"La obra en la que hay un humano a mí me transmite algo que le habla a una parte humana mía que tiene que ver con la representación de la piel, de la piel de uno", dijo el pintor Javier Carricajo en una entrevista en su taller de Villa Gobernador Gálvez, cerca de Rosario.

Aquella conversación continuará este viernes a las 17 en la sala Dr. Juan J. Trillas, de la Asociación Cultural El Círculo (Laprida 1235). El artista expone allí hasta el 15 de este mes pinturas recientes y una selección de dibujos en punta de plata y tiza pastel.

Entre aquella conversación y esta exposición individual pasaron años transformadores en lo cultural. Carricajo sigue pintando óleos en la técnica flamenca y dibujando con la tecnología de Leonardo Da Vinci, pero su aporte a la tradición pictórica del desnudo dialoga críticamente con algunos de los nuevos regímenes contemporáneos sobre la visibilidad de los cuerpos. (¿Qué es lo obsceno hoy en día? ¿Mostrar una cola o una celulitis?) Con un erotismo que coquetea graciosamente con lo post-pornográfico, su pintura dona carnadura, piel, realidad y un carácter de experiencia de contemplación memorable a estas imágenes de alienación contemporánea. Su erudición artística articula un gesto del período Gótico y un éxtasis barroco (a la manera de Bernini) al retrato de una chica del siglo XXI buscando o fingiendo un orgasmo. Sus juegos con la metáfora añaden una pimienta y una picardía de las que el arte culto a menudo carece.

 

"La obra en la que hay un humano a mí me transmite algo que le habla a una parte humana mía que tiene que ver con la representac

La muestra sería otra (más ingenua) si no comenzara con uno de sus mejores autorretratos, uno donde el brillo del ojo del pintor se sitúa en el exacto punto áureo de la composición. Sucias reflexiones es el confesional título de la obra. La mirada se exhibe a sí misma mirando, devorando sus objetos (su propia apariencia, entre ellos), fijándolos con precisión de entomólogo. Carricajo la enmarca en un trampantojo que simboliza dos vertientes opuestas del experto oficio de pintor que aplicó aquí: un espejo distinguido y un rústico atril.