Hay canciones que marcan un antes y un después. ¿Cómo poner en palabras un tema tan duro como el abuso infantil? El grupo santafesino Canticuénticos, que fue declarado de Interés Cultural por la legislatura de la Ciudad, lo hizo con “Hay secretos”, una canción que forma parte de los contenidos que promueve la ley nacional n° 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) en jardines y escuelas de todo el país. “No se tienen que guardar, los secretos que hacen mal”, canta el grupo integrado por Ruth Hillar, Daniela Ranallo, Laura Ibáñez, Gonzalo Carmelé, Daniel Bianchi, Nahuel Ramayo y Sebastián Cúneo. En el salón San Martín de la Legislatura, chicas y chicos cantan y bailan con “El mamboretá”, “Quiero para mí” y el hitazo “El monstruo de la laguna”, que descontrola también a los grandes, que sueltan el cuerpo como volviendo a recuperar al niño que alguna vez fueron.

“Nos parece que es muy importante que los chicos puedan acercarse a la tradición folclórica de nuestro país y de Latinoamérica, conocer nuestras costumbres y mantenerlas vivas”, dice el legislador Santiago Roberto, perteneciente al bloque peronista, y destaca que Canticuénticos, a través de sus canciones, “vinculan afectivamente a los niños con nuestro patrimonio cultural”. Roberto cuenta que conoció al grupo por Amanda, una de sus hijas. “Mi canción favorita y la que le canto a Amanda es ‘Noni, noni’ porque la letra me despierta imágenes y sentimientos", confiesa el legislador. "Me recuerda a los padres y madres que trabajan todo el día para poder darle una vida digna a sus hijos”. 

Después del mini recital de Canticuénticos, que tiene diez años de trayectoria y cuatro CDs editados, Canticuénticos embrujados (2009), Nada en su lugar (2013), Algo que decirte (2015) y ¿Por qué, por qué? (2018), tres integrantes del grupo, Daniel Bianchi, Ruth Hillar y Gonzalo Carmelé, se reúnen con Página/12. Bianchi subraya que es “una alegría muy grande recibir este tipo de reconocimientos”. “Como artistas estamos acostumbrados a andar golpeando puertas de despachos públicos pidiendo apoyo para un viaje, para un instrumento, para grabar un disco, para un montón de cosas. Y es muy loco que ahora esto se dé al revés. Hay muchos artistas que podrían estar trabajando más con apoyos de este tipo”.

Ruth Hillar aclara que trabajan con mucha responsabilidad. “Desde el vamos nos planteamos acompañar a las infancias en lo más lindo y también en lo más duro. Nos hemos animado a estar en lugares que parecían cada vez más difíciles y vimos que siempre, del otro lado, hubo reconocimientos que son importantísimos y muy emocionantes: cómo canciones puntuales han sido decisivas en la vida de una persona por alguna causa, desde acompañar a alguien enfermo o canciones como ‘Hay secretos’, con la que tenemos devoluciones que nos conmueven mucho”.

-¿Sienten que como músicos tienen una responsabilidad especial ante determinados temas como el abuso infantil?

Ruth Hillar: -El arte y la música pueden ser agentes de cambio. El público tan grande de chicos se multiplicó y como estamos cantándole a mucha gente tenemos una responsabilidad enorme de hacernos cargo de que ese público está transitando una vida que es muy violenta, donde ellos muchas veces padecen esa violencia. Desde nuestro lugar podemos hacernos cargo con lo que sabemos hacer.

Gonzalo Carmelé: -El arte puede transformar y colaborar a sanar. Por supuesto que estamos inmersos en una sociedad que también se está transformando y en estos últimos años hemos visto numerosos cambios. Tratamos de tener mucha responsabilidad con lo que ponemos en los discos y arriba del escenario.

-¿Cómo surgió la letra de “Hay secretos”?

R. H.: -Tuve la idea de que quería escribir una canción así en el momento en que estábamos filmando el video de la canción “Noni, noni”. Estábamos buscando imágenes tiernas y me di cuenta de que había una parte de la infancia que se estaba quedando afuera. Hay infancias más vulnerables que necesitaban una canción que tratara de acompañar, salvar y proteger antes que esta canción de cuna que daba por sentado que los chicos tienen un entorno amable, cariñoso y de comprensión. Hasta animarme a escribir “Hay secretos” pasó un tiempo; recibimos un mensaje de una licenciada en trabajo social de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, Sabrina Medina, en el que nos contaba que había pocos recursos para trabajar el abuso y el maltrato y que le parecía que por nuestro perfil podíamos hacer algo. Yo tuve un encuentro con ella y a partir de algunas sugerencias que me hizo me animé a escribir. “No se tienen que guardar los secretos que hacen mal”, se me ocurrió en el momento en que tomé un café con ella. Como esta canción se empezó a usar en la ESI, era importante que estuviera validada por una profesional. Enseguida pensé que tenía que ser una vidala.

-¿Por qué una vidala?

R. H.: -La vidala es un género muy profundo y bastante retrospectivo, es un ritmo calmo, y me pareció que podía servir para acompañar lo que el lenguaje busca decir de una manera que genere confianza, porque son cosas muy duras las que están en el medio. El videoclip que hicimos potenció el discurso de la canción.

D. B.: -La música es muy efectiva porque rodea el prejuicio y la persiana que mucha gente levanta y va a lo profundo de las personas.

R. H.: -La canción intenta hablarle a los chicos para ayudarlos con esto de identificar los secretos y juntar la confianza para hablar de la manera que puedan. Pero también la canción les habla a los padres para sensibilizarlos, para decirles que la infancia necesita de adultos responsables que estén atentos, que estén mirando; que la mamá se anime a desconfiar de un familiar, si hace falta, todas estas cosas que son tan difíciles. Una de las cuestiones que está proponiendo el video al mostrar a una docente como la persona que está ofreciendo ayuda es poner al Estado a través de las instituciones educativas como el gran responsable de proponer recursos que lleguen a los hogares.

-¿A qué atribuyen la conexión que tienen con los chicos?

G. C.: -El público infantil es muy inquieto y está esperando permanentemente desafíos. Apuntamos a no subestimar la infancia, sino todo lo contrario: tratar de buscar un enganche por ese lado lúdico, pero también a través de una propuesta frontal. Nuestro show es una invitación a participar, a jugar y a divertirse con todas nuestras canciones.

R. H.: -Yo creo que hay un contenido de verdad. Lo que cantamos lo sentimos verdadero y eso se recibe del otro lado.

D. B.: -Quizá la forma de ver el mundo que usamos en el escenario es la misma que usan los chicos en su vida cotidiana: el mismo lenguaje, el mismo paisaje, y ellos también se reconocen en eso y hace que nuestras canciones sean mucho más cercanas. Nuestras historias nunca hablan de cosas que no están en la vida diaria. Nunca vamos a tener una canción de princesas (risas). Hablamos de animales que están en nuestras regiones. No escondemos nuestra tonada, que es una de nuestras piedras fundamentales por el hecho de reconocernos santafesinos. Hablamos como hablamos en el escenario, usando la tonada.