“¿Sabes? Acabo de terminar un toque. Es que mi estudio aquí en Rio está justo en un segundo piso encima de un pequeño club, de una casa de conciertos. Y algunas noches salen encuentros con amigos y tocamos. Ha estado bien bonito”.

Alexandre Kamal Kassin –nació en 1974 en Copacabana, Rio de Janeiro, barrio del que se mudó recién hace seis años– habla y así es: su decir se acompasa, sereno, mientras de a ratos llega cierto sonido de fondo; un xilofón quizás. Su primera educación musical la tuvo de primera mano: su hermano fue DJ. “Es tres años mayor que yo. Entonces en mi casa siempre, siempre había vinilos, escuchábamos sonidos y música todos los días. Esa era la cultura de mi casa, no había momento sin sonido allí” cuenta. Y sigue: “Cuando tenía ocho empecé a tocar la guitarra y por una suerte de destino mi vecino era un gran bajista de la bossa nova. Y ya a los diez empezó a enseñarme a tocar el bajo. Comencé desde niño: primero con los discos y con los vinilos, después tocando guitarra. Y aquel músico empezó a llevarme a los conciertos que él no podía tocar. Muy de cero empecé”.

Ya en la secundaria habría de encontrarse con los que, a lo largo y ancho del camino terminarían siendo sus compañeros de la vida y de la música hasta hoy. Entre otros: Pedro Sá, Moreno Veloso, Domenico Lancellotti. “En mi clase había muchos músicos. Allí conocí a Pedro, íbamos juntos a los conciertos. Me hizo conocer a Moreno, a Domenico. Acabou La Tequila fue una banda surgida en esa clase. Nosotros empezamos a tocar juntos y grabamos dos discos con la banda.”

Tu vínculo con ellos viene entonces de esa época.

—Sí, Pedro tenía una banda con Domenico, Mulheres Q Dizem Sim, y ambas bandas, Acabou y Mulheres, eran bandas hermanas. Hacíamos conciertos juntos, cuando los guitarristas de los Mulheres no podían iba a yo a tocar. Porque sabía sus canciones. Era casi como una misma banda muy grande. Sabíamos las músicas de los otros. Después Acabou la tequila terminó como una banda más de rock y Mulheres como algo más de MPB, samba. Y en cierto momento, después de los primeros discos, las direcciones cambiaron.

Hoy en día tanto Acabou La Tequila como Mulheres Q Dizem Sim son reconocidas y recordadas como dos de las principales bandas de los 90 en Brasil. Otra de las renombradas de esa época es Naçao Zumbi, que cuenta también con la admiración del propio Kassin. “A mí me gusta mucho Naçao. Compartía departamento con el bajista de la banda cuando llegaron a Rio desde Recife, antes de que grabaran sus primeros discos. Ellos son, para mí, como Mulheres: parte de un mismo grupo de amigos”

Otra vez, allí, Kassin. Cerca, muy cerca del centro de la escena.

PRODUCTOR 2.0

Dice y escribe Caetano en la nota con las que acompañó el lanzamiento de Eu nao peço desculpa (2002), su disco junto a Jorge Mautner, recopilada en su antología El mundo no es chato: “Sin Kassin, ese disco no sería lo que es. Lo conocí a través de Moreno –que a su vez lo conoció por intermedio de Pedro Sá– y es un talento inmenso y muy peculiar. Completamente del mundo de los nuevos mini estudios con Pro Tools, informadísimo, inspiradísimo, tiene tan poco miedo del ridículo como Mautner. Tiene también un swing increíble”.

Justamente ese disco –el de Veloso y Mautner– puede verse como la punta de lanza de una riquísima y variada lista de discos de los cuales Kassin fue el productor. Lista que incluye, por ejemplo: Cantada (2002) de Adriana Calcanhotto, Ventura (2003) y 4 (2005) de Los Hermanos, Revirão (2007) de Jorge Mautner, Feito pra Acabar (2010) y De graça (2013) de Marcelo Jeneci y Problema Meu (2016) de Clarice Falcão, entre otros.

¿En qué momento empieza a inquietarte el lugar de productor, de trabajar la música desde ahí?

