La harina y sus derivados encabezan los aumentos inflacionarios de los últimos años y explican parte de la caída del poder adquisitivo de los ingresos durante la gestión de Mauricio Macri. Para los molinos, los aumentos de precios en la harina se explican por el impacto de las sucesivas devaluaciones sobre el precio del trigo. A su vez, los fabricantes de derivados, como pan, fideos o galletitas, agregan el factor tarifario e impositivo. Lo que nadie niega es que el Gobierno no aplicó prácticamente ninguna política de Estado para proteger el poder de compra de los salarios.
Según el instituto estadístico de la Ciudad de Buenos Aires, el precio del paquete de harina de trigo común de un kilo pasó de 7,15 pesos en diciembre de 2015 a 32,85 en junio pasado, una suba del 359 por ciento. En el caso del kilo de harina La Favorita (de Molinos Río de la Plata), el avance fue de 10,80 a 33 pesos, mientras que en la harina de trigo Cañuelas (Molino Cañuelas), de 7,08 a 31,19 pesos. Diego Cifarelli, presidente de la Federación de la Industria Molinera, explicó a este diario que “el precio de la harina está directamente relacionado con el precio del trigo; y el precio del trigo, con la cotización del dólar. Si yo como molinero no pago al productor lo mismo que el mundo le paga, él se lo vende al mundo. La gente supone que como tenemos trigo en Córdoba y en el sur de la provincia de Buenos Aires son costos locales, pero hay que igualar ofertas. Para mí, el trigo es el 75 por ciento del costo de la harina. También hay momentos de menor oferta porque hay especulación, entonces por ahí se paga más en el mercado interno que lo que paga el mundo. Pero son situaciones muy puntuales”. La suba del tipo de cambio oficial desde diciembre de 2015 fue del 360 por ciento, casi lo mismo que la harina.
La harina tiene importante peso en una larga serie de productos centrales de la canasta básica. La estadística porteña marca que a fines de 2015 el kilo de pan francés estaba 26,20 pesos y que ahora llega a 91,92 pesos, una suba del 250 por ciento. “El peso de la harina en el costo del pan es del 11 o 12 por ciento. Mucho más que la harina subieron los servicios públicos”, explica Emilio Majori, vicepresidente de la Federación Industrial Panaderil. “Cuando las tarifas dieron los grandes saltos, el pan se fue de 30 y pico pesos a 60 pesos. Ahora está por arriba de los 90 pesos y todavía más en la Ciudad de Buenos Aires por los costos locatarios. También tienen mucho peso los salarios e impuestos a la mano de obra”, agrega.
En el caso de los fideos, otro derivado de la harina, al componente de costo ligado a insumos, tarifas y mano de obra también corresponde agregar un factor de concentración de mercado, ya que Molinos Río de la Plata maneja las siguientes marcas: Matarazzo, Luchetti, Don Vicente, Don Felipe, La Favorita, Canale y Fideos Terrabusi. Este diario registró que los tallarines Matarazzo subieron en los últimos cuatro años de 16,49 a 53,40 pesos (224 por ciento), mientras que La Favorita lo hizo de 9,25 a 34,40 pesos (272 por ciento) y los Don Vicente, de 26,49 a 85 pesos (221 por ciento).
Las tapas de empanada La Salteña criolla de 20 unidades (de la empresa General Mills) registraron un aumento en cuatro años de 20,23 a 59,90 pesos (196 por ciento). Este diario conversó con Fabián Pierucci, miembro de la empresa recuperada La Litoraleña, que produce tapas de empanadas y prepizzas. “En nuestro caso la suba del precio de la harina fue un factor desestabilizador. El año pasado, pasamos de 270 pesos la bolsa de 50 kilos a casi 1200 pesos, aunque después de negociaciones muy duras terminó un poco más abajo. El otro factor decisivo fue la electricidad, ya que a fines de 2015 la boleta mensual era de 8 mil pesos y hoy en día es de 125 mil pesos”.
Los precios de la harina y sus derivados se movieron por encima del promedio del 215 por ciento de inflación en la canasta básica de bienes y servicios medida por la UMET. “Estamos viviendo la verdadera revancha del trigo. No nos equivocamos cuando dijimos que los productores apostarían fuerte por este cereal y por el país. Gracias a ellos podemos hablar de la mejor cosecha de la historia”, dijo a comienzos de año el ministro de Agricultura, Luis Miguel Etchevehere, en relación a la presente campaña de producción trigo. Los factores que permitieron esa transferencia de ingresos en favor del sector agrícola fue la devaluación y la rebaja de retenciones junto a la eliminación de los cupos que existían para reducir el precio del trigo en el mercado interno. La otra vía de transferencia fueron las tarifas en favor de las energéticas.