Desde Córdoba
Mientras Argentina atraviesa un proceso de degradación de la calidad de las dietas a escala masiva, un colectivo de mujeres radicadas en Córdoba decidió acuerparse, confrontar el establishment agro-alimentario y parir Nutricias. Este espacio comenzó a gestase el año pasado, y en los últimos meses empezó a transitar ámbitos abiertos a la comunidad. Integrado por trece mujeres formadas como nutricionistas (la mayoría en la Universidad Nacional de Córdoba), este colectivo levanta entre otras banderas a la “soberanía alimentaria y a la agroecología”.
“Como comunidades debemos elegir qué comemos, pero para eso primero tenemos que saber cómo se produce el alimento, y eso nos lleva a estar en contacto directo con productores que buscan que sus cultivos cuiden la salud de las personas, pero también el agua y la tierra”, explica Sofía Alzuarena, una de las Nutricias que empezó a tramar esta urdimbre.
Diálogo de saberes y sabores
Con una experiencia similar de formación de grado, las diversas integrantes del espacio fueron buscando en otras ramas del saber aspectos que entendían esenciales y habían sido minimizados o directamente negados en la carrera universitaria. Desde perspectivas que incluyen saberes de comunidades indígenas latinoamericanas, naturismo, veganismo, vegetarianismo, medicina china, ayurveda, y agricultura ecológica, entre otros, las Nutricias aprendieron cada una por su lado cuestiones como la diferencia entre un alimento que tiene o no pesticidas a la hora de ser metabolizado, aspectos emocionales en torno a la alimentación o la centralidad de la semilla como nudo socio-político. Todo este cúmulo de aprendizajes finalmente confluyó en un ámbito común, con reuniones periódicas, y que en la actualidad participa mensualmente de la Feria Agroecológica de la Ciudad Universitaria de Córdoba, que se realiza los sábados a la mañana. En este sentido, uno de los ejes de las Nutricias fue tener una voz con fuerza frente “a los sectores que dominan la nutrición, como el Colegio de Nutricionistas, donde no se cuestionan los alimentos ultra-procesados ni se destaca la importancia de la fruta y la verdura agroecológica”.
La mirada del colectivo se inserta en un debate global en torno al alimento, la salud, la ecología y la economía. El año pasado un lapidario informe de la Relatora sobre Derecho a la Alimentación de Naciones Unidas, Hilal Elver, señaló que Argentina “es el país de la región que consume la mayor cantidad de productos ultra-procesados per capita por año (194,1 kilos), y lidera el consumo de gaseosas”. Asimismo la relatora valoró el trabajo de las organizaciones que cultivan agroecológicamente, es decir aquellas que entre otros objetivos apuntan a evitar el uso de químicos de síntesis, que buscan retejer vínculos entre agricultura y consumo a nivel local, y apelan a construir sistemas de comercio justo. Frente a este escenario, la Nutricia Estefanía Moroni sostiene: “el alimento de calidad, sin pesticidas, debería ser para toda clase social porque es un tema de salud, de contar con cuerpos y mentes sanas”. “Hoy en día estamos viviendo un envenenamiento crónico con los alimentos, que mantiene a la sociedad enferma”, apunta en función de diversos informes y estudios que dan cuentan de la ingesta cotidiana de agroquímicos en micro-dosis a través de frutas y verduras.
Por su parte, Lucrecia Oliva agrega que “si bien el Estado, Senasa por ejemplo, ha reconocido la presencia de agroquímicos en frutas, esa producción es la que mayoritariamente sigue circulando”. Entonces plantarse como nutricionista frente a esa realidad implica un des-aprendizaje intenso. Porque, como grafica esta Nutricia de Marcos Juárez, “es más cómodo armar una dieta, poner marcas de alimentos, nombres de frutas y verduras, mandar a la persona al supermercado y ya, pero una no sabe dónde y cómo fue cultivado eso”. Desde esta mirada crítica entienden que “se debe cuidar la salud de la persona, entonces hay que tratar de saber que lo que va a poner en su organismo no tiene agroquímicos”. Con ese criterio, las Nutricias han comenzado a vincularse de forma directa con redes de agricultoras y agricultores agroecológicos, entendiendo que los alimentos de origen vegetal son la base desde la cual pensar la alimentación, frente a la problemáticas sanitarias y ambientales, entre otras, de la industria cárnica. No obstante, “dentro de la carne, huevos y leche, se apunta a producciones que sean familiares, lo más sanas y ecológicas posibles, alejadas de la mega-industria que tiene un altísimo impacto”, agrega Alzuarena. Este entramarse con la producción agrícola de pequeña escala en forma directa se torna una tarea política mayúscula frente a la desconexión de saberes que domina en los ámbitos académicos formales.
Los ritmos de la tierra
Con este tiempo recorrido en colectivo, las Nutricias empiezan a marcar una huella en Córdoba. “Sentíamos que se estaban haciendo cosas muy interesantes desde la agroecología y la soberanía alimentaria, y faltaban voces de la nutrición, y asimismo las voces de la nutrición que más se escuchan, asociadas a las dietas para bajar de peso, no son las que nos representan”, deja asentado Alzuarena, como marca identitaria. En apoyo a esta línea, Moroni añade que el espacio es “una semilla en expansión que busca crear conciencia sobre la alimentación natural, con alimentos cercanos a la tierra, que tienen un gran poder de sanar”. Lucrecia Oliva indica que “el objetivo, al final de todo, es recuperar saberes sobre la comida y sobre el cuerpo que den autonomía a las personas y dependan lo menos posible de un médico, y del propio nutricionista”.
En lo más inmediato, las Nutricias se han propuesto avanzar en algunas investigaciones para generar materiales de divulgación, brindar charlas en encuentros de estudiantes, conectarse con otros colectivos del país, y continuar con su propia formación en diálogo con las comunidades, algo que permanentemente remarcan como necesidad. Del futuro a mediano y largo plazo ya se verá, nada las apura. Como dice Alzuarena: “Pensamos mucho en los ritmos de vida, tan vinculados a la pérdida de calidad en la alimentación, pero de pérdida de calidad de la vida pensada en forma integral, por lo que creemos importante seguir con este proceso tan femenino que venimos haciendo de conocernos y cultivarnos internamente para dar lo mejor hacia afuera, y eso es coherente con lo que somos como Nutricias”.