Avengers: Endgame y Capitana Marvel
Algunos días atrás, la última película de los estudios Disney Marvel se convirtió en la más vista de la historia del cine, superando a la soporífera “Avatar” de James Cameron. La historia de cómo un grupo de superhéroes salva al universo entero recaudó 2.789 millones de dólares en todo el globo a más de una década del estreno de la primera cinta de la saga: “Iron Man”, de 2008. Sin embargo, tomó una década para que apareciera el primer personaje gay en una franquicia que por años se mantuvo masculina, cis y de piel blanca. Y lo peor de todo es que fue una incorporación menor y forzada. En “Avengers: Endgame” una de las víctimas del chasquido de dedos de Thanos que eliminó a la mitad de la Humanidad es gay e intenta rehacer su vida amorosa, en una participación que dejó gusto a poco y enfureció aún más a los que reclaman diversidad en este tipo de películas. Unas semanas antes el estreno de “Capitana Marvel” -el primer título encabezado por una mujer, sin galán en el guión y con una “mejor amiga” muy cercana con la que crían a una niña-, dejó a muchos la sensación de que podíamos estar frente a un ícono lésbico y el tiempo dirá si estas son sólo especulaciones o una feliz novedad.
Hay razones para tener esperanzas: la vicepresidente de los estudios Marvel es Victoria Alonso, una lesbiana argentina que vive fuera del clóset y que en su última visita a Buenos Aires aseguró que el mundo estaba listo para un superhéroe LGTBIQ+. Ya se anunció que Valquiria, la asgardiana amiga de Thor que comanda un ejército de mujeres guerreras con caballos voladores, es bisexual y que la cuarta cinta del nórdico abordará en detalle “cómo busca su propia reina”. Le tomamos la palabra.
Alladin
Los reclamos insistentes por mayor diversidad en las cintas de Disney no se justifican sólo en que desde que compró Pixar, Marvel y Fox es el estudio más poderoso de Hollywood, sino porque su impacto cultural en los últimos 50 años no tiene parangón. Niños, niñas, mariquitas y marimachos han crecido en la cultura de las princesas, los príncipes y sus villanos. Y ahora que estamos en plena época de remakes con actores y actrices de carne y hueso, llegó la hora de actualizar historias que son clásicas pero que hoy sabemos que consolidan estereotipos de género muy dañinos. Este intento por rectificar las cosas comenzó en 2017 cuando se estrenó la adaptación de “La bella y la bestia” que incluía al primer personaje gay de este tipo de cintas. Sin embargo fue una decepción: se trataba de Le Fou, el compañerito bobo del villano Gastón, quien revelaba sobre el final que se encontraba enamorado de su amo. De todos modos, la sola inclusión de este guiño bastó para activar los mecanismos de la homofobia estatal en Rusia y Malasia, en donde los respectivos gobiernos exigieron cortar la escena para permitir su proyección para audiencias de niños. Disney se negó al pedido y los pobres infantes rusos y malasios debieron recurrir a la piratería para ver a la bella y a su bestia.
Este año le tocó el turno a Aladdin, convertido en una superproducción de acción con el ex de Madonna Guy Ritchie en la silla de director y Will Smith como genio. No hubo en este caso un personaje gay pero sí un cambio de guión relevante para el actual zeitgeist: la Princesa Jazmín pasó de ser una damisela en apuros a convertirse en una heredera del trono en tiempos del #NiUnaMenos, con ansias de voltear el status quo que mantiene su padre, el Sultán, y harta de que él le elija a los pretendientes. Sólo le faltó el pañuelito verde.
Toy Story 4
Siempre sospechamos que ser un transodiante era signo de poca lucidez pero en estas últimas semanas lo comprobamos al descubrir varias campañas online o offline en contra de… ¡un cubierto de plástico! Es que la estrella de Toy Story 4 (consagrada a tres semanas de su estreno como la película más exitosa de la historia en la Argentina) es Forky, un utensilio descartable al que una niña le pega ojos, una boca y unas patitas para hacerlo su juguete. Como en estas cintas los juguetes tienen una vida secreta, oculta a sus dueños, gran parte de la trama se desarrolla alrededor de cómo un objeto inanimado de repente tiene conciencia por ser ungido como un juguete. El problema de Forky es que no es ni tenedor ni cuchara sino un cubierto de plástico para bebés, con forma cóncava de cuchara pero pequeñas puntas en sus bordes, propias de un tenedor. Esto bastó para que el canal de YouTube “Little Light Studios” le dedicara un video de su serie LED (“Light Exposing Darkness”, algo así como ‘luz que expone la oscuridad”), en donde intenta explicar “qué películas son buenas para ver y qué películas son malas a la luz de la Biblia”. Pues bien: Forky es parte de una propaganda trans que intenta lavarle el cerebro a los niños porque les enseña que uno puede ser una cuchara, un tenedor o algo más.
El reclamo es insólito pero muestra a las claras cómo algunas fuerzas no descansan. Para colmo de males, en una escena en un jardín de infantes, dos madres dejan a su hija en la salita generando indignación en varios grupos cristianos como One Million Moms, de Estados Unidos, que llamó a un boicot de la cinta por “atentar contra los valores familiares y normalizar situaciones anormales”.
Rey León
En la larga lista de remakes de Disney que nadie pidió pero que son un éxito (una tendencia que empezó con “Cenicienta” en 2015 y que ya tiene confirmados versiones de “Mulan”, “La Sirenita” y “Hércules”) en estos días los cines argentinos están invadidos por una versión fotorrealista de “El Rey León” que, para sorpresa de nadie, está rompiendo récords de taquilla en todo el mundo. Pero los que crecimos en la década del 90 sabemos que los mejores villanos de Disney son queer. Desde la Úrsula inspirada en Divine que le roba la voz a Ariel hasta el Jafar de las cejas depiladas a la perfección, los grandes malvados fueron diversos. En ese panteón del mal se destacaba Scar, el león hermano del rey que complota contra él para quedarse con su trono. Lo maricón de este animal era notorio y quedaba patente en "Be Prepared", un número musical que en la versión animada seguramente le generó poluciones nocturnas a Flavio Mendoza. Sin embargo, en la película que está en los cines se trata de un tema casi recitado, sin gracia y sin glamour (y sin las hienas marchando militarmente)... ¡qué desperdicio!
Siempre nos queda Frozen
Aún nos queda una esperanza: en diciembre llegará la secuela de “Frozen”, el mega suceso de 2013 que muchos vieron como una fábula lésbica. Elsa es una adolescente que va descubriendo que es diferente de lo que todos esperan de ella, se aísla y esconde con vergüenza hasta que es forzada a abandonar su cuarto pero cuando se revela tal cual es frente a los demás, es recibida con rechazo y temor, así que abandona a todos y arranca una vida feliz siendo fiel a sí misma. Desde su estreno, no muchos los pedidos para que Disney deje las metáforas y admita abiertamente que tiene a una princesa torta pero por ahora no hay palabra oficial. La esperanza está en el trailer de su nueva aventura: Elsa hace lo imposible para encontrarse con una figura femenina que no se alcanza a ver bien… ¿será su novia?