"Corro en todos los sentidos de la palabra y del mundo" dice -a las corridas- Irina Hauser. Ella escribe en Página/12, es columnista en "La inmensa minoría", en Radio con Vos, en Minutouno y en C5N. Y corre. Corre contra el viento, los obstáculos y corre con una pasión desenfrenada. Corre y canta. Como si salirse del lugar destinado fuese un destino que no le toca, sino que busca y montarse a pantalones negros con su pelo color fuego y su garganta alzada en un escenario también fuese un desafío para quien no puede estar quieta ni amoldada. Irina Hauser tiene 47 años y escribe desde los 21. Hace periodismo judicial desde 1999 y ya escribió el libro Los supremos, en el 2016.
Ahora va por más. En un momento donde la justicia y la política se cruzan, chocan, se amenazan y la independencia es una palabra estrellada en una democracia con reglas escritas para ser moldeadas por el poder, la palabra de Irina Hauser es un GPS con información real en un mundo de fake news. Años de pasillos de Tribunales y de verificar datos, conversaciones y causas justas si la justicia sigue siendo una palabra posible. Para ella sí. Pero, además, la información no es un dato que se escupe como un ventarrón que va hacía cualquier lado. Su palabra la lleva hacía el periodismo narrativo más allá de la transcripción de datos y noticias. Irina en una autora que convierte a su nuevo libro Rebelión en la Corte. Los supremos en la era Macri (con la investigación periodística de Luciana Bertoia) en una pieza de periodismo preciso y narrativa, una trama de no ficción que arroja información para pensar sin la venda en donde la cárcel o la amenaza aparecen latentes para hacer o deshacer políticas de Estado y la lectura es una trama en donde el libro vuelve a ser un formato en donde saltear los corsets de las redes sociales con la voracidad de lo instantáneo o de las presiones que amortiguan la libertad de expresión.
Irina Hauser tiene dos hijas, Dana y Rocío, y escribe desde la maternidad trabajada en donde la casa va y viene con la concentración de puerta giratoria y las hijas que crecen con la remera puesta del trabajo maternal como forma, también, de crianza entre la pujanza y la libertad. Ella salta de las dunas en la playa, conduce en el sur, juega en las sierras, se lleva la computadora a los bares para esperar las clases de comedia y las sube al escenario o marcha para pedir por el aborto legal. Irina Hauser corre. Y en la corrida invita a que leer sea un lugar no estático, sino de profundizar en la realidad, para correr la injusticia.
-¿Por qué es tan importante entender el funcionamiento de la Corte Suprema para comprender la realidad del país?
-Con la Corte hay una especie de temor reverencial incluso entre los y las periodistas y es un territorio poco abordado. Con Los Supremos me parecía que no estaba contado el proceso de transformación rotunda que había tenido la Corte desde que se produjo la modificación en la integración impulsada por Néstor Kirchner. Fue un antes y después en derechos humanos y derechos de las mujeres. La Corte Suprema es el tribunal de máxima jerarquía. Puede definir el destino del país. Y nadie se le anima. Yo recorro los pasillos, con mucha dificultad, desde el 99. Pero conozco muchos secretos y tengo la posibilidad de tirar del piolín y contarlo de forma amena. El desafío es que es un tremendo novelón.
-¿Por qué el periodismo judicial hoy puede ser parte de un engranaje también cuestionado por su modus operandi o, al contrario, una forma de seguir creyendo que la lectura puede impulsar el pensamiento crítico?
-Lo difícil es que el periodismo judicial se mimetiza con aquello de lo que habla y hasta toma el discurso. Y lo interesante es romper la forma de decir y desnudarla.
-¿Qué pasa a partir de la llegada de Mauricio Macri al gobierno?
-Macri designa a Carlos Rozenkrantz y Horacio Rosatti a través de un mecanismo completamente polémico porque intenta meterlos por la ventana a través de un decreto. Desde el comienzo se podía ver que algo iba a pasar. Se armó un escándalo público y tuvieron que mandar las designaciones al Congreso y que el Senado diera acuerdo. Pero estaba todo armado para que fueran designados a dedo al mejor viejo estilo.
-¿Cómo cambió la Corte?
-En un período que todavía no lleva cuatro años empezaron a destruir todo lo que la Corte había hecho. En derechos humanos tuvimos el fallo del dos por uno que le concedió ese benefició a un genocida como caso emblemático. Pero también hay otros reclamos de trabajadores por accidentes e indemnizaciones y que cambiaron de opinión los jueces que estaban antes. Les fueron quitando los derechos laborales a los trabajadores asentando una nueva doctrina con una posición mucho más emparentada con el poder empresario.
-Es probable que, si gana el macrismo, después de las elecciones se discuta una reforma laboral. ¿La Corte no sería un obstáculo si se recortan derechos laborales?
