Días atrás asistimos al encuentro entre Defensores de Vegano y Gauchitos Juniors con un final vergonzoso. Y el VAR no dijo nada. Los Verdes fueron agredidos en La Rural por parte de la hinchada local y tampoco la CONMEBOL tomó cartas en el asunto. Ni cartas, ni mails, ni mensajes de Whatsapp. Ni siquiera sugirió que la revancha se juegue en Madrid, en alguna plaza de toros, tal vez. Nuevamente, la violencia ganó por goleada. Que los que dicen que “comer carne es malo” se hayan comido varios bifes no ayuda a la reconciliación de los argentinos. Tampoco ayuda a cerrar esta grieta alimenticia que los activistas veganos manden fruta, digan cualquier verdura y se vayan por el lado de los tomates, porque no pasará naranja y a nadie le importará un pepino.
En Peligro de Wolf estamos preocupados. Queremos que los activistas que defienden los derechos veganos no decidan atacar al fútbol pasión de multitudes. Ya empezaron por otra de las grandes tradiciones argentinas: el asado. Sabemos que hoy nos toca vivir en una Era Ligth en donde no se pide “un aplauso para el asador” sino “un aplauso para el que condimentó la ensalada y preparó el roll de berenjenas con vegetales”.
No queremos que se metan con el fútbol. ¿Qué pasará con la gran costumbre futbolera de comer choripán en los estadios? Ese olor a carne desbordada de chimichurri es parte de la esencia del domingo futbolero. No me imagino a un ex vendedor de panchos pregonando en las tribunas: “Hay tofu y milanesas de berenjena en base de mix de acelga y espinaca, muchachos”. Está claro que si el veganismo organizado hubiese avanzado con la idea de atacar al fútbol nuestro de cada día con una consigna ovolactovegetariana, no podrían haber pisado una cancha jugadores como Carnevali, el Chori Domínguez, Pancho Sá, Panchito Guerrero, el Leche La Paglia, el Huevo Toresani y el Manteca Martínez.
Las hinchadas argentinas no pedirían huevo sino que cantarían que “hay que poner un poco más de tofu”. Reivindicarían a Lechuga Roa, Poroto Cubero y Chaucha Bianco, propiciarían la presencia de Poroto Lux, Cebolla Rodríguez y Lechuga Alfaro en la Selección y, por qué no, la nacionalización de Chicharito Hernández. La barra de Boca -devenida en barrita de cereal- gritaría: "¡Giunta, Giunta, Giunta! ¡Sushi, sushi, sushi!", y el grito característico de todas las hinchadas sería: “Yo soy vegano desde que estaba en cuna/a la ensalada cada vez la quiero más/ de la mano de la quinoa y la espinaca/ todos juntos nos vamos a alimentar”. Por suerte eso no pasó. Todavía.