Escasa de grandes logros económicos , o de cualquier tipo, para mostrar, la campaña oficialista está concentrada en "oponerse a la oposición", el camino que Jaime Durán Barba eligió hace meses para mantenerse en carrera. Por eso se concentran en la búsqueda de "disparadores discursivos". En otras palabras, recorren minuciosamente las intervenciones de los candidatos del Frente de Todos, o de ex funcionarios sin relevancia en el armado actual, en busca de cualquier "desliz" que les permita construir polémicas convocantes para los electores, que al mismo tiempo los alejen lo más posible de las preocupaciones económicas que angustian al grueso de la población.
Esta estrategia sería imposible sin el apoyo irrestricto de la gran mayoría de los medios, oficiales y sobre todo privados, que les permiten multiplicar esos "hallazgos" hasta cubrir prácticamente todo el espacio comunicacional. Así surgieron los debates sobre Pindonga y Cuchuflito , y más recientemente el desatado por Aníbal Fernández con su tan intrascendente como desafortunada ocurrencia sobre con quién dejaría a sus hijos, si con Vidal o con Barreda, el legendario dentista femicida.
Después de dos días en la tapa de los principales diarios nacionales, Axel Kicillof optó por dejar clara su posición sobre el tema. En diálogo con el programa "El fin de la metáfora", por Radio 10, aseguró que "la comparación con el femicida me resultó penosa. Desde el primer día mi campaña se trata de proponer y discutir ideas y prioridades. No quiero una campaña sucia ni de agresiones. No es mi forma de hacer política. Mi campaña es mucho más sencilla, se trata de recorrer la provincia, de escuchar, de tomar nota. Con mucho esfuerzo, contagiar el entusiasmo, convencer a los bonaerenses de que es posible poner en marcha la producción, el trabajo; recuperar la educación pública, la salud pública que están tan golpeadas. Yo voy a seguir con esa campaña, tratando de no sumar al mal humor, la angustia ni a nada de lo que tratan de incentivar como una campaña de sensaciones, valoraciones. Lo que hay que hacer es devolverle la tranquilidad a la gente, dejarle en claro que puede haber un gobierno que se ocupe de eso, del trabajo, de la producción, de que no cierren más pymes", abundó Kicillof, que de esa manera no permitió que el debate derrapase a consideraciones personales. Ni de Aníbal Fernández, ni de María Eugenia Vidal.
No hizo así más que retomar la línea discursiva desplegada en el reportaje a la fórmula del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, que comparte con Verónica Magario, publicado este domingo en Página/12 . Consultado sobre la gestión de Vidal, Kicillof respondía en este diario que "me voy a abstener de hacer definiciones personales. Mucho marketing y poca gestión. Mucha publicidad y poco crédito para hogares y pymes. Mucha propaganda y poco trabajo".
En el mismo reportaje, Kicillof remarcaba que no es ese el camino elegido por la campaña de Juntos por el Cambio, que "realiza un ataque contra mí concentrado, de manera conjunta y muy masivo, con legisladores haciendo campaña sucia y atacándonos no con elementos de la gestión sino con mentiras ".
Ejemplos no le faltan. Desde que Miguel Pichetto cumplió con su nuevo empleador difiniendo a Kicillof como "marxista" (dejando de lado que su antiguo y público keynesianismo tiene mucho más que ver con el peronismo que el liberalismo de Macri y Dujovne al que ahora se abraza el dentro de poco ex senador) a las insólitas derivaciones mediáticas de su supuesta "polémica en el bar" con Virginia Gallard o, pasando por la última tapa de la revista Noticias, quizás destinada a hacer olvidar lo que dijo el ex ministro en la entrevista en Perfil, en la que sí lo dejaron hablar .
Lo absurdo de las "acusaciones" --en todos los casos, incluidos los dedicados a Cristina Kirchner, a Alberto Fernández y hasta a la boutade del candidato a concejal por Pinamar-- no tiene mayor importancia. Lo único que buscan es sacar cualquier elemento de realidad del debate electoral para hacer pie en el pantanoso terreno de los prejuicios, cuanto más negativos y elementales mejor.
De eso se habla cuando se habla de campaña inventada.