La ex presidenta Cristina Kirchner utilizó irónicamente los términos “Pindonga” y “Cuchuflito” como ejemplos de segundas marcas y el aparato mediático montó una campaña para desprestigiar sus dichos. En Peligro de Wolf vamos a resignificar la importancia de ambos nombres ya que forman parte de la historia oculta del fútbol argentino: el zaguero brasileño Pindonga y el delantero marplatense Cuchuflito.
PINDONGA: su nombre completo era Joao Gilberto Brutinho Do Nascimento, aunque todo el mundo lo conoció con el nombre de “Pindonga”. A los 17 años ya tenía algo de Pelé: una camiseta autografiada. En un carnaval logró disfrazarse de jugador talentoso y por ello logró emigrar al fútbol argentino. En tiempos del llamado “Fútbol espectáculo”, Alberto J. Armando lo llevó a Boca Juniors, club en donde brillaron los brasileros Paulo Valentim y Orlando Pecanha de Carvalho. A diferencia de ellos, Pindonga brilló menos que una calle de tierra de una favela de Río de Janeiro. Sin embargo un día recibió el llamado del DT de la Selección Brasileña. Pero era equivocado. Al terminar su carrera en el club xeneize, volvió a su país y jugó en el “Deportivo Zunga” por el pancho y la caipirihna. Porque no fue profeta en su tierra ni tampoco en ningún lugar de la Tierra, se retiró joven. Sin embargo, a los dos años se arrepintió del hecho y declaró al diario carioca “O Pasquim Brazuca”: “Volveré al fútbol”. Lo que no se aclaró en la entrevista si ése fue un deseo o una amenaza.
CUCHUFLITO: muy poco se ha dicho de Pedro Alexis “Cuchuflito” García. Mejor así. Fue un delantero surgido de las inferiores del Atlético Montecatini de Mar del Plata. Llegó de muy pibe a la Primera, tras destacarse como goleador en los Torneos Evita y en el fallido Campeonato Isabelita. Fue contratado por Estudiantes de la Plata para intentar repetir la hazaña del inolvidable equipo de “Los Profesores”, e integró la famosa delantera de “Los Maestros Jardineros”. No fue un jugador elegante, a pesar de haber jugado con Corbata, en el Racing del '68, en donde logró continuidad únicamente en el banco de suplentes. La hinchada lo apodaba, justamente, “Cajero automático” porque vivía en el banco. Tras un fugaz paso por Chacarita (fue a despedir a su abuelo recién fallecido), llegó a jugar en el Deportivo Teletubbie de la Liga Suipachense de Fútbol, en donde batió el record de cinco goles en contra en igual cantidad de partidos. La gambeta, el pase exacto y el sentido estratégico fueron virtudes que en Cuchuflito, siempre brillaron por su ausencia. Hasta fines de los ’70 se lo recordó como uno de los jugadores más caballerescos. Hoy, ya ni se lo recuerda.