Desde Santa Fe

El arquitecto Julio Ernesto Arroyo relató esta semana ante el Tribunal Oral de Santa Fe que juzga la masacre de Ituzaingó y Las Heras, el 19 de enero de 1977, cómo una patota del Ejército copó su casa -que está sobre la misma vereda a menos de diez metros- y utilizó su terraza para acribillar el contrafrente del edificio de la esquina. Una de esas ventanas al este es la que intentó cerrar la vecina del primer piso, Elina Carlen, y un balazo le destrozó el cuello ante el horror de su hija Graciela Carlen, que quedó en shock. Arroyo dijo que recién pudo llegar a su domicilio al anochecer, salió al patio y se topó con los represores que estaban ahí, en lo que describió como "un cruce" porque "ya se estaban yendo". Encontró la terraza sembrada de vainas servidas con las que luego llenó una caja de zapatos, "eran de armas de grueso calibre, fusiles", dijo ante una pregunta del fiscal Martín Suárez Faisal.

Hoy, a las 10, el Tribunal tiene prevista una inspección judicial en esa esquina del barrio Candioti y, ante un pedido de las abogadas querellantes Lucila Puyol y Soledad Sánchez Janney, amplió el recorrido a la casa de Arroyo, donde hoy tiene su estudio de arquitectura.

En el juicio, testigos directos ya señalaron tres plataformas de ataque al edificio de Ituzaingó y Las Heras, donde murieron cuatro militantes montoneros y la señora Carlen:

*El ex diputado Jorge Giorgetti -que vivía en el tercer piso con su esposa y su hijo Matías, de ocho meses- vio que desde un balcón de enfrente por calle Las Heras un represor con pañuelo en la cabeza disparaba con un fusil automático, montado en un trípode.

 

*Arroyo contó que desde la terraza de su casa acribillaron el contrafrente del edificio de Ituzaingó. Los "impactos estaban concentrados en el primer piso", donde vivían Carlen y las otras cuatro víctimas: Ileana Gómez, su pareja Jorge Piotti y los compañeros de ambos, Osvaldo Ziccardi y Carlos Mario Frigerio.   

*Un ex soldado conscripto que hizo el servicio militar en el Comando de Artillería 121, José Luis Meiners, admitió haber participado en el operativo como "apoyo" de la fuerza de tareas. Por orden de sus jefes, subió junto a otros dos soldados a "un techo que está en diagonal" al edificio atacado y desde allí, "tirábamos, pero no sé a qué", dijo. "A nosotros nos decían que había que tirar para allá y tirábamos". Cuando el fiscal le preguntó quién le dio la orden, Meiners mencionó a uno de los imputados en el juicio: el coronel Ramón Abel Recio, quien después dijo que él no participó en el ataque.

Arroyo recién pudo llegar a su casa a la noche. El operativo del Ejército y la Policía se extendió por varias horas, a la tarde. Y cuando salió al patio se encontró con los represores. Eran varios de civil, pero uno "estaba uniformado de verde militar". Fue "un cruce" porque "ya se estaban yendo", contó. El patio tiene una puerta que da a un pasillo común con vecinos, así que "entraron por ahí y por la escalera accedieron a la terraza". "Hablé con los vecinos y me dijeron que habían subido al techo".

"La prensa de la época hablaba de un enfrentamiento. Pongo en duda que haya sido un enfrentamiento", dijo Arroyo. El fiscal Suárez Faisal le preguntó por qué lo decía. "Un enfrentamiento es una simetría en las fuerzas", pero en este caso, "la relación de fuerzas no fue equilibrada", respondió el arquitecto.

--¿Sabía si en uno de esos departamentos vivía la señora de Carlen y su hija?

--En ese momento no, me enteré después.

--¿Dónde impactaron los disparos? -insistió el fiscal

--En todo el contrafrente del edificio, pero estaban concentrados en la franja del primer piso -contestó Arroyo.

A pedido de la querella, el presidente del Tribunal, Luciano Lauría le preguntó si hoy abriría la puerta de su estudio "para conocer el lugar de los hechos". "Estoy a disposición", contestó el testigo.

Otro de los jueces, Mario Gambacorta le preguntó si había visto impactos de bala en su casa. Arroyo dijo que no, pero relató un  hecho que ocurrió al tiempo. La construcción es antigua, de 1910, la terraza se utilizaba como tendedero. "Siete u ocho meses después, un día mi madre escuchó ruidos, intentó subir por la escalera y se desplomó el techo". Se salvó por milagro. "Hubo tanta gente arriba" de la terraza que "siempre pensé" que ese colapso "podía tener relación", concluyó el arquitecto.