–Había dos cosas que me gustaban: me gustaban mucho los discos y me gustaba tocar los instrumentos. Pero eran cosas distintas. Desde chico que me gustaba grabar compilados para pasar en las fiestas. La cosa que más disfruto hasta hoy son los discos; y yo pienso que el proceso y el trabajo de un productor es una manera de desenvolverse con los discos. Mi día comienza escuchando discos, voy al estudio y hago discos y vuelvo a la casa y escucho discos. No hay silencio. Entonces para mí siempre fue una cosa complementaria. Antes mismo de Acabou ya estaba grabando en estudios. A los diecinueve años fui contratado por TV Globo como productor musical, no fui a la universidad. Salí de la escuela, estuve un año en Nueva York, volví y empecé en la Globo como productor musical.

¿Podés encontrar alguna diferencia entre el Kassin músico y compositor, y el Kassin productor?

–Sí, porque cuando se hace producción o cuando se toca como músico acompañando a alguien, uno piensa en la estética de la otra persona. Es un oficio. Yo pienso que tengo la necesidad de hacer algo artístico: mis canciones, mis letras son una necesidad. Pero, al mismo tiempo y paralelamente, me gusta mucho que los días no sean los mismos, ¿comprendes? Si solamente fuese un artista tocando todos los días las mismas canciones, haciendo las mismas cosas, teniendo la misma banda, los mismos arreglos, sería muy aburrido. Por ejemplo: puedo estar todo un día mezclando, haciendo algo totalmente técnico, una cuestión de audio. Y al otro día estoy grabando bajos con una banda de quince personas o haciendo arreglos de metales. Tengo que pensar nuevas estructuras, nuevas formas de hacer. Todo esto es como un músculo que precisa ser ejercitado.

Caetano se ha referido sobre Kassin así de devota y amorosamente no sólo en el pasaje citado de su libro sino también en varias entrevistas. Y lo mismo ha comentado, por ejemplo, Adriana Calcanhotto, a quién Kassin acompañó en varios espectáculos. Por su parte, él comenta: “Caetano es un tipo increíble. Porque él tiene la cosa de la concepción musical altísima. Yo solamente pienso que es una gran suerte que yo esté haciendo música con los grandes de Brasil. Aunque mientras uno está haciendo o produciendo esos discos nunca se sabe qué será de ellos. Cuando yo estaba haciendo cosas con Los Hermanos, no eran tan grandes como se volvieron después. Nunca se sabe cuando eso que se está haciendo se va a volver grande. Son momentos como cualquier otro: desayunar, tomar café a la mañana, trabajar un poco. Y de allí puede salir un clásico o nada”.

ES UN BUEN NÚMERO EL TRES

Al tiempo que apenas asomaba el siglo XX, también lo hacía, en Rio de Janeiro, un proyecto musical personalísimo, a la vez que individual y grupal, aunque en realidad, más lo segundo que lo primero: +2.

Aquel proyecto podría definirse bajo esa vieja expresión de todos para uno y uno para todos. +2 estaba formada por aquellos viejos compañeros de clase: Moreno Veloso (sí, hijo de Caetano), Domenico Lancellotti y Kassin. Lo que cambiaba era el músico que se ponía al frente según la ocasión. Así editaron Maquina de escrever música (Moreno+2, 2000), Sincerely Hot (Domenico+2, 2003) y Futurismo (Kassin+2, 2006). Además, en 2009 editaron Imã, banda de sonido de un espectáculo del grupo teatral Corpo: casi totalmente instrumental, igual de libertario, de rico, de variado. Si desprejuiciados son los que vendrán, allí está Kassin. Y ya llegó, ya vino.

¿A la distancia cómo entendés todo lo que sucedió con +2?

