La exigencia de déficit cero por parte del FMI acentuó el uso de los fondos de la Anses para financiar la recuperación económica electoral. La razón es sencilla, el uso de FGS, la “plata de los jubilados” en el discurso del actual oficialismo en sus tiempos de oposición, no impacta en el presupuesto del Estado y queda fuera de las metas fiscales impuestas por los burócratas del Fondo. De esa manera, aún cuando un impulso al gasto fondeado por el presupuesto público o la Anses tengan el mismo impacto macro-económico, los berretines fiscalistas de la burocracia del FMI penalizan uno y permiten el otro.

El oficialismo parece dispuesto a aprovechar a fondo ese agujero en el control del FMI sobre la expansión del gasto público. Una batería de créditos fondeados en el FGS fue lanzado en los meses previos a las elecciones. La más agresiva de ellas es la línea de créditos personales para jubilados y beneficiarios de AUH, con montos de hasta 80.000 pesos para los primeros y de 6.500 por asignación para los segundos. Del total de créditos personales proyectados por la Anses por unos 124.000 millones de pesos, ya se ejecutaron 55.326 millones, lo que representa el 44,6 por ciento en sólo dos meses. El número de personas que obtuvo un crédito personal es de 2.260.000, restando ejecutar más de la mitad de los créditos. Esas cifras, por sí mismas, muestran la importancia electoral del programa.

Pero la reactivación electoral de la economía basada en la expansión de créditos fondeados por la Anses debe competir con un mercado de créditos privados totalmente paralizado. El stock de créditos de los bancos al sector privado de 2019 es un 64 por ciento menor en poder adquisitivo al stock de 2018. En la comparación de las previas electorales, el stock de crédito real de junio de 2019 fue un 27 por ciento menor al del mismo mes de 2017 (-33 por ciento si se excluyen los hipotecarios). De esa manera, aun de ejecutarse la totalidad de los créditos personales de la Anses, sólo alcanzarían a compensar un 30 por ciento del derrumbe del crédito privado.

El impacto recesivo de la baja del crédito es aún más grave cuando se analiza la composición de la cartera de créditos. Las bajas más pronunciadas se produjeron en Documentos (-51 por ciento), Prendarios (-38), Personales (-25), Tarjetas (-24) y Adelantos (-23), que por sus características implican un menor volumen de gastos corrientes. En cambio, el stock de créditos hipotecarios de junio de 2019 era un 40 por ciento superior al del mismo mes de 2017 por la expansión que habían tenido previamente y su posterior actualización por inflación (dado que se trata mayormente de créditos indexados, UVA). Es decir, se trata de una cartera que lejos de dinamizar la actividad la deprime ya que son créditos otorgados en forma previa que por su actualización por inflación le implican al deudor un compromiso que resta su capacidad mensual de gasto. La reciente política oficial para amortiguar ese efecto sólo tiene el efecto equivalente a suspender el aumento de las cuotas por dos meses, no modificando estructuralmente la situación.

@AndresAsiain