Los ojos del mundo lo vieron protagonizar el sprint final del último Tour de France, pero en su barrio en Argentina no lo conocen. En Europa lo paran para saludarlo por ser uno de los principales velocistas del ciclismo de ruta, aunque en su país puede llegar gozar del anonimato en cualquier café porteño. Maximiliano Richeze pasa ocho meses al año compitiendo en el plano internacional y fácilmente podría haber argumentado cansancio para bajarse de los Juegos Panamericanos, pero sin embargo entrena en Lima de cara a la competencia en la que es candidato al oro. “Fue un compromiso que tomé antes del Tour y podría haber dicho que estaba reventado, es verdad, pero no. Traté de recuperarme más que nada de la cabeza y pensar en representar a mi país”, aclaró en un mano a mano con Página/12 en la Zona Internacional de la Villa Panamericana.
--¿Qué significa competir en un Panamericano, donde ya hizo podio en Toronto 2015?
--No es igual que un Juego Olímpico, pero tiene el mismo clima. Sabemos todos lo importante que es para América, y ganar una medalla acá no es fácil, porque las clasificaciones son cada vez son más difíciles, así que es muy importante para mí. También es una responsabilidad muy grande responderle al país con un resultado.
--Y en ese sentido, ¿cuál es su expectativa para la competencia en ruta?
--Llego bien a Lima, con carreras y ritmo por demás. Tengo de sobra, pero a veces es difícil porque también tengo que descansar un poco. Hacer la puesta a punto para una carrera de un día es difícil, sobre todo cuando venís con tanto recorrido. Sé que muchos me tienen como favorito, y eso hace un poquito más compleja la carrera, pero estoy tranquilo porque tenemos buen equipo, con buenos compañeros que también pueden disputar la carrera.
--¿Viene a buscar un podio?
--Claro que sí. Uno siempre quiere ganar, y vengo más que nada por la medalla de oro. Eso sería algo muy bueno para mí, aunque ya de por sí un podio panamericano también es positivo.
--A diferencia del Tour, en el que es "lanzador", acá tiene que salir a ganar. ¿Cómo cambia el chip?
--A veces se hace difícil, porque uno toma más responsabilidades cuando sabe que tiene que disputar la carrera. El tema es diferente al ser lanzador, porque tengo que trabajar para que gane mi compañero y voy más relajado al no tener la presión de ganar. Cuando pasas de lanzador a disputar la carrera por ahí perdés noción de las distancias para atacar o hacer el sprint final, pero estoy tranquilo porque el equipo también me da la confianza.
--¿Cómo piensa que se dará la carrera?
--No creo que sea una carrera de sprint final. Al ser pocos corredores por nación será una carrera más abierta y más de ataque. Creo que será un grupo reducido o en fuga el que llegue primero. No va a ser al sprint masivo como se corre en Europa, porque en América se corre diferente. El circuito es bastante adaptado a lo que soy yo como ciclista y mis características, sin subidas.
--Corrió el Tour de France en cuatro ocasiones y la última fue hace poco más de una semana. ¿Es de tener presente eso?
-A veces lo pienso. El Tour es la carrera más importante que tenemos en el mundo. Te da todo, porque si hacés un buen papel o ganás una etapa, te cambia la carrera profesional. Creo que con los años te vas dando cuenta de lo que fuiste haciendo. A veces me digo: "¡Carajo, ya corrí cuatro veces el Tour de France!”. Vivir algo así es impresionante, teniendo en cuenta que ya de por sí correr una sola edición es muy difícil. Recuerdo que de chiquito miraba el Tour y soñaba con estar ahí. En momentos de tranquilidad suelo pensar que finalmente llegué.
--Con lo simbólicamente fuerte que fue la etapa en París, ¿cómo vivió ese último sprint que te tocó protagonizar?
--He terminado el Giro de Italia y la Vuelta de España, pero ninguna tiene un cierre como el Tour de France. Llegar a París es algo que no se puede describir, es el sueño de todo corredor. Es como me decía un técnico: cuando llegás a París es cuando sacás el carnet de verdadero ciclista, porque no es fácil. Para un velocista como yo, el sprint de París es el más importante de la temporada y de la vida. Si bien no era mi obligación hacer el sprint, mi equipo había perdido a Elia Viviani en el final y me comunicaron que tenía que hacer el cierre. A medida que faltaba menos para el final empecé a creer que podía ganar, pero tenía en contra a Caleb Ewan y Dylan Groenewegen, los dos velocistas más rápidos del mundo. Llegué muy cansado por el trabajo que hicimos en esas semanas y perdí la explosión para el sprint, lo que me jugó un poco en contra.
--Menciona apellidos fuertes pero usted también está en ese top.
--Es que uno no toma conciencia de eso cuando está ahí. Todo el año corro carreras con ellos, entonces se me hace algo más usual y del día a día. Es lindo y espero poder abrir puertas a corredores de Argentina, porque nos falta contar con un poco más de ruteros. Espero que sirva para abrir puertas.
--A sus 36 años, ¿cuál es la proyección de futuro?
--Seguramente voy a correr dos años más y después en el futuro veré, porque ya me han ofrecido ser técnico en equipos importantes cuando me retire. También me quieren como manager de corredores, pero todavía no quiero pensar mucho en eso. Lo que sí descarto es ser técnico, porque quiero disfrutar de mi familia y mi hija, que es lo que más sacrifico, y ese rol demanda viajar mucho. También me gustaría volcar mi experiencia en el ciclismo argentino y tratar de transmitir lo que aprendí afuera, tratar de que crezca el deporte en el país.
--El ciclismo fue popular en Argentina en la primera mitad del siglo XX, pero después sólo encontró refugio en San Juan. ¿Por qué cree que perdió esa masividad?
--Eso siempre me lo pregunté, porque es como que prácticamente el ciclismo no existe en Argentina. Por decirte que en mi barrio no me conoce nadie y en Europa me reconocen más, porque estoy en el nivel más alto del ciclismo a nivel mundial. Eso es algo que siempre me pregunto: ¿Por qué se perdió la popularidad en el ciclismo? Nunca se pudo volver a repuntar esa pasión. En Colombia creció la pasión cuando ellos empezaron a correr en Europa, pero esa fórmula tampoco sucedió en nuestro país.
--Estuvo en Londres 2012 y Río 2016. ¿Le apunta a los Juegos Olímpicos de Tokio?
--Río fue muy duro para mí, aunque venía de hacer un muy buen Tour de France también. El terreno era muy duro y con mucha montaña, lo cual no es bueno para mí. Londres fue más adaptado a mis características y, si me toca estar, Tokio será muy duro y con muchas subidas. La clasificación es muy dura, porque tenemos que hacer los puntos necesarios en América y solemos competir en Europa. Es la razón por la que no solemos tener muchos cupos.