Hans Zimmer “no quería tocar” El Rey León en el Festival de Coachella. El compositor –que no solo había hecho la música del film animado de 1994 sino también la de varios tanques como Gladiador e Inception- había salido de gira por primera vez en décadas de carrera.

Zimmer dice haber sido presionado para ello por Pharrell William y el ex guitarrista de los Smiths, Johnny Marr, quienes le dijeron: “Llega un punto en el que ya no te podés esconder detrás de una pantalla, tenés que mirar a la gente a los ojos”. El atendió sus demandas y, en 2017, confirmó su lugar en el festival californiano, aunque no creía que fuera a incluir el musical de Disney en la lista de temas. Eso hasta que Nile, el hijo de 23 años de Marr, lo confrontó: “Hans, dejate de joder. Es la banda de sonido de mi generación. ¡Tocá El Rey León!”. Y entonces, Zimmer tocó El Rey León. “Por primera vez miré un mar de gente y me di cuenta lo que significaba para ellos”, dice Zimmer, que ganó un Oscar por su música. “Significaba algo para todos”.

Dos décadas después del estreno de la película, es imposible negar el impacto que tuvo en una generación. Sigue siendo el film de animación en 2D más taquillero, es la película de la infancia de mucha gente; una especie de manta a la que recurrir en tiempos problemáticos. Une a las familias, ha sido pasada de generación entre generación. Hay intensas emociones con las que lidiar, y que la remake que Disney acaba de estrenar, dirigida por Jon Favreau, espera volver a encender y construir sobre ellas, con la ayuda de tecnología de punta y un elenco de “lista A” que incuye las vocesde  Donald Glover y Beyoncé Knowles-Carter.

La historia es conocida: el cachorro de león Simba, heredero de las Pride Lands, es rescatado de una estampida por su padre Mufasa, solo para ver como su padre cae y muere. Simba se culpa a sí mismo, sin saber que detrás de la tragedia en realidad estuvo su malvado tío Scar. Desterrado del reino, Simba aprende a crecer, enfrentar su destino y reclamar lo que le pertenece por derecho propio.



“Es algo que trata directamente sobre la condición humana”, dice Keegan-Michael Key, quien en la remake le pone voz a la hiena Kamari. “Yo siento que cualquier humano, en cualquier camino de la vida, puede identificarse con estos personajes, especialmente con Simba. Key estaba en la universidad cuando se estrenó la película, y fue uno de los que reconoció de inmediato los paralelismos con el Hamlet de Shakespeare, junto a algunas otras influencias. “Me sentí inteligente viéndola”, bromea. “Le decía a mis amigos ‘tienen que ver este dibujito, es un dibujo animado muy, muy inteligente”.

Para JD McCrary (11 años) y Shahadi Wright Joseph (14), que interpretan a las versiones jóvenes de Simba y Nala, El Rey León es todavía algo que ven con sus familias. “Veo a mi papá como a Mufasa”, dice McCrary. La película incluso inspiró a Joseph a actuar y, a los ocho años, fue elegida como la joven Nala para la adaptación de Broadway.

Conexiones

Es casi imposible encontrar un miembro del elenco de la remake que no tenga una conexión con la original. Es algo que flota en el afiebrado aire de la gira promocional, como si todos hubieran quedado atrapados en la escala de ello, en sentido literal y emocional. Al día de la siguiente de la premiere en Los Angeles, Dr. John Kani, quien interpreta a Rafiki, dice: “Tengo 75 años, pero anoche me sentí de 11. Me permití creer. Permití que la historia me atravesara”.

Otros tienen la excitación que supone estar en la misma órbita que una superestrella como Beyoncé, quien no solo le da voz a la Nala adulta sino que además hizo la curaduría y produjo un disco entero, The Gift, que fue inspirado por el film y presenta a varios miembros del elenco musicalmente talentosos, junto a pasajes de diálogo.

Billy Eichner y Seth Rogen, los encargados de Timón y Pumba, apenas se recuperan de la premiere inglesa, donde estrecharon manos con la realeza encarnada en el Duque y la Duquesa de Essex. Tienen cierta mirada de aturdimiento, y dicen que aún deben salir de ese mundo ensoñado. Quizá tiene que ver con que, de algún modo, están parados al borde del precipicio de una nueva era. Cuando Disney empezó a integrar la animación 3D en sus películas a comienzos de los noventa, incluyendo la famosa escena de la estampida en El Rey León, fue el comienzo del fin para la animación 2D.

