Alberto Fernández no solo es el candidato presidencial del Frente de todos. También es el principal dirigente de la alianza electoral que salió a buscar votos en los medios. Mientras Cristina Fernández de Kirchner hace campaña por todo el país libro en mano, el ex jefe de gabinete se hizo cargo de la comunicación televisiva, en una estrategia que -por ahora- concentra la atención en su figura. El andar mediático del candidato presidencial en los últimos días resulta agotador, y no solo por la decisión de prestarse a ser entrevistado en "todos lados", reformulando el antiguo plan comunicacional que el kirchnerismo impuso para otras elecciones. También resulta extenuante por el recurrente cuestionamiento que el periodismo realiza por su pasado político, por sus críticas al gobierno de su actual compañera de fórmula y por el rol "real" que tendrá en caso de ser elegido presidente. Una agenda periodística obsesiva, en la que le piden una y otra vez que rinda las mismas cuentas, y de la que Fernández no solo supo salir airoso, sino también dejar en evidencia la falsedad de algunos presupuestos repetidos como mantra por algunos comunicadores.

El esfuerzo por bajar el tono de la contienda política del candidato del Frente de Todos choca de frente con la interrupción constante de la que son objeto sus respuestas. Y también con la propia personalidad de Fernández, que ni siquiera el traje de candidato presidencial le hizo mella en su instinto de dar la pelea discursiva. Lejos del “deber ser” que los asesores suelen aconsejar a los políticos en estado de candidatos, Fernández no renuncia a su verba, lo que le trae más de un dolor de cabeza. “Si hay algo con lo que yo no puedo, es con la hipocresía. A veces no ser hipócrita me trae ciertos problemas”, reconoció en el programa Corea del Centro el candidato presidencial que más entrevistas brindó hasta el momento.

Intentar imponer la agenda propia es una búsqueda a la que aspira todo candidato. Hacerlo desde la oposición, en un ecosistema mediático preponderantemente oficialista, resulta una tarea titánica. En las primeras semanas de campaña, Fernández tuvo que dar más respuestas sobre su propio pasado y el del gobierno de Fernández de Kirchner que acerca de cuáles son sus propuestas para resolver los problemas del país.

"La gente me dice 'ustedes dicen cosas y después vienen los candidatos y no se lo dicen’. Yo quiero decírselo en la cara", lo cruzó el periodista Mario Pereyra, de Cadena 3, con dedo en alto y tono acusatorio. Fue el comienzo del fin de lo que hasta ese momento era una entrevista a cargo de Miguel Claría, sobre la relación política del candidato con Córdoba a lo largo de tiempo. Las preguntas de Pereyra, que se asumió opositor y trató de “mentiroso” a Fernández, acapararon una dinámica “acusatoria” a la que el candidato del Frente de todos respondió con argumentos y firmeza, sin perder la compostura. El cierre a cargo de Claría fue contundente: "Espero tener la posibilidad de volver a entrevistarlo 'periodísticamente'", subrayó el periodista que solo pudo preguntar hasta el minuto 6 de los 20 que duró lo que se suponía iba a ser un reportaje.

La “entrevista” en Cadena 3, emisora cercana al gobierno nacional, fue una dura prueba de fuego para Fernández. Lejos de amedrentarlo o modificar su plan de medios, el lunes el candidato fue a TN, para que lo entrevistara Joaquín Morales Solá, en Desde el llano. El reportaje comenzó con una pregunta que cruzó buena parte del tiempo. "Mi primera pregunta es algo que se pregunta todo el mundo: ¿cómo será la relación suya con Cristina Kirchner si es que ganan la elección y llegan al gobierno?", interrogó Solá, ante la respuesta obvia de Fernández. La obsesión del periodista por Cristina se percibió cuando volvió a la carga en diferentes momentos: "Lo que hay que determinar es si va a gobernar usted o va a gobernar Cristina”; "¿Usted cree que Cristina cambió?; “A los 66 años es difícil que se cambie”; "¿Qué políticas distintas de Cristina haría usted?". “Mi referencia no es Cristina, es el presente”, le respondió Fernández. “Bueno, pero ¿qué haría distinto tomando el gobierno de Cristina?”, insistió Solá, como si no registrara que su entrevistado es opositor a Macri.

Si ocupar espacios que antes resultaban vedados para y/o por el kirchnerismo es la novedad de la campaña opositora, Fernández posee además un atributo que descoloca a sus entrevistadores: reconoce errores del pasado. Esa cualidad, a la que se le suma el hecho de haber sido crítico de algunas políticas llevadas a cabo por el kirchnerismo, desbarata el "pasado" como eje descalificativo. La pérdida de ejercicio en el debate, tanto de ideas como de cifras, al que llevó la "grieta", no solo afecta a los dirigentes políticos cuando se los cuestiona, sino también a los propios periodistas cuando se los refuta con datos. Si repregunta mata relato, respuestas con información deshacen falsedades repetidas.

"Cristina dejó tres problemas en la Argentina: el cepo, la inflación y el déficit fiscal. El cepo, ¿cómo lo resolvió Macri? Lo levantó e irresponsablemente el primer año tuvo 40 puntos de inflación. ¿Cómo resolvió la demanda de dólares que el cepo evitaba? Empezó a tomar deuda. ¿Cómo terminamos? Con la soga al cuello. Endeudado el 95 por ciento del PBI. Cristina le dejó 26 por ciento de inflación dicho por el IPC Congreso. ¿En cuánto estamos? En 55. ¿Qué tiene que ver Cristina en esto?", lo cuestionó Fernandez a Morales Solá, que confesó estar "confundido" por las cifras que enumeraba el candidato. "¿No le reconoce nada bueno a Macri?", le preguntó el periodista. "Yo no recorro el país pero por lo que dice el Gobierno hicieron obras", agregó Morales Solá, desnudando la falta de preparación de la entrevista.

Corea del Centro, el ciclo que conducen María O'Donnell y Ernesto Tenembaum, fue uno de los escasos espacios en los que la entrevista a Fernández no tuvo como eje primordial el pasado sino el futuro. "Vamos a hacer un ejercicio hacia adelante, para que no sea todo hacia atrás, aunque ya vendrá eso. Primeros 90 días de gobierno, Alberto Fernández asume la Presidencia, ¿cómo sigue eso?", preguntó la periodista, inaugurando el reportaje. "Poner en marcha la economía, tengo obsesión en poner en marcha la economía", respondió Fernández, que tuvo la posibilidad de contar alguna de las medidas que tomaría para resolver los problemas económicos, como desdolarizar las tarifas de los servicios públicos, concertar un acuerdo de precios entre todos los sectores "por 100 o 180 días" y aplicar reglas al mercado de capitales. Un reportaje en el que, por supuesto, no dejaron de abordarse temas como la corrupción, el sindicalismo, la salud y la educación pública y el periodismo.

El raid mediático de Alberto Fernández en campaña, prestándose a entrevistas con periodistas o medios que cuestionan sus ideas, no solo expuso cierto estado actual del periodismo político. También puede servir para preguntarse si, acaso, el problema de los políticos no es el lugar al que van a dar reportajes, sino las respuestas que tienen para cada pregunta.