“Éste no es un proyecto de rock ni de jazz. La electrónica es lo más cercano a lo que hacemos, pero tampoco somos artistas de ese género. El no ser ni una cosa ni la otra, aunque nos deja afuera de un mercado en el que pudiéramos insertarnos, nos termina jugando a favor. Si hasta nos invitan a festivales de cine”, argumenta Rodrigo Gómez, creador y líder de Proyecto Gómez Casa, un laboratorio musical tan iconoclasta como atractivo. Y es que no hay nada similar a lo que hacen en la escena argentina, no representan a ninguna tradición local y tampoco existe un frontman tan atípico. “Entiendo que nuestra manera de hacer las cosas no es para nada estándar. Aunque sí creo en esos proyectos que al verlos en vivo te pasa algo. Me parece que estamos en el momento adecuado. Lo que hoy es tendencia, nosotros ya lo veníamos haciendo desde hace tiempo. Artísticamente, no me siento solo. Podría ser más de ghetto o under, pero siempre gocé de una ubicación muy buena”.

Para celebrar sus diez años de trayectoria artística, Proyecto Gómez Casa acaba de poner en circulación, a través del sello Concepto Cero, su más reciente álbum: Luz, el primero desde 2015, tras lanzar algunos EPs y simples. “No soy tan nostálgico como para pararme desde un lugar retrospectivo, sino que todo el tiempo estoy viendo qué cosa nueva puedo hacer. Así que, a propósito de la celebración de los diez años, me parecía interesante plantear conceptualmente y estéticamente una nueva zona de proyectos”, explica el multiinstrumentista de 42 años, quien presentará en vivo este trabajo el viernes 9 a las 20:30 en Niceto Club (Niceto Vega 5510). “Por eso el disco se llama así, entendiendo a la luz no sólo como la necesidad de oscuridad. También tomé en consideración su vínculo con el dolor, cuán necesario fue atravesar por eso y lo que la luz significa para mí. Y, en paralelo, abrí el juego a un montón de invitados con los que pude linkearme, artistas que me parecen interesantes, y de los que podía aprender en el proceso creativo”.

La cantante de folk electrónico Sof Tot, el flamante ídolo centennial Ca7riel (actual revolución de la música urbana argentina), el DJ y productor Javier Zuker, la artífice pop HTML y Lula Bertoldi (integrante del grupo Eruca Sativa), con la que Proyecto Gómez Casa grabó “Mental”, corte de difusión del disco, son los invitados de Luz. “Se dio la suerte de poder elegirlos y llamarlos, y que todos pudieran, lo cual fue súper mágico”, reconoce Rodrigo. “Conceptualmente, pensamos en todo: la letra, la música, el audio y la performance. Creemos mucho en el contenido como herramienta para traccionar artísticamente. Vinculamos al proyecto a artistas que no son músicos y Diego Capusotto fue uno de ellos. Con él hicimos algunos contenidos en formato audiovisual, donde hablamos de la luz, la oscuridad, de cuánto incide en lo que hace. El iba a ver a la banda, escuchaba los discos en su casa. Es uno de los artistas más interesantes que hubo en las últimas décadas. Vino a comer a casa, le cociné mucho y apareció la idea de sumarlo”.

-La participación de estos invitados en el disco es una garantía, al punto de que algunos de ellos atraviesan actualmente el clímax de su popularidad. Si bien antes apostaban por el riesgo, ¿por qué esta vez fueron a por lo seguro?

-Cuando un proyecto crece y está más maduro, puede interactuar de otra forma. Regodearse en el mismo lugar genera situaciones endogámicas que no son sanas ni interesantes. Este disco goza de una permeabilidad mayor que la de otros discos. Hace más de un año, se nos ocurrió pensar en una estrategia de desarrollo para poder saber dónde ubicarnos. Acá no hay dinero ni apellido para solventar las cosas. En ese sentido, esto es muy sincero. Por más que les gustara o no, muchos artistas tenían referencias nuestras porque siempre planteamos algo nuevo. Eso, para mí, era un valor que nos iba a permitir acceder a trabajar con músicos que están en una escala mayor que nosotros. Ahí nos preguntamos si era mejor interactuar con los mismos de hace años o con esta gente nueva.

-Tomando en cuenta que manufacturaste un estilo muy particular al momento de escribir las letras, ¿los músicos invitados participaron en el proceso compositivo?

-Todas las letras fueron hechas por mí, salvo la del tema en el que está Ca7riel, donde hubo una parte que improvisó. Tanto él como HTML me preguntaron mucho sobre el “idioma inventado”, y me pidieron saber cómo funcionaba y si podían cantarlo.

-¿Qué les explicaste?

-Les conté, brevemente, que hace muchos años, a partir de una situación dolorosa de mi vida, me pregunté si el contenido lo podía volcar más en la forma de decir que en la palabra misma, para poder contar un montón de cosas que me estaban ocurriendo. Sin necesidad de bajar línea a gente de mi familia, por ejemplo. Y ese “idioma” empezó a construirse y a convertirse en una suerte de refugio idiomático. Trabajé muchísimo en eso hasta inventar un contextualizador de situaciones. Sin embargo, en esta ocasión cambió la proporción. Hay muchísimo español, mientras que el “idioma inventado” está en algunos momentos.

-¿Te considerás cantautor?

-Si una persona que canta sus temas es cantautor, entonces lo soy. Pero mi imagen acerca de esto se encuentra más ligada a la de un juglar. Me siento más cercano a Bjork que a Silvio Rodríguez, estéticamente hablando. Capaz es un prejuicio mío.

-Si bien no sos el primer caso de un frontman detrás de la batería en la música popular contemporánea argentina, ¿te sentís más próximo a Willy Iturri o a Santiago Vásquez?

-La batería es el instrumento que estudié y profundicé desde muy chico. En los shows en vivo, todo el tiempo pivoteo entre la batería y lo que pasa afuera de ella. Salgo y vuelvo todo el tiempo. Me parece que hay algo que sólo puedo generar desde ahí, aunque también hay algo que sólo puedo generar desde la performance.

-Hablás de Proyecto Gómez Casa como una propuesta grupal, pero el apellido que destaca es el tuyo…

-Me refiero a esto en plural porque me gusta trabajar en grupo. Hay una decisión de que el proyecto tenga mi nombre, por lo que existe una cabeza central. Pero internamente se toman decisiones colectivas y funcionamos como una cooperativa. Nos distribuimos el dinero de esa manera. Si bien tomo las decisiones, escucho lo que me dicen todos.