-La recorrida de los fallos muestra que la Corte no sería un obstáculo sino que toleraría una reforma laboral.
-Los y las intelectuales firmantes de una carta de apoyo al macrismo dijeron que una de las razones de su posición es la independencia del Poder Judicial. ¿Es real que hoy la justicia es independiente?
-No, en absoluto. El Poder Ejecutivo instaló un discurso de la independencia del Poder Judicial pero tuvieron acciones que demuestran todo lo contrario. Lo primero fue la forma de designar jueces. Idearon una manera para designar jueces a dedo salteando el concurso y el acuerdo del Senado. Y, por otro lado, un mecanismo de apriete a jueces. En un momento publicaron una especie de lista negra y oh, casualidad después fueron a juicio político en el Consejo de la Magistratura. Este gobierno salió abiertamente a cuestionar fallos. También respaldaron al policía Luis Chocobar cuando los jueces señalaron que había matado a una persona. Esto se naturalizó y se institucionalizó.
-¿La doctrina Chocobar respaldó la represión a la protesta social?
-Sí, es un respaldo a que cualquier policía pueda disparar por la espalda.
-¿La Corte Suprema perdió independencia?
-La Corte no ha sido extremadamente independiente, hace un juego pendular. Ha sido muy funcional a toda la ofensiva de Comodoro Py contra ex funcionarios del kirchnerismo a través de la llamada doctrina Irurzun. Es lo que ha permitido encarcelar a ex funcionarios que por el hecho de haber sido funcionarios tiene un poder residual que hace suponer que van a intentar fugarse o manipular la justicia. Esto implica que por haber sido funcionario eso te condena a ir a la cárcel. Y buena parte de ese sustento se genera en la Corte. No porque la Corte haya fallado sobre las prisiones preventivas que es algo que está pendiente, pero sí en la fina letra chica de esa doctrina que cargó tanto las tintas sobre la investigación de casos de corrupción. Es de sentido común que se investigue la corrupción. ¿Quién no quiere que se investigue la corrupción? Pero hay un nivel de confusión muy grande entre investigar la corrupción y que se vuelva una regla el encarcelamiento. Esto ha sido muy funcional a lo que quiere el gobierno de Mauricio Macri. Ahí también entran las escuchas telefónicas. El gobierno de Mauricio Macri le sacó las escuchas telefónicas a la Procuración General de la Nación cuando la Procuradora era Alejandra Gils Carbó y se las entregó a la Corte Suprema. Se hizo cargo de esa fuente enorme de poder. Y el Poder Ejecutivo mete mano en las escuchas. ¿De qué independencia judicial estamos hablando?
-¿Qué paso con la Oficina de la Mujer (OM), que estuvo a cargo de la fallecida Carmen Argibay y con la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) a cargo ahora, de forma doble, de Elena Highton de Nolasco?
-El anuncio de un debilitamiento estuvo en el momento de la llegada de Mauricio Macri. En la Oficina de la Mujer echan a Nidia Marsero y Flora Acselrad que fueron trasladadas a otro lugar. No es que las que vinieron no estén formadas, pero se vio un debilitamiento de las políticas posteriormente a su traslado. Carmen Argibay instaló la práctica de talleres que intentaban algo muy difícil, pero no imposible, para gestar un cambio cultural e inculcar la perspectiva de género. El fallo de Lucía Pérez es el ejemplo que no está llegando la transformación que se propuso la Corte cuando todavía la integraba Argibay. Esa tarea quedó desdibujada. Ya no se hace con la intensidad, ni la perseverancia de ese momento. No forma parte de los discursos de la Corte Suprema. Elena Highton de Nolasco quedó como única jueza mujer y si hay una marcha de Ni Una Menos promueve alguna adhesión. Son cosas elementales, pero nada más jugado.
-En el capítulo "El zorro cuida el gallinero" contás que un violento era custodio de Highton de Nolasco a cargo de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD). ¿Cómo pudo suceder?
-La historia es sorprendente. Un custodio terminó condenado y preso por violencia en el 2018. Esto dice mucho del funcionamiento y que tenemos que abrir los ojos menos pensados.
-Si se llega a aprobar el aborto legal en el Congreso lo más probable es que los sectores anti derechos lo judicialicen. ¿Qué podría pasar en la Corte en este caso?
-Las bases del fallo F.A.L. no debieran ponerse en duda. Sería imposible que se declare la anti constitucionalidad de la Ley de Interrupción Legal del Embarazo teniendo en cuenta la normativa nacional e internacional. Pero siempre hay una biblioteca para cada lado. Todo va a depender del contexto político y de la fuerza del movimiento de mujeres.
-¿Si se quiere aborto legal, seguro y gratuito también hay que mirar a la Corte?
-Indefectiblemente sí. Pero le va a ser difícil ir en contra del increíble movimiento de mujeres de la Argentina. También va a variar según las elecciones.