Las vacaciones de invierno generaron una nueva movilización de la población de las grandes ciudades hacia pueblos y ciudades turísticas. El arribo masivo de turistas a pequeñas localidades suele ser una fuente de vital de ingresos para su poca numerosa población. Ese extra realizado durante la temporada es estirado como chicle para sobrevivir el resto del año. Pero el arribo masivo de turistas suele transformarse en un dolor de cabeza para las finanzas de los municipios turísticos, que deben sostener una infraestructura y mantenimiento para una población temporal que excede ampliamente a la local. Especialmente, cuando una parte importante de los gastos que realiza el turista, no ingresan siquiera a la localidad.
Los municipios turísticos suelen tener numerosas viviendas en alquiler temporal que son propiedad de no residentes. Esa es una fuente importante de pérdida de recursos para la comuna, ya que gran parte de los recursos económicos que genera la actividad turística no ingresan a la localidad, y son directamente transferidos a los propietarios que habitan en las grandes ciudades. Téngase en cuenta que el alquiler de una vivienda constituye normalmente el principal gasto del turista y, en tiempo de crisis como los actuales, deja un escaso margen para gastos adicionales. De esa manera, una fuente principal de ingresos que generan la actividad turística, los alquileres temporales de viviendas, son apropiados por las economías de las grandes ciudades donde habitan sus propietarios y no generan ningún movimiento económico en los municipios turísticos donde realmente se ubica la propiedad en alquiler.
Sin embargo, la masa turística requiere de parte del municipio un volúmen de gastos para el mantenimiento (de caminos, plazas, balnearios, servicios de seguridad, recolección y tratamiento de residuos), generando muchas veces un déficit en las finanzas públicas comunales que debe ser cubierto por impuestos que recaen, en gran medida, sobre los residentes permanentes. De esa manera, parte de la ganancia por el turismo que se apropian los no residentes por la vía de alquileres es subsidiada por los residentes que deben sostener parte de los gastos que genera el turismo sobre las finanzas del municipio turístico.
Una forma de revertir esa inequidad es cobrar un mayor impuesto inmobiliario sobre los no residentes, a partir de un incremento en la tasa general pero que tenga un subsidio promocional para los residentes que habiten efectivamente el lugar (manteniendo sin incremento la tasa efectiva que pagan). Esa política genera una distribución más justa de los gastos comunales que provoca el turismo. Adicionalmente, también estimula que la propiedad tienda a redistribuirse hacia los residentes, hecho que fortalece la economía turística en su conjunto al volcar en la localidad una mayor proporción de los ingresos por alquileres. Para no desalentar nuevas inversiones inmobiliarias que movilizan la actividad de la construcción se les puede brindar descuentos temporales en las tasas que pagan los nuevos proyectos.
@AndresAsiain