Hay dos referencias temporales a considerar en los nuevos sufrimientos en los niños: se trata de lo nuevo que aparece en la infancia como sufrimiento.

Desde hace tiempo la investigación clínica presenta cierta coyuntura donde parece que de las dos posiciones del niño en la estructura que señala Jacques Lacan: como síntoma de la pareja parental o como objeto del fantasma materno, la segunda es la que prolifera.

Posición que siempre ha existido pero al decir "prolifera", hablamos de una expansión que tiene que ver con la decadencia de la metáfora paterna pero también con las nuevas posibilidades que la ciencia y el discurso capitalista ofrecen para asegurar el lazo de la madre y el niño.

El fantasma de la madre se ve validado por la ciencia y también por la ley que otorga nuevos derechos. El deseo se transforma en una demanda que opera dentro de la lógica del consumo. Por otro lado se observan en los niños regresiones sintomáticas a nivel del cuerpo que rechazan el envoltorio significante, siendo localizaciones de goce en un cuerpo donde no se evidencia el síntoma como conflicto (Freud), para quien el síntoma ya es una sustitución, representa el signo de una satisfacción pulsional que no tuvo lugar.

El síntoma para Freud es la sustitución de un goce que ha sido rechazado, lo cual tiene una íntima relación con la manera de leer la castración por parte de Lacan, quien en Subversión del sujeto afirma: "La castración quiere decir que el goce es rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo".

El deseo se transforma en demanda que opera en la lógica del consumo y

por otro lado se observan regresiones sintomáticas a nivel del cuerpo.

La castración no está definida a partir del falo sino a partir del goce, es decir de la pulsión. Es notable el movimiento que se produce: si la castración es rechazo al goce, el goce debe ser rechazado para poder ser alcanzado en lo simbólico, donde impera la ley del deseo.

El lenguaje, la palabra, mata la cosa, bloquea el imperio del goce crudo, huérfano, opaco, siendo estos distintos nombres del goce Uno. Se produce la represión como lo que hay que pagar y surge el síntoma como signo y sustituto de un goce que no tuvo lugar. La legalización del goce se paga con síntoma. Si nos arriesgamos a decir que los nuevos sufrimientos en  los niños no han logrado el estatuto de síntoma esto nos pone en la pista de las dificultades que pueden surgir cuando el goce no es rechazado y la castración no se efectúa.

Otro punto a considerar en nuestra clinica actual es que no siempre el niño es el objeto de un sufrimiento ya que muchas veces es el agente que provoca sufrimiento en el Otro. Nos encontramos con niños tiranos, imparables, caprichosos, narcisistas, violentos, que producen la impotencia de los padres, maestros y otros adultos que lo rodean.

Cabe preguntarse por el lugar del analista en estos casos donde el goce no se aviene fácilmente a la palabra y donde la clásica clasificación: neurosis, psicosis, hace mucho tiempo se ha visto cuestionada por la manera en que se nos presenta nuestra práctica. En el seminario clínico abordaremos estos y otros temas con viñetas, lecturas, y aportes cinematográficos que permitan un debate.

*Miembro EOL, AMP, Fundadora ERINDA. Responsable seminario clínico. [email protected]