeza.