Evita se transformó en una presencia incómoda para la Aprevide, el organismo que debería prevenir la violencia en el deporte en la provincia de Buenos Aires. Para sus funcionarios, la imagen de Eva Perón se repite como hipótesis de conflicto. Una bandera, el parche de un bombo, una simple fotografía, cualquier rastro de su presencia en el formato que sea, tiene prohibido el ingreso a un partido de fútbol. Pasó en mayo del 2018 en Sarmiento de Junín: su equipo, su segunda casa, muy cerca de Los Toldos donde ella nació. Acaba de ocurrir en Banfield, el otro club que se identifica con la compañera de Perón por aquella definición ajustada con Racing en el torneo de 1951. El Deportivo Cereijo -por el ministro de Hacienda- como llamaban en aquella época a la Academia. Evita, en cambio, se inclinaba por el más débil. Solo habían salido campeones hasta ese año los equipos más grandes. Aquella formación donde brillaban Salvini, Boyé, Méndez, Bravo, Simes y Sued lograría el tricampeonato.
La censura en tiempos macristas ni siquiera se disimula. El año pasado la repudió el peronismo juninense. El partido difundió un comunicado que decía: “Eva Perón es parte de la historia de Sarmiento de Junín y de nuestra ciudad y no vamos a permitir que NADIE (en mayúsculas) intente borrar la historia con medidas arbitrarias, cargadas de resentimientos y revanchismos ideológicos, totalmente absurdos y antidemocráticos”.
En Banfield se repitió una escena parecida el domingo último, que incluyó detenciones y forcejeos con la guardia de infantería. Valeria, una joven hincha que presenció el operativo, lo describió ante la consulta de PáginaI12: “Cuando iban a ingresar los bombos y las banderas, la policía estaba revisándolos y al ver dos plotters con la imagen de Eva y Perón abrazados, dijeron que tenían órdenes de no dejarlos ingresar. Al comprobar que una bandera llevaba el logo peronista, pasó lo mismo. Nunca había ocurrido que no los dejaran entrar”.
Los hinchas tomaron imágenes de la Policía Bonaerense cuando intentaba detener a una persona que llevaba en sus brazos a un nene. Lo zarandearon de tal manera que casi lo hacen caer al piso. Todo ocurrió en el acceso a la tribuna Valentín Suárez, detrás del arco donde siempre se ubica la barra local. La información pasó inadvertida para los medios. Su connotación política también.
Sergio “Cherco” Smietniansky, integrante de la Comisión de Derechos Humanos del club Banfield, explicó: “Esta vez la casa de brujas comandada por Lugones (Juan Manuel) osciló entre lo grotesco y lo absurdo. Es que en el interior del estadio existe una gigantografía institucional de la abanderada de los humildes con una leyenda que reza: ‘El equipo de Evita’ y el escudo del club. La policía impidió que se ingrese una imagen de la misma persona que recibió un homenaje institucional en el interior de la propia cancha”.
Lugones es el mismo que felicitó a Banfield por ser el primer club en la provincia de Buenos Aires que presentó una tribuna sin alambrado. “Lo hemos hecho en equipo, trabajando con los dirigentes de Banfield y sobre todo en la gestión de María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo”, dice en un video, donde aparece filmado en el campo de juego señalando hacia lo que –en rigor– es una platea. Cual soldadito disciplinado de la causa del oficialismo en la provincia, Lugones sube a su cuenta de Twitter un spot de campaña de la gobernadora y su ministro, por cada información institucional de su área. “Boleta completa”, escribió sobre una foto de Rodríguez Larreta, Macri, Pichetto y Vidal.
Mientras remacha con publicidad oficialista y videos autorreferenciales, la Aprevide se concentra en borrar cualquier vestigio de un ícono peronista como Eva Perón. La campaña electoral también se juega en las canchas. Lugones abusa de su posición dominante como funcionario con ingreso irrestricto a cualquier estadio. Es el dueño de la pelota en territorio bonaerense. El hombre que se quiso llevar puesto a Hugo Moyano como presidente de Independiente y, como no pudo, ahora se dedica a perseguir la sombra de Evita.