Desde Brasilia
Bajo amenaza. El presidente Jair Bolsonaro calificó como "malandro" al periodista Glenn Greenward durante una declaración en la que manifestó la posibilidad de mandarlo en "cana" por haber publicado informaciones a cerca de las irregularidades ocurridas en la causa Lava Jato. El editor del sitio The Intercept, colmó la paciencia del gobierno con sus artículos basados en transcripciones y audios de conversaciones a través de la aplicación Telegram del entonces juez Sergio Moro y el jefe de los fiscales de aquel proceso que derivó en la prisión de Luiz Inácio Lula da Silva, arrestado desde el 7 de abril de 2018 en Curitiba.
Con el aval de Bolsonaro el ahora ministro de Justicia y Seguridad Pública Moro reglamentó la expulsión "sumaria" de cualquier extranjero en caso de violación de la seguridad nacional. Publicado en el Diario Oficial del viernes pasado el decreto apenas disimuló su carácter casuístico.
El tono de las afirmaciones realizadas por el mandatario el sábado y la medida promulgada un día antes por Moro dejan pocas dudas sobre el cerco tendido contra el periodista y abogado norteamericano Greenwald.
Paralelamente fue lanzado un operativo contra los sospechosos de haber invadido los teléfonos de Moro y miembros de la "Fuerza de Tareas de Lava Jato" . Este fin de semana fue prolongado por cinco días el arresto en Brasilia de los cuatro presuntos piratas informáticos.
"Lo que más me perturba es que Sergio Moro me esté investigando, queriendo detenerme, criminalizando al periodismo diciendo que nosotros somos aliados de los hackers", planteó Greenwald al reiterar que no dará a conocer el nombre de sus fuentes amparado en la legislación brasileña.
Entre los cuatro presos, descriptos por las autoridades como muy peligrosos hay un chofer de Uber, un DJ y su novia, una manicura. Ninguno de ellos es programador de computación ni tiene antecedentes por haber violado sistemas sofisticados.
"Más que hackers parecen unos ladronzuelos de provincia, nos los presentaron como como los ´Hackers de la conexión rusa´ y me parecen que son los ´pillos de Araraquara´ (ciudad del interior de San Pablo) ", comparó el profesor asociado de la Universidad Federal del ABC, Sergio Amadeus, especialista en espionaje cibernético.
"Estamos frente a un absurdo, Moro es quien tiene que dar explicaciones sobre lo que escribió Greenwald, pero en lugar de hacerlo él es quien comando una operación que apunta a Greenwald", planteó el profesor.
A pesar de estar en la mira del gobierno Glenn Greenwald manifestó la intención de seguir adelante con sus revelaciones. "Lo peor aún no fue publicado", anticipó. "Estoy en condiciones de rebatir cada desmentida del señor Moro" apoyado en miles de documentos, avanzó.
Antes de hacer frente a la presión en forma de pinza formada por Bolsonaro y Moro, Greenwald campeó, entre 2013 y 2014, las amenazas de la comunidad de inteligencia estadounidense por haber publicado en el diario británico The Guardian los papeles secretos de la agencia de seguridad NSA obtenidos por el ex agente Edward Snowden.
Aquella proeza le valió el premio Pulitzer al periodista radicado hace quince años en Brasil. Y el documental sobre la historia de Snowden, en el que Greenwald es un personaje destacado, obtuvo el Oscar.
Dede el 9 de junio The Intercept comenzó a divulgar reportajes en los que se informa cómo Moro dio instrucciones a Deltan Dallagnol, jefe del Ministerio Público de Curitiba, sobre la elaboración de la denuncia contra Lula, siendo que la ley prohíbe al juez interferir en la tarea de los fiscales.
Parte de esos artículos fueron anexados por los abogados del expresidente en un recurso presentado al Supremo Tribunal Federal para que su condena sea anulada debido a la falta de "imparcialidad" de Moro.
Otras filtraciones ventiladas por The Intercept indican que el magistrado mentor de Lava Jato fue captado cuando daba instrucciones sobre como presionar a un testigo.
En los artículos más recientes, aparecidos el viernes, se revela que Dallagnol cobró miles de dólares por brindar una conferencia auspiciada por una firma investigada en Lava Jato. Y que recibió otro cheque jugoso por participar en una reunión privada con banqueros a los que habría brindado informaciones sensibles.
El caso repercutió este fin de semana en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
"Lamentablemente el presidente de Brasil parece haber olvidado la Constitución y los tratados internacionales de libertad de expresión de los cuales Brasil es signatario", declaró Edson Lanza, relator especial sobre Libertad de Expresión de ese organismo hemisférico.