–Fue una experiencia increíble. Nosotros somos amigos desde el colegio e hicimos tres discos, viajamos por todo el mundo, hicimos cosas que no esperábamos, no teníamos ninguna ambición ni plan y sin embargo surgió todo eso. Y en cierto momento, como teníamos vidas muy distintas y Moreno se fue a vivir a Salvador Bahía, pensamos que estaba un poco difícil mantenernos como banda. Y como era un proyecto basado en la amistad, en la unión de amigos, no tenía sentido mantener la banda si no era algo libre. Por ejemplo, ahora terminé un disco nuevo, se lo mandé a Moreno para que lo escuche y comente qué le parece. Existe la relación de hacer música juntos. Domenico toca siempre conmigo, Pedro escuchó todos los discos. Existe esa convivencia musical, la cosa colectiva.

De alguna manera, se relaciona con los inicios de Acabou y Mulheres.

–¡Sí, sí! Es casi lo mismo. Es una tradición.

Y se anima, entre tanto, a cierta definición de sus amigos: “Cada uno tenía algo diferente. Pienso que Domenico es el tipo más artístico: pinta, hace tapas de discos, es un chef y cocinero increíble. Él tiene la cosa artística, no solamente musical. Moreno es más naturalmente cantante. Èl tiene la cosa con la canción, es más un artista tradicional. Yo no uso instrumentos cuando hago las músicas: las hago, las encuentro dentro de mi cabeza: la letra, la melodía, los acordes, todo está dentro de mi cabeza. Moreno, por ejemplo, necesita tocarla, cantarla, pensar sobre los acordes. La mía es una manera distinta: ni mejor ni peor, diferente. Yo soy más la parte del estudio. La cuestión estética, que me gusta”.

Hacia 2009 editó su primer trabajo solista: Sonhando Devagar. Y en ambos discos –tanto en Futurismo como en Sonhando Devagar; con bronces, más groovero y sutil éste, más oscuro y alternativo aquel– pueden encontrarse y escucharse tantísimas referencias: rock, experimental, tecno, cosas más acústicas o más eléctricas según la canción, funk, referencias más o menos oblicuas a la música centro americana, bossa, restos y rastros de la MPB y de la música brasilera de las décadas del cincuenta y sesenta. Puede sonar exagerado pero no lo es: vale volver sobre esos dos discos y encontrar todo eso allí. Puro deleite y goce musical, el latir de un corazón tropicalista siempre adelante. Y si ciertas sonoridades rayan tan cerca a los últimos discos de Caetano tal vez se deba a quien es considerado “el cuarto elemento” de +2: el exquisito y notable guitarrista Pedro Sá. “En Sonhando la idea fue que las canciones fueran como la continuación de sueños. Por eso algunas cosas que acontecen pueden ser absurdas. En el disco nuevo los bajos y las baterías suenan muy funk: entonces tiene una cosa pesada de acordes, pero siempre hay un aspecto de funk-soul en los bajos. En la armonía, en los acordes, hay cosas muy brasileras, de bossa nova. Es algo distinto pero se comunica un poco con aquel disco. La cosa es que encuentro muchas músicas y distintas maneras de hacerlas”.

Dice que está pensando en invitar a Domenico para la presentación de su nuevo disco, y que si tuviera que elegir algunas canciones que le hayan cambiado la vida diría, por ejemplo, “Fotografía” de Tom Jobim  (“una canción que siempre está en mi mente, en algún lugar”), “Surf’s Up” de The Beach Boys y tal vez (“es una pregunta muy difícil, voy a pensar un poco”, dice al tomarse un tiempo) “O lugar do caralho” de Jupiter Maça. Además de todo, también participa del programa de radio A point of view, junto a Joao Duprat, que se emite por el portal de internet de la BBC radio. Allí, por ejemplo, en una de las últimas ediciones –la del lunes 6 de febrero– la lista incluyó canciones de Chuck Brown & The Soul Searchers, Beach Boys, The Esg, Minnie Riperton, entre otros.

Finalmente ¿qué hay en la cabeza de Kassim?

–¡Ah, música! Y frecuencias. ¿Sabes? No recuerdo tener la sensación de estar en silencio en mi casa. Entonces la música para mí es como un río que está siempre pasando, una energía siempre constante, en movimiento.

Kassin se presenta con la Orquesta Imperial el lunes 27 de febrero a las 20 en el Centro Cultural Kirchner. Pero antes, en plan solista, lo hace en La Tangente, Honduras 5317, el sábado 25 a las 21.