Historiadores, arqueólogos y lugareños se oponen a la construcción de un aeropuerto en Chinchero, un pueblo peruano ubicado cerca de Machu Picchu, que permitiría que aumente la cantidad de turistas que visitan las históricas ruinas incas. Mientras que Martín Vizcarra, presidente de Perú, asegura que el proyecto es “una necesidad”, los especialistas sostienen que pondría en riesgo “uno de los conjuntos patrimoniales más importantes del mundo".

El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) anunció que ya se iniciaron las obras de remoción de tierra para construir el futuro Aeropuerto Internacional de Chinchero (AICC). El objetivo del gobierno peruano es poder recibir a mayor cantidad de turistas porque, argumentan, el año que viene el aeropuerto de Cusco recibirá 4,7 millones de pasajeros cuando su capacidad máxima es de 3,6 millones.

“El compromiso del MTC es realizar un proceso técnico, transparente, responsable, para que el aeropuerto de Chinchero sea verde, sustentable, que permita traer desarrollo y que garantice una operación aérea segura”, aseguró la ministra de Transporte, María Jara. La construcción del nuevo aeropuerto comenzará en agosto de 2020 y permitirá la llegada de aviones más grandes y, estiman, 6 millones de turistas por año.

Chinchero es un pueblo por el que se entra al Valle Sagrado y según Natalia Majluf, historiadora del arte en la Universidad de Cambridge, “un aeropuerto destruiría este lugar". La historiadora peruana inició una campaña en la plataforma online change.org en contra de la construcción del nuevo aeropuerto que ya superó las 70 mil firmas. "No creo que haya ningún arqueólogo o historiador relevante trabajando en el área de Cusco que no haya firmado la petición", señaló.

Los especialistas sostienen que los aviones deberán pasar por encima de Ollataytambo, un pueblo ubicado en el Valle Sagrado que tiene un parque arqueológico de 348 kilómetros cuadrados. Esto, afirman, podría causar daños a las ruinas incas que se encuentran ahí.

El MTC aseguró que el AICC no representa un peligro para los sitios históricos porque "el procedimiento de vuelo establecido en el estudio de factibilidad no incluye como ruta de vuelo de las aeronaves a Ollantaytambo o Machu Picchu". Según el Ministerio, después del despegue, los aviones girarán en dirección opuesta a estos sitios arqueológicos y por eso no generarán huella de ruido.

Sin embargo, Majluf señaló en la petición que “un aeropuerto en el entorno del Valle Sagrado tendrá efectos irreparables por el ruido, el aumento del tráfico y la urbanización descontrolada”. “No puedes sacar a Machu Picchu de sus alrededores. Todo está conectado”, explicó la historiadora y sostuvo que el aeropuerto causaría la pérdida del “paisaje cultural más importante de Perú”.

Además, quienes se oponen al proyecto advierten que el proceso de construcción del aeropuerto podría contaminar la laguna Piuray, que abastece de agua a Cusco. Según Gabriela Ramos, historiadora de la región andina en la Universidad de Cambridge, muchos barrios de la ciudad aún no tienen agua potable y esto se vería agravado por las obras del AICC.

Desde el gobierno se defendieron y argumentaron que la demanda del agua que se necesita para el aeropuerto “será cubierta enteramente por el volumen renovable”. Además, aseguraron que no afectará al suministro de Cusco y que “cerca del 50 por ciento del agua provendrá de plantas de reciclaje de agua". “¿A dónde irán las aguas residuales? ¿A los lagos cercanos?”, cuestionó Ramos. “No hay un plan sobre cómo lidiar con eso”, advirtió.