El dúo “Duhalde-Ortega” se presenta a las elecciones. Duhalde preside el binomio, ya que canta mejor. De la Rua gana las elecciones con la mitad de los votos, y Duhalde los pierde con la otra mitad; Una parte de esa otra mitad lo vota a Cavallo, quizás porque no se acuerda que fue funcionario de la dictadura, o porque sí se acuerda.
Asume De la Rúa, y también Chacho Álvarez. Un economista es ministro de educación, otro es Canciller, otro es Ministro de defensa, y, llamativamente otro es ministro de Economía.
YPF es adquirida, o si se quiere absorbida, por Repsol, petrolera española, es la “re-conquista española” a menos de 200 de haber logrado la Independencia. Si uno domina los aviones, los teléfonos y el petróleo de un país, que ellos elijan a su presidente o canten el himno puede llegar a ser una cuestión simbólica
El mundo se vuelve “punto com”, o el “punto com” se vuelve mundo. Lo virtual es cada vez más real, y lo real es cada vez más virtual. Uno puede comprar libros en librerías que no existen, y ganar fortunas vendiendo portales al futuro, tener relaciones cybersexuales y estar casado con alguien a quien no se conoce.
En octubre del 2000 renunció el vicepresidente Álvarez en medio de acusaciones de corrupción, no hacia él, sino hacia otros funcionarios. En la Argentina “el que denuncia, renuncia”.
Durante el 2001, los argentinos estuvimos pendientes del riesgo país, que es “la tasa de interés que le exigirían a la Argentina, en caso de otorgarle un crédito”. Todos tomaban este dato como fundamental. Pero ¿para qué sirve saber a qué interés prestarían plata, si nadie la presta? Quizás sea una filosofía, un nuevo tipo de existencialismo, una manera “virtual” de gobernar: así, cuando el gobierno no recibía créditos, sentía que sí le estaban prestando; cuando no hacía nada por mejorar la salud, la educación, la vivienda, sentía que sí lo hacía.
El nivel de desocupación creció mucho más allá de los límites pensables y amenazó con invadir otros países.
Luego del “blindaje”, López Murphy nos aplicó su ley, que dice: “Todo plan económico que pueda fallar, va a fallar”, y después Cavallo, y el Megacanje, Megarcanje, Mecaganje o Mecarganje.
Como el trasero nacional parecía soportar todo tipo de planes económicos, en diciembre el gobierno de 2001 le aplicó un candado. Y allí se empezó a acumular, y acumular, y acumular, hasta que estalló. Los ahorristas fueron los nuevos salvajes unitarios de Rosas, los indios del roquismo, los gauchos de Sarmiento... La ciudadanía, la sociedad en su conjunto salió a decir algo en el nuevo idioma nacional: el “cacerolio”, un idioma con pocas (aunque contundentes) variedades de sonido. Por ejemplo “H de P...” en cacerolio se dice “Pum-pum, pupúpum”, con acento en la anteúltuma “u”, difícil de pronunciar en una cacerola. “Basta de coimas” y “Fuera la Corte” se dicen exactamente igual, pero “Viva Cavallo” también es “Pum-pum pupúpum”.
El presidente De la Renuncia ruó, o viceversa. Se fue en helicóptero, quizás en un último gesto por mostrarse diferente de Menem, quien se hubiera ido en el Tango 01.
En quince días hubo cinco presidentes, quizás para compensar los tiempos de Rosas, en los que un solo hombre gobernó por más de 17 años.
La gente hacía cola para irse a cualquier lugar, aunque en realidad lo que la mayoría quería era... volver a la Argentina que alguna vez fue.
El 1º de enero de 2002 asumió el nuevo presidente Duhalde, perdedor de las elecciones del ’99. La historia le “daba por ganada” la revancha, sin necesidad de jugarla. Quizás estrenábamos una nueva modalidad de la democracia argentina: ya que es tan duro ser presidente, que asuma el que pierda las elecciones.
Duhalde trabajó tanto, que parecía que era dos personas: una decía una cosa, la otra hacía lo contrario.
En el 2002 hubo devaluación, pesificación, corralón, manifestación, recesión, represión, inflación, desocupación, desesperación, decepción y resignación: pasaron tantas cosas, que en un solo año parece que transcurrieron como diez, para atrás.
El gobierno dejó de medir la “desocupación” porque daba demasiado alta, y pasó a medir la “despreocupación” de los politicos, que daba más alta todavía.
Duhalde dijo que “estamos condenados al éxito” aunque no aclaró cuando nos dan la libertad condicional. También afirmó que “los que pusieron dólares recibirán dólares”, aunque no la misma cantidad.
En las elecciones de abril del 2003 hubo tres candidatos justicialistas, lo que podría malinterpretarse como un gran primer paso del peronismo hacia la izquierda. Se llamaron Frente por la Lealtad, Frente para la Victoria y Movimiento Nacional y Popular. “Para un peronista no hay nada peor que otro peronista”, parecía ser el lema dominante.
También hubo tres candidatos de origen radical , como si se pudieran dar ese lujo con el caudal electoral que les quedó después de De la Rua. Si alguna vez fueron “cívicos o radicales”, “Yrigoyenistas o alvearistas”, “personalistas o antipersonalistas”, “concordantes o anticoncordantes”, “Balbinistas o frondicistas”, “Del pueblo e Intransigentes”, “balbinistas o alfonsinistas” , ahora pueden ser “progremísticos” “neoliberorepresores” o “tradicionalistas ma non troppo”
Menem salió primero con el 24% de los votos, y segundo salió Kirchner, también peronista, con el 22%. Se convocó a un ballotage entre ambos candidatos, tal como indicaba la Constitución, pero Menem renunció, a pesar de que las encuestas decían que en el ballotage iba a obtener un 90% de los votos: 20% a su favor, 70% en su contra. “Me pregunté qué iba a ser mejor para el pueblo argentino, e hice lo contrario”, pudo haber dicho: hubiera sonado mucho más creible que lo que realmente dijo.
En este principio de siglo XXI, de pronto la Argentina “dejó de estar” en ese Primer Mundo “culto y occidental” . Esa “familia” de la que creíamos formar parte nos excluye, nos da por muertos, se rasga las vestiduras y dice “Argentina nos duele”; no diferencia a “su hermana” Argentina de las imágenes de un extraño Afganistán medieval y destruido.
Parece un mal chiste: en aquella Europa de la que vinieron nuestros abuelos perseguidos por el hambre, la miseria y el autoritarismo, “juntan comida” para enviar a un país llamado “el granero del mundo”, mientras exigen que en la Argentina “junten divisas” para mandar a Europa. Y si uno pregunta por qué cada llamada nos cuesta tres veces más que en el país de origen de la misma empresa, contestan “Es porque la Argentina queda más lejos” .