La sociología es capaz de problematizar las convenciones del “sentido común”. Permite desenmascarar las construcciones ideológicas y las distintas formas de violencia; posibilita una visión más clara de las múltiples desigualdades sociales y de las relaciones de poder. Es crítica, desmitificadora, desnaturalizadora; por lo mismo, es incómoda. Enlaza las inquietudes personales y los problemas de la sociedad, pensando en términos de relaciones y procesos históricos; nos advierte, por ejemplo, que la división sexual del trabajo es producto de relaciones asimétricas de poder entre varones y mujeres, no de atributos naturales. Nos representa la realidad como una construcción social. En su mirada, todo lo que existe podría existir de otra manera. Éste es uno de los papeles más necesarios y urgentes de la sociología en la vida social.
La primera Licenciatura en Sociología en una universidad pública argentina abrió en 1957 en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, existen 12 carreras de Sociología en universidades públicas de Argentina. Junto con las ofrecidas por universidades privadas, suman 19. Recientemente se constituyó la Red Argentina de Carreras de Sociología, lo que permitirá una mayor articulación entre las carreras de grado.
La primera Licenciatura en Sociología en una universidad pública de la provincia de Córdoba se abrió en el interior provincial, en la Universidad Nacional de Villa María, donde me formé como sociólogo. Desde este lugar, hace más de veinte años venimos construyendo e investigando problemas sociológicos. Estos demuestran una gran variedad de intereses entre quienes conformamos la carrera, y en muchos casos se articulan con proyectos de intervención y con la docencia.
Nuestros debates no son tan diferentes de los que se dan en otras carreras del país: nos preocupa el rol del sociólogo y la socióloga como profesionales -creemos que debería fortalecerse y ampliarse–. También creemos que debe afianzarse la interrelación entre la sociología y su medio social, y que más indagaciones sociológicas se sustenten en los problemas definidos y experimentados por los propios actores sociales. Así, podremos consolidar una percepción de la sociología como lo que realmente es: una ciencia necesaria y urgente. Esto es una tarea importante en un país como el nuestro, con profundas desigualdades, donde continúan vigentes discursos y concepciones (sostenidas incluso por autoridades ministeriales) que establecen una jerarquía de legitimidad entre las diferentes ciencias, dejando a las sociales en un lugar secundario.
Matías Giletta: Coordinador de la Licenciatura en Sociología de la Universidad Nacional de Villa María. El autor agradece los aportes de Vanesa Villarreal, Susana Roitman y Romina Cordero.