Después de dar marcha atrás con el decreto que bajó el aumento de haberes a los jubilados, el presidente Mauricio Macri trató ayer de recomponer su imagen con la visita a un centro de adultos mayores de la provincia de San Luis. Sonriente y sin hacer referencia a su decisión de modificar la fórmula con la que se actualizan sus ingresos, el Presidente les habló a los jubilados del “amor” y el “respeto”, supuestamente expresado en la ley de reparación histórica. No hizo referencia a la pérdida de más de 9 puntos de poder adquisitivo que sufrieron en el último año producto de la devaluación y la inflación superior al 40 por ciento. “Tenemos que cuidar el salario de los jubilados, bajando la inflación”, dijo el mismo Macri que por un “tecnicismo matemático” decidió hace dos días recortar 24 pesos los haberes jubilatorios tras modificar el cálculo establecido en la Ley de Movilidad Previsional.

En su regreso a escena, Macri trató el jueves de dar vuelta el escándalo por la quita de deuda del 98,87 por ciento que el Gobierno accedió a realizar al Correo Argentino, propiedad de la empresa de su familia. Ayer trató de dejar atrás el desgaste que supuso la intentona de ajustar las jubilaciones. A tono con las recomendaciones de Jaime Durán Barba de mostrarse “cerca” de la gente, Macri apareció rodeado de “abuelos felices”. El cuadro lo completó la recepción con el slogan proselitista del “sí se puede” que le prodigaron a su llegada. No todo, sin embargo, fue felicidad. Macri llegó al aeropuerto de San Luis. Allí lo esperaban militantes de ATE, que como se ha vuelto habitual en casi todas las visitas que realiza al interior pretenden transmitirle personalmente su rechazo a las políticas de ajuste que está implementado. Tenían globos negros, carteles con leyendas como “Macri devolvé la pesada herencia” y también gomas para quemar, pero la policía local impidió que lo hicieran.

Macri, como también es habitual, evitó todo contacto con la gente que no fueran los jubilados que tenían arreglada su participación en el acto. El gobernador Alberto Rodríguez Saá, enfrentado con la administración nacional, no fue a darle la bienvenida ni lo acompañó en sus actividades. En el aeropuerto lo recibió el intendente local, Enrique Ponce.

Como sucedió el jueves en la Rosada, Macri echó mano al recurso de “la pesada herencia” y abonó el discurso PRO: “Una sociedad que no es agradecida con sus abuelos, que no reconoce el trabajo que han hecho, es una sociedad que no tiene futuro. Ahora estamos reconstruyendo el futuro con amor, con respeto y con esta ley de reparación histórica que está haciendo lo que es justo”.

El relato del Presidente choca con la realidad: desde la aprobación de la ley de movilidad previsional en 2009, a los jubilados nunca les fue tan mal como durante su primer año de gestión. De acuerdo a la medición de precios del centro de estudios Cifra, de la CTA, que promedia datos oficiales de nueve provincias, en  2016 los jubilados sufrieron una pérdida record frente a la inflación, ya que obtuvieron aumentos de haberes por el 31,68 por ciento, mientras que la inflación escaló a 40,7 por ciento. Contra esos datos, Macri aseguró ayer que “el nuevo índice de movilidad va a estar por arriba de la inflación”. No habló de las exigencias del FMI para cambiar el método de cálculo del aumento de las jubilaciones -cosa que trató de hacer y no pudo- y también reducir el haber jubilatorio en relación al salario promedio obtenido durante la última parte de la vida laboral activa.