Como dice Favreau: “Estas nuevas herramientas y técnicas, y la sofisticación de la audiencia en lo que quieren experimentar en materia visual, proceden de eso. Hoy cualquier cosa hecha en 2D es en nombre de la nostalgia, no es parte del lenguaje de animación mainstream”. Así como la versión de 1994 fue una señal de que un gran cambio estaba a la vuelta de la esquina, la nueva El Rey León bien puede hacer lo mismo.

Partiendo de lo que el mismo Favreau hizo en 2016 con El Libro de la Selva (donde una performance humana y real de Neel Sethi para Mowgli fue filmada con una pantalla azul, y la compañía MPC creó una jungla y un elenco de animales realista que interactuaba con él), El Rey León removió todo elemento humano. Hizo uso de un “escenario virtual” en el que Favreau, junto a su equipo y el director de fotografía Caleb Deschanel, podían ponerse cascos de realidad virtual para entrar a una rendición digital de Pride Rock. El equipamiento de cámara, rieles y grúas, se situó en un plató vacío y se equipó con señales infrarrrojas, lo que hacía que sus movimientos se trasladaran a cámaras digitales dentro del “escenario virtual”. Las escenas se filmaron en tiempo real, utilizando modelos simplificados de los personajes en interacción con el equipamiento físico.

“Estoy acostumbrado a hacer películas así”, dice Favreau. “Mis socios y mi equipo dialogamos de esa manera, y con la realidad virtual permitiéndonos caminar ese ambiente pudimos conseguir esta sensación de película de carne y hueso, aunque fuera animada”. Aunque la realidad virtual ya había sido usada por cineastas para tomar decisiones sobre ciertas tomas –como los saltos de los personajes de Solo entre vagones en la escena del ataque al tren-, esta fue la primera película que registró material en un escenario virtual. Aunque esto no significa que ahora todas las películas se hagan de esa manera (Favreau señala que no habría funcionado en la próxima remake de Mulan, más cercana a la estética tradicional de una película de artes marciales), puede ser muy útil para cualquier director que quiera crear un mundo desde la nada. Es parte de un proceso continuo de desarrollo compartido por directores a través de años de trabajo.

“Si no hubiéramos hecho El Libro de la Selva no le podríamos haber encontrado la vuelta a esto”, dice Favreau. “Y si no hubieran hecho Avatar nunca habríamos sabido cómo hacer El Libro de la Selva. Y después vino James Cameron a nuestro set, a ver nuestras herramientas para trabajar en sus nuevas películas de Avatar. Estamos constantemente estimulándonos unos a otros sobre las nuevas técnicas que usamos, dándonos ideas”.

Actores

Otra innovación involucró a los actores, que a la hora de hacer su trabajo de voz normalmente llegaban con su guión, lo ponían en un atril y leían sus líneas. No aquí. “Fue bastante inesperado”, dice Eichner. “Jon tenía este set de performance con cámaras en el perímetro y micrófonos por todos lados, grabando todo lo que hacíamos; actuamos las escenas desde lo físico. En un punto nos hizo tirar los guiones e improvisar. Y mucho de eso terminó en el producto final.”

Key dice que “se sintió como si estuviéramos en una obra de teatro dirigida por Jon”, ya que fue alentado a moverse por el espacio e interactuar con Eric Andre, que interpreta a la hiena Azizi. El material filmado era entonces pasado a los animadores, que trasladarían sus movimientos de lo humano a la conducta animal de un modo orgánico.

De hecho, “orgánico” era la palabra más utilizada a la hora de realizar un trabajo fotográficamente realista de El Rey León. Timón y Pumba, el alivio cómico del film, eran retratados en el original como unos cantantes y bailarines de vodevil de Broadway (con las voces de veteranos de la escena como Nathan Lane y Ernie Sabella). “Necesitábamos algo más conversacional, porque los animales se veían muy reales”, dice Eichner. “Todavía tenemos nuestros momentos de brillo, pero lo bajamos un poco de lo que era el original”. De todos modos, Eichner y Rogen podían dejar que sus propias voces de comedia brillaran. “Fue parte de la diversión”, señala Rogen. “Ser capaces de entrar y salir del material, que la gente esperara que hiciéramos las mismas bromas, pero a la vez ser capaces de cambiar y hacer algo inesperado e igualmente gracioso”.

