En el Encuentro Nacional de trabajadoras bancarias Cristina Kirchner dio una charla. Ante un público que la miraba sin más ni menos que con amor, dijo que los políticos carecían de sensibilidad ante el dolor de los otros. Habló de una triste escena en la provincia de Buenos Aires. Una cola enorme de jóvenes esperaba para conseguir un trabajo. Era un trabajo de guardián de cárcel. “Un trabajo no precisamente vocacional”, aclaró CFK. Se preguntó cómo era posible que la gobernadora de la provincia no se hubiera hecho presente ante esos jóvenes para hablar con ellos. Y ahí dijo lo de la sensibilidad. Que hay políticos a los que les importa poco la suerte del prójimo. Nancy Pazos le mostró ese fragmento del video a la gobernadora, ella lo miró con indiferencia y no le mereció ningún comentario. Vive en una base militar. Eso no desarrolla mucho la sensibilidad social.
Se aproximan las PASO. Serán algo así como la primera vuelta electoral. Lo que convertirá a la elección de octubre en un balotaje. Hubo una Convención de Juntos por el Cambio donde se lanzó la campaña electoral. Los Cambiemistas salieron con los tapones de punta. El peronista Pichetto insistió con el marxismo de Kiciloff. Parece que todo aquello que propone una intervención del Estado para morigerar el apetito de las corporaciones es marxista. Lo habría sido Keynes y Kiciloff escribió un libro sobre sus teorías intervencionistas y distribucionistas adhiriendo a muchas de sus posiciones. ¿Qué otra prueba haría falta? Tampoco Pichetto parece tener mucha simpatía por los judíos. En la AMIA, dijo en el Congreso, murieron argentinos judíos y argentinos argentinos, que, se desprende de semejante afirmación, serían más argentinos que los argentinos judíos. Así, Kiciloff sería menos argentino que Vidal.
En la misma Convención, Larreta despotricó contra los sindicalistas. Algo que Cambiemos ha puesto de moda. Fue por los tiros que disparó una patota en un conflicto del gremio de la carne. El grupo de poder de Cambiemos (o Juntos por el cambio) tiene algunos blancos demonizados sobre los que gusta arrojar munición pesada. Por supuesto CFK, que se habría robado un PBI y sería inevitablemente autoritaria. Y luego La Cámpora, que vendría a ser la presencia de la violencia setentista en el espacio de los Fernández. La gobernadora de la pcia. de Buenos Aires dijo muy segura que si no ganaba ella y ganaba Kiciloff gobernaría La Campora. La Cámpora no son los Montoneros. Son una organización no violenta, con gran fervor militante, que sigue a Cristina con entusiasmo que preocupa a quienes la denigran.
Siempre que hay elecciones me gusta recordar los versos del humilde vate peronista Zoilo Laguna. Los volcó en un folleto que tituló “Se vienen las votaciones”. Y dice: “¡Libertá! Si habrán hablao della/ en tiempos pasados/ Libertá de andar tirao/ sin techo, pan ni trabajo/ ésa era pa los de abajo/ la libertá del pasao”. Estos versos tienen una triste actualidad. Neoliberalismo de andar tirao, sin techo, pan ni trabajo. Tienen más actualidad ahora que en el ’54, cuando fueron escritos. Bien saben miles de argentinos lo que es andar tirado, sin techo, pan ni trabajo. Hay 7.200 personas en situación de calle en tanto se inauguran paseos, plazas y otros paseos más caros aún. Ese dinero debería destinarse a paliar el hambre de los miles de indigentes. Macri golpea el asfalto y dice que ésa es la patria que ellos están haciendo. Se le ha dicho que la gente no come asfalto. Que los chicos van a la escuela a comer. Que en sus casas no pueden alimentarlos. Todo inútil. La insensibilidad social del gobierno es pasmosa.
Macri quiere ganar en las PASO. Trump, que ha superado a Theodore Roosevelt en prepotencia imperialista, lo apoya. El FMI le sigue dando plata. Y la Sociedad Rural lo aplaude. Si hubiera algo de comprensión o compasión por el hambre de los demás, Macri tendría que renunciar porque las encuestas lo darían perdedor por cincuenta puntos. Pero no. Ahí está, con su sonrisa mefistofélica, sentado en La Rural y mirando los toros abusivos de los dueños de la tierra. Muchos, demasiados, lo van a votar. En menos de cuatro años arruinó el país. Pero pareciera que no importa. Que da lo mismo. Con tal de frenar a la Yegua que Macri nos reviente de hambre. Tiene que perder. Si este país vuelve a consagrar presidente a Macri escribirá una de las páginas más deleznables de su historia.
Y el peligro existe. Hay encuestas que dan un 43% de indecisos. ¿Qué les pasa? ¿No ven la situación del país, el hambre, la desocupación el endeudamiento desaforado? Apareció una solicitada que encabeza el actor cómico Juan Acosta, que se indignó cuando en River cobijaban a los sin techo. Son 150 firmas. Algunos del elenco estable pero muchos desconocidos. Defienden a Macri, lo van a votar. ¿Qué clase de gente es ésta? Algunos lo hacen por convicción. Pero otros por odio. Hay una asimetría entre este odio y los daños que se les han propinado. No es para tanto. No es un odio racional. Es un odio de clase. Un viejo odio de un viejo antiperonismo que tuvo su punto más alto en el aberrante “viva él cáncer” que le dedicaron a la Evita moribunda.