El trío de hienas fue el que sufrió los cambios más dramáticos. Las voces originales eran de Whoopi Goldberg, Cheech Marin y Jim Cummings, y los personajes eran los más torpes del film, dando vueltas por las praderas y riéndose histéricamente la ineptitud de su líder Scar. Para Key, fueron creadas sobre todo para diluir un poco los aspectos más oscuros del film, pero ahora necesitaban ser refrescadas, “darles algo más de crédito” a la hora de transmitir amenaza. Las nuevas hienas no solo son menos ridículas sino que tienen más espesor como personajes, encajando en lo que el actor define como “un mundo post-Killmonger”, en referencia al villano más multifacético de Pantera Negra.

En esta nueva narrativa, las hienas solo quieren llenar sus estómagos pero caen en las mentiras de Scar y se permiten convertirse en peones de sus propios planes. De manera incidental, los cambios resolvieron algunas de las acusaciones que se dirigieron a la película original, que pintaba a las hienas como “unos cazadores furtivos babeantes y sarnosos”, lo que podía leerse como una narrativa anti-inmigración. Aunque esa idea nunca fue discutida, Key cree en la importancia de ver a estos personajes desde múltiples ángulos. “Eran vistos como una horda sin cara, pero ahora tienen un rostro diferente”, dice.

Legados

Kani también habla de la profundidad que se le dio a Rafiki; Favreau alentó al actor a tomar inspiración de sus propias experiencias personales. Como actor reverenciado, autor y voz política en su Sudáfrica natal, Kani empezo a ser invitado cada vez más a interpretar a los mayores en las ceremonias de la tribu Xhosa. Fue el rol que quiso impartir en Rafiki, a quien veía como el balance de sabiduría para el orgullo del león.

“Es el custodio de la cultura y el legado de este orgullo de los leones”, dice Kani, quien ve a El Rey León como algo cercano a los relatos tradicionales de Africa, cruciales para preservar la historia: “Si olvidamos, la historia tiende a repetirse”. El actor ve muchos Scars en el panorama político de Africa... “Y en lost Estados Unidos también veo muchos Scar en el uso del poder, la ambición, el hambre de poder, la explotación de los débiles, el uso de la corrupción, creando un grupo de gente que cree en ellos y hará lo que sea por ellos. En última instancia esta es también una historia sobre nosotros.”

Al trabajar en el film, Kani también recordó las historias que su abuela le contaba cuando era niño, en las que los animales servían para transmitir varias lecciones morales. En un punto, el joven Kani le preguntó “¿qué querés decir con lo que el águila le dijo al pollo? ¡Los pájaros no hablan!”. Y ella le contestaba: “En mi historia sí hablan, así que callate”. Luego agrega que esas historias llegan de un tiempo en el que “vivíamos más en interdependencia con la naturaleza, nos alimentábamos de ella y ella nos alimentaba a nosotros. Cuando la cultura occidental se desarrolló empezamos a separarnos de la naturaleza y de nuestra relación con los animales. Empezamos a ver a los animales quizá solo como el cuerno del rinoceronte, el colmillo del elefante, algo con lo que hacer dinero. Esta película me llevó al tiempo en que todos éramos uno.”

Zimmer tiene esperanzas similares de que este nuevo El Rey León pueda acercarnos a la naturaleza. “Siempre usamos a los animales de un modo simbólico, para explicar la condición humana”, dice. Quizá ahora ver esta historia tan familiar de un modo tan cercano a la vida real pueda empezar a reducir la grieta entre los animales y el hombre. “Realmente creo que estamos empezando a ver el mundo de manera diferente”, alega. “De pronto nos dimos cuenta de que debíamos usar la letra de Tim Rice, eso de que somo parte del ‘Círculo de la Vida’. Que tenemos que cuidarnos unos a otros, respetarnos unos a otros, respetar este planeta, porque de otro modo ya no tendremos planeta. Tenemos que observar a los animales, está en nosotros. Y será mejor que lo hagamos”.